He tenido que asistir y acompañar en procesos psicoterapéuticos a personas victimizadas de su pasado, atrapados y refiriendo vergüenza y culpa de su pasado. La clave es recordar que no elegimos a nuestros padres, ni la historia que nos construyeron, ni las experiencias, frustraciones, ni las cosas buenas y bellas de nuestra infancia. Cuando usted no ha elegido su pasado, no es inteligente culparse, ni vivir reprochándose y, mucho menos, con la percepción del presente, vista emocionalmente desde el pasado. Debido a que ya no se puede corregir lo que pasó en la infancia, en la adolescencia, con los padres, en la escuela; pero tampoco puede cambiarlo. Son vivencias que han formado su carácter, sus rasgos de personalidad, sus creencias y parte de sus comportamientos y resultados de vida. Esa fuerza del pasado en algunas personas queda sellada en su biografía de vida que aflora en cada espacio, en el pensamiento, las emociones, los sentimientos y en hábitos y respuestas, de las que no tenemos explicaciones, pero que sí repetimos una y otra vez. Con el pasado no se puede hacer nada. Las personas menos inteligentes y menos gerenciales con su vida no entierran su pasado, ni lo superan, ni se lo perdonan. Por eso sufren, se deprimen, se angustian; pero también, de ese pasado se odia, se vive resentido, limitado, triste, melancólico, victimizado, somatizando y configurando los mismos escenarios de episodios traumáticos. Cuando en el pasado hay mucha toxicidad, manipulación, egocentrismo, es de esperar el desarrollo de una persona neurotizada, insegura, emocionalmente frágil y existencialmente poco saludable. Esos duelos del pasado por abusos sexuales, abandono, desapego, traumas físicos, psicológicos emocionales y existenciales, son los que generan los daños colaterales en la salud mental. Repito, no se haga vulnerable, riesgoso y limitado por un pasado que usted no eligió, y menos, que no construyó. No tiene sentido pelear con él, con sus padres, con su historia, con sus errores; de verdad que no tiene sentido. Si no puede entenderlo, cerrarlo, puede reinterpretar su pasado, gestionarlo, pero nunca autocastigarse, victimizarse por acontecimientos, palabras e historia que alguien se las manipuló y las convirtió en creencias distorsionadas y limitantes. Para aprender a gestionar el pasado de forma inteligente y sabia, debe de aprender a despedirse de él, perdonarlo, cerrarlo o simplemente coger lápiz y papel, escribir todo lo que siente, expresarlo con toda rabia, ira, enojo, frustración, de los daños que se le hizo, en lo que le ha limitado y todo lo que le ha impedido; luego de leerlo una y otra vez, si tiene que llorar, llore y libere emociones, luego, en silencio y en soledad, debe prenderle fuego o romper en pequeños pedacitos. Ese acto simbólico le ayuda a liberar el pasado. Ahora, vaya por el presente, por el aquí y el ahora, gerencie y escriba sus metas y objetivos de vida, sus sueños, quien quiere ser, como desea administrar su vida, en lo tangible y en lo intangible, de forma integral. Para gerenciar el presente hay que automotivarse, crecer en confianza, mirar hacia arriba, decirse yo puedo, yo lo voy a lograr, estoy seguro que puedo, soy vencedor, voy por el futuro, etc.
Sea ahora el pedalista del presente y para el futuro. Empodérese, sea resiliente, descubra sus fortalezas emocionales, aumente sus factores protectores, pero recuerde, vendrán las manipulaciones del pasado, la toxicidad del pasado, las historias del pasado. No importa, ya está blindado, ya decidió no volver a atrás, no se distraiga, no vuelva a pelear con el pasado. Ahora se puede reír del pasado, recordar las cosas para ponerlas en su lugar sin que le molesten. Después de redefinirlo, ahora lo que queda es seguir apostando al presente y construir el futuro. Usted es el responsable de no repetir los mismos daños, ni las mismas frustraciones, ni los resultados tóxicos que funcionaban como resultados del pasado, pero que eran perjudiciales para su presente. Literalmente, vaya por la gestión del presente, con toda la lucha y competitividad que encierra. El presente se asume con propósito saludable, con objetivos y metas, focalizado en las prioridades. El futuro se construye de forma integral, se armoniza cada espacio, para proyectar el presente hacia el futuro, y la felicidad y el bienestar que se alcanza cuando se gerencia el pasado.