Desde la mirada pragmática y moderna de la gestión del talento humano, se entiende que uno de los requisitos básicos para llevar a cabo de manera exitosa cualquier tarea directiva, ejecutiva o gerencial en una mediana o grande compañía, empresa o institución, es poseer competencia para poner en práctica el buen trato en las relaciones con los demás.
Se ha evidenciado que en las empresas e instituciones donde se fomenta la cultura del buen trato, el clima laboral es más sano, productivo, competitivo y colaborativo. En fin, en un ambiente caracterizado por el buen trato, las relaciones humanas son más fluidas y confiables.
La implementación de la cultura del buen trato como estrategia sistémica en las organizaciones, sin importar su tamaño y naturaleza, permite que su personal directivo, ejecutivo, gerencial y de apoyo ponga siempre en primer plano al ser humano. Cuando todos en una organización se empoderan del buen trato, la motivación, la creatividad, el compromiso y la participación sana, se convierten en estímulos que sustentan y proyectan una imagen pública positiva. El buen trato es un medio efectivo para disminuir la rotación de personal y lograr la meta de tener clientes para siempre.
La práctica sincera y efectiva del buen trato, no es un atributo que caracteriza a los directivos, gerentes y ejecutivos arrogantes, soberbios, excluyentes y huérfanos de carácter.
En cambio, los que practican el buen trato con los demás, sin importar su estatus social, creencia e ideología, son humildes, solidarios y con alta vocación de servicio. El buen trato es una forma de vida que acerca y armoniza las relaciones humanas en los entornos sociales, laborales, comerciales y familiares.
Las empresas e instituciones son más felices, productivas y competitivas cuando todos sus colaboradores asumen el buen trato como parte de sus ejes o valores estratégicos.