En 2000, Angela Merkel dejó atrás a Wolfgang Schaeuble y ascendió a la cima de la pirámide política. En su calidad de ministro de Finanzas, Schaeuble obtuvo la promesa de la canciller de darle libertad para definir políticas a cambio de su lealtad.
Ahora la incómoda alianza que está en el centro de los esfuerzos europeos de lucha contra la crisis financiera sufre las mayores tensiones que haya experimentado hasta el momento. Mientras los funcionarios se preparan para un tercer rescate griego, Merkel se aferra a la postura de que la unión monetaria de 19 miembros debe permanecer intacta. Schaeuble disiente y plantea la amenaza de una expulsión a un gobierno que considera poco digno de confianza.
“Merkel y Schaeuble operan bajo distintas lógicas”, dijo telefónicamente Andrea Roemmele, politóloga de la Escuela de Gobierno Hertie de Berlín. Para Merkel, “en alguna medida, esto pasa por su legado” como canciller de Alemania en una época de crisis “y eso es algo en lo que Schaeuble no piensa”, explicó.
El entente más cordial entre los dos ha llevado a legisladores escépticos a apoyar rescates que la mitad de los alemanes rechazan. El malhumorado Schaeuble ha dado voz a las dudas de los diputados, mientras que Merkel le ha recordado a Alemania su especial responsabilidad en mantener unido el euro. En última instancia, Alemania aportó el mayor porcentaje de la ayuda de casi medio billón de euros (US$547.000 millones) ofrecida a cinco países de la zona euro en los últimos cinco años.
“Merkel y Schaeuble cantan de la misma hoja pero cantan distintas melodías”, dijo Fredrik Erixon, director del Centro Europeo de Economía Política Internacional de Bruselas.
“Al ministro de Economía le toca ser el malo de la película”, agrega.
Surgen tensiones. Sus papeles han sufrido tensiones más fuertes debido al evidente desagrado que le causan a Schaeuble los ataques del primer ministro griego Alexis Tsipras a Alemania. Esto ha acentuado las dudas sobre la capacidad de Grecia para pagar su deuda.
En el caso de Merkel, está en juego romper los lazos con un aliado de la OTAN en una región vulnerable a la política exterior cada vez más agresiva de Vladimir Putin.
El conflicto entre los dos se evidenció este mes durante los tres días de conversaciones diplomáticas europeas en Bruselas, donde la postura de Merkel de que Grecia no puede ser suspendida del euro sin su consentimiento se impuso en medio de las presiones de Francia e Italia.
Eso destrabó el acuerdo a que se llegó el 13 de julio de iniciar conversaciones sobre un tercer rescate supeditado a más medidas de austeridad para Grecia.
Si bien algunos especulaban con que Schaeuble había propuesto la opción de suspender a Grecia por cuenta propia a los demás ministros de economía, los funcionarios alemanes dijeron que el planteo se coordinó con Merkel. Schaeuble simplemente la considera la opción preferible porque no se ha ofrecido una quita de la deuda griega, según un funcionario, que pidió reserva de su nombre porque se trata de deliberaciones que se desarrollan dentro del gobierno.
“La canciller y yo no interpretamos papeles”, declaró Schaeuble a la revista Der Spiegel. “Ese no es el estilo de la canciller ni tampoco el mío. Cada uno tiene sus convicciones”.
A la pregunta de si pensaba renunciar, respondió: “No, ¿de dónde sacó esa idea?”.