Con la puesta en marcha de la acción de la justicia contra varios funcionarios y altos dirigentes del partido de gobierno, iniciada por el Procurador de la República, podríamos estar ante una crisis que podría significar una irreparable fractura en el bloque de dominación política que sobre la sólida estructura clientelar, rentista y patrimonialista que por décadas ha controlado el Estado dominicano, sirviéndose del mismo para acumular riquezas. Pero, la amplitud de esa fractura dependerá de la incidencia de toda la sociedad en dicha crisis.
Afortunadamente, las declaraciones de sectores de los ámbitos políticos, sociales y productivos de país, pidiendo la profundización de las investigaciones y de apoyo a la acción contra la corrupción iniciada por la Procuraduría, apuntan hacia el despuntar de un movimiento anti corrupción que podría ser similar al que existe en varios países del mundo, con profundas consecuencias para el futuro inmediato de nuestros sistemas político y de partidos. Una oportunidad que no debe perderse.
El hecho de que sean personalidades independientes, gente del pueblo, sectores productivos y de la sociedad civil los que con mayor claridad y amplitud expresan su hartazgo contra un sistema de impunidad y de saqueo al erario público, creado no solo por el partido en el poder, sino por importantes franjas de otros partidos con representación congresual y municipal, debe indicarle a las diversas expresiones políticas organizadas en partidos y grupos políticos, el carácter plural del movimiento anticorrupción que comienza a despuntar.
En ese sentido, la presente coyuntura constituye una oportunidad para desbloquear el acentuado inmovilismo, descreimiento y frustración asentado en la sociedad dominicana, ante una oposición que por su ineficacia, de hecho, parece inexistente. La incidencia de esa pluralidad de actores en la lucha contra la corrupción podría crear, finalmente, la oposición que tantos reclaman. En ese sentido, sin que nadie renuncie a su existencia como grupo o partido, lo fundamental en este momento de vida política del país es la creación de un vastísimo movimiento anti corrupción sin excluir a nadie, no importa el partido a que pertenezca.
La importancia del generalizado hartazgo contra la corrupción radica, no solamente en que va directamente en contra del sistema de complicidades e impunidad de los que hoy gobiernan y de los que piensan reciclarse de nuevo para seguir amasando fortuna, sino que obliga a la regeneración de otras fuerzas políticas de la oposición, las obliga a la depuración de no pocas manzanas podridas que medran en el interior de estas aún con intenciones de reciclarse en los próximos comicios.
Es importante apoyar la acción del Ministerio Público contra los sindicados de depredadores de erario público, pero lo más importante es trabajar en articular TODAS las voluntades que desean un país gobernado por gente interesada en servirle a la gente y no a sus particulares intereses. Lo más importante es impulsar un movimiento que ciudadanice la política e involucre la gente en esta actividad desde la perspectiva de sus intereses, no desde particulares intereses grupales y personales.
Apoyar al ministerio público es una parte de algo más trascendente: producir el necesario deshielo de esta sociedad, congelada en el inmovilismo y en diversas formas de complicidades.