Cuando el heroísmo dominicano resucitó

Cuando el heroísmo dominicano resucitó

– II –

El 28 de abril y los días siguientes fueron de mucha confusión y de reacomodo de las fuerzas beligerantes, lográndose en todo el país el reagrupamiento de las fuerzas leales a las de San Isidro, mientras en la capital los principales líderes de la revolución, en el momento de la invasión, buscaron asilo en la embajadas latinoamericanas de la avenida Pasteur y en su vecindad, y hasta una de ellas fue el legendario y heroico comandante Montes Arache a buscar otros militares y políticos, que habían buscado la protección del asilo, para que se incorporaran al enfrentamiento de las tropas invasoras.

Las tropas norteamericanas, desde su llegada establecieron un corredor de seguridad para despejar el puente Duarte y reiniciar las operaciones del aeropuerto de Caucedo y poner a operar el puerto de San Pedro de Macorís a mayor capacidad para recibir las cargas marítimas, mientras establecieron un cerco muy hermético de una zona que por el oeste se extendía por la avenida Pasteur y la calle Rosa Duarte y luego se internaba por San Carlos dejando al Palacio Nacional que el lunes 26 fue ocupado por la brigada de San Cristóbal quedando en un bolsón en tierra de nadie. El corredor llegaba hasta la calle Vicente Noble y el puente para así los constitucionalistas establecer en su zona el gobierno para enfrentarlo al de Reconstrucción Nacional que tenía su sede en el palacio del Congreso en el Centro de los Héroes.

Sendas emisoras de radio de los dos bandos se encargaron de transmitir las noticias y mensajes de insurrección a la que se unía la Voz de América que mantenía un servicio especial para el país. Con las fuerzas militares de San Isidro reorganizadas y en condición de combate iniciaron la Operación Limpieza de la Zona Norte, que iniciada donde estaba ubicada la fábrica de Cemento Colón, avanzarían calle por calle y casa por casa hasta unirse a lo que era el corredor de seguridad y empujar las fuerzas constitucionalistas hacia su reducto de la zona colonial y Ciudad Nueva.

Para los primeros días de mayo del 65 comenzaron las urgentes reuniones, primero para legitimar la invasión norteamericana con la creación de la Fuerza Interamericana de Paz y luego el cabildeo diplomático y político para llegar a un acuerdo de cese del fuego y resolver el conflicto entre dominicanos. En septiembre se instaló un gobierno provisional presidido por Héctor García Godoy cuya principal misión, aparte de la pacificación de los bandos enfrentados, era celebrar elecciones generales el primero de junio de 1966.

A esa contienda cívico-militar del pueblo se le impuso el sello peculiar de la conducta de los dominicanos, que hasta en los momentos de mayor peligro llevaron sus costumbres a un conflicto que enfrentaba a tropas poderosas con improvisados combatientes, que su único deseo, con su adrenalina disparada por las nubes, era defender su territorio y restaurar la constitucionalidad perdida tan solo hacía dos años.

Las tropas invasoras, ya convertidas en una fuerza interamericana de paz con contingentes hondureños, brasileños y paraguayos se estabilizaron y se afianzaron en los frentes establecidos en torno al cerco a la zona colonial, Ciudad Nueva, Villa Francisca y San Carlos, en la zona colonial se produjo un movimiento de socialización en que diariamente había un trasiego entre la zona y la parte exterior a la zona de seguridad llevándoles alimentos a los combatientes y combustibles que se extraían de los tanques de los vehículos depositándose en los depósitos de la bomba de gasolina ubicada al frente de la clínica Abreu para mantener en movimiento a los vehículos que utilizaban las fuerzas constitucionalistas.

La hora de almuerzo y luego la siesta se respetaba, desde las 12 del día hasta las 3 de la tarde, había un cese al fuego y una calma arropaba a toda la ciudad que no se veía interrumpida por ningún disparo ligero o pesado de la artillería, luego se reanudaban las confrontaciones en un feroz e insensato intercambio de plomo que arrastraba muchas vidas hacia la muerte.

Las negociaciones diplomáticas se llevaban a cabo bajo las orientaciones de los Estados Unidos, la ONU y la OEA para llegar a un acuerdo de cese al fuego y poder establecer un gobierno provisional que condujera a la celebración de elecciones. Estas conversaciones se llevaban a cabo bajo la sombrilla de intensos y esporádicos intercambios de disparos de las fuerzas combatientes.

 

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