¡Desesperados!

¡Desesperados!

Sacudidos por una desesperación descomunal, los políticos de la oposición creen que se les han abierto las puertas para entrar atropelladamente al Gobierno mediante el desplazamiento del presidente constitucional Danilo Medina antes del 2020. Y esto por una renuncia obligada o un juicio político debido a todo lo que ha llovido sobre el escándalo de la Odebrecht que implica a la fauna política criolla y la del continente por añadidura.
Los políticos frustrados, perturbados por sus fracasos, están a la espera de cambiar su suerte con componendas para arrimarse al poder por la puerta trasera. Esto por un golpe de suerte, como ellos creen que tienen en las manos, con el caso de la develada y enjuiciada megacorrupción de la Odebrecht y sus cómplices latinoamericanos. Además nunca han presentado una estrategia coherente de una verdadera entidad de oposición para poner en evidencia al Gobierno sino que sus ambiciones brotan por todos sus poros.
El caso de la Odebrecht ha disparado la desesperación de los sectores políticos y de la sociedad civil para desplegar todo tipo de estrategias concebidas para una separación, previos juicios, del Gobierno del PLD. Con la marcha verde, que tantas simpatías ha concitado por creer los seguidores que es sencillamente para combatir la impunidad, ha permitido estremecer a un partido en el poder, engreído y prepotente. Los pasados trece años permitieron crear la más poderosa y millonaria maquinaria política morada con todos los mecanismos para seguir humillando a la ciudadanía al pretender ser los mejores dominicanos. Pero los peledeístas no contaban con la ambición de ellos mismos, que al toparse con la agresividad de la corrupción de los brasileños para comprar conciencias, sucumbieron a sus encantos. Y al recibir los primeros millones de dólares de obras sobrevaluadas se rompieron todos los mecanismos de la prudencia para encauzarse en un torrente de hechos dolosos y de sobrevaloraciones escandalosas.
El movimiento verde, antes que se contamine con los grupos infiltrados hasta de la izquierda moribunda, fue una acertada decisión, que con la excusa de aprovechar el escándalo de la Odebrecht, ha permitido repudiar la impunidad con la que el PLD se ha manejado en el poder. Fue una genial creación del pueblo separándose del notable apoyo que se había ganado el presidente Medina. De repente vio descender sus índices de popularidad a niveles muy bajos para el gusto de los estrategas publicitarios del Gobierno. Se concitó un apoyo nacional increíble para aglutinar las voluntades para combatir la impunidad y su corrupción que embarra a casi todos los políticos que han disfrutado del poder en los pasados 55 años.
La gravedad de las denuncias de los casos de corrupción propiciados por la Odebrecht en todo el continente suministró y proporcionó el combustible para que las exigencias de los verdes tuvieran el detonante más poderoso. Es con una masiva presencia popular en las calles al ver tantos dominicanos de buena fe procurando que se adecente la actividad política en el país. Y para los políticos de la oposición esa es la «bola» de la marcha verde que quieren aprovechar para llegar al poder lo cual no lograría si fuera por los votos de unas elecciones generales.
Las fuerzas tras bastidores son tan poderosas que con sus recursos empujan al Gobierno a una delicada posición de desconfianza ciudadana. A medida que se conocen los informes de los interrogatorios que se han llevado a cabo a los principales inculpados de la Odebrecht allá en Brasil más políticos locales se preocupan. Esos interrogatorios externos hacen prever que un cataclismo político se producirá aquí tal como ha ocurrido en Perú, Brasil y Colombia.
Por primera vez en la historia dominicana se siente que la corrupción tiene su precio. Y que la parte sana del país se la cobrará a los políticos, que engañando a sus conciudadanos, han sabido aprovecharse del disfrute de los cargos públicos. De seguro que varios políticos, quizás la mayoría de bajo nivel, podrían parar en la cárcel. Habían creído que disfrutarían de una riqueza que provienen de unos recursos de financiamiento que deberán pagarse tarde o temprano.
Los políticos identificados por sus actos de corrupción con la Odebrecht deberán devolver ese dinero junto con la pérdida de libertad. Se confirmó que no todo el financiamiento se dedicó a construir las obras sino transferirse un porcentaje apreciable para el disfrute de los políticos. Y también para financiar campañas electorales. Los sobornos con la sobrevaloración de las obras construidas se compensaron y la empresa brasileña multiplicó sus ganancias. Estas no forman parte de los $184 millones de dólares como resarcimiento al país por el soborno.

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