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La concentración de la riqueza de un país en manos de unos pocos de sus ciudadanos empaña los principios fundamentales de la democracia e impone poderosos obstáculos para alcanzar una razonable igualdad entre los hombres. No ha habido manera de evitar que los privilegiados de la fortuna usen los cuantiosos recursos económicos de que disponen para financiar a dirigentes de agrupaciones políticas que estén de acuerdo con ellos, o disuadir a aquellos que discrepen para que asuman una conducta diferente. Cincuenta y cinco años después del derrocamiento de la dictadura trujillista, todavía el país enfrenta al desafío de alcanzar una democracia que reúna los requisitos que le son propios y el de alcanzar resultados económicos que la favorezcan, dejando atrás las escandalosas desigualdades constituidas en obstáculos para lograrlo. Para entender la conformación del mundo en que vivimos no se debe pasar por alto la existencia de las grandes corporaciones internacionales, las mismas que internacionalizan la producción de los productos y tienen el mundo como una especie de mercado.
Hoy día, por ejemplo, una parte de un reloj de marca X se produce en Corea, (entiéndase en Corea del Sur); otra, en Suiza, hasta terminar ensamblándolo en Honduras. Así con muchos otros productos industriales. La mayor parte de los beneficios de las grandes empresas transnacionales no se obtienen en el lugar de origen. Los mayores opositores al establecimiento de empresas transnacionales son los movimientos obreros donde se encuentran las casas matrices de esas grandes corporaciones. ¿Por qué? Porque los empleos emigran desde allí hacia aquellos países a dónde esas empresas se trasladan en busca de manos de obra más barata y el no pago o el pago reducido de impuestos. Muchos de los favorecidos del patio celebran esas acciones y nos inducen a convertirnos en ofertantes de manos de obra descalificada y barata.
¡Es ese el llamado nuevo orden mundial y es así como está el mundo! En enero del 2006 entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio entre los Estados Unidos, la República Dominicana y los países centroamericanos (DR-CAFTA) ¿Cuáles beneficios obtuvimos o dejamos de obtener con la firma de un tratado de libre comercio con una nación tan poderosa como los Estados Unidos? Querámoslo o no, dentro de este nuevo orden mundial, transcurre un proceso de mundialización que abarca la producción, la comercialización y las finanzas. Dicho proceso favorece a unos países y perjudicará a otros.
Más claro: hay países globalizadores (beneficiados) y países globalizados (perjudicados) ¿Qué debemos hacer los dominicanos para beneficiarnos de la globalización y de la firma de tratados de libre comercio? En el terreno político, fortalecer nuestra incipiente democracia y desarrollar nuestras instituciones; y en lo económico, ante todo, evitar desempeñar el rol de proveedor de mano de obra descalificada y barata, y manifestarnos dispuestos a hacerlo con fuerza de trabajo de alta calificación, para lo cual necesitamos elevar la calidad de nuestro sistema de instrucción pública, desde los niveles iniciales hasta los técnicos y superiores. Sabemos que, frente a la realidad de la existencia de países poseedores de la tecnología y del dominio de los mercados, esto que proponemos parecería difícil de alcanzar; pero, aun así, vale la pena intentarlo. Debemos procurar que de nuestras universidades e institutos tecnológicos egresen los recursos humanos calificados que requiere el mercado local y que demanda el mercado internacional.