Con cantos de sirena se adormece la conciencia nacional y surge la falsa y fatal esperanza de que todo está perdido, y que no habrá un mañana mejor. …
En el mes de diciembre del 2016, no muy lejano, el presidente de la República Lic. Danilo Medina Sánchez, haciendo uso de sus atribuciones constitucionales, vetó la ley que aprobada por el Congreso Nacional del nuevo Código Penal donde condenaba el aborto de la mujer porque así lo había querido la Santa Iglesia Católica al imponer en el Art. 37 de la Carta Magna a una rancia creencia religiosa sobre la inviolabilidad de la vida “desde su concepción hasta la muerte”, vulnerando esa creencia que priorizaba la vida del embrión concebido por encima del derecho de la vida misma de la mujer y de la dignidad de todo ser humano.
Ese día el presidente, como sabio gobernante que oye a su pueblo, con su veto introdujo tres eximentes de carácter eminentemente humanitario, adoptados por cientos de naciones civilizadas: el incesto o la violación cometido; la mala conformación del feto y el riesgo o peligro de muerte de la propia madre, ambas situaciones clínicamente diagnosticada.
Se suponía, con entera lógica, y se daba por descontado que esas causales serían acogidas favorablemente por la mayoría de los miembros del Congreso, diputados y senadores, que pertenecen y responden a la línea política de su partido, PLD, y a su máximo líder. Pero no fue así. Todavía las mujeres colectivamente afectadas como su angustiada familia y los hombres progresistas con conciencia ciudadana han tenido que seguir librando una lucha tan desgarrante como justa, que parece no tener fin, mientras el Señor Presidente, habiendo cumplido con su deber, se lava las manos y sigue tan campante sin importarle las consecuencias de ese drama humano.
Todo el alboroto partidista que ha provocado el tema de las primarias, abierta o cerrada, que trasciende paralizando la anhelada aprobación de la ley de los partidos políticos, cuando todo parecía que finalmente terminaría ese calvario que amenaza las elecciones del 2020, el presidente de la República nos sorprende con esta otra joyita que embobece: propone al Congreso Nacional una nueva comisión para consensuar la ley de partidos “ahora que estamos más cerca que nunca, por el bien de la nación” como si tal cosa fuera ajena a él que se mantiene al margen del problema desatado, respetando la simulada independencia de los poderes del Estado, recibiendo en cambio, por su genialidad, el respaldo de los dirigentes de diversos partidos, incluyendo del propio ex presidente, Dr. Leonel Fernández Reyna que, como es natural, deja caer su cascarita, y los regocijados titulares periodísticos y de sus voceros.
Esos son los cantos de sirena. Aquellos que adormecen la conciencia nacional y hacen surgir la falsa y fatal esperanza de que todo está perdido, de que para este pueblo no habrá un nuevo amanecer, un mañana mejor.