Cuando salieron todo el mundo salió a ver. Esperados, ellos agitan las masas de una forma mágica. Todos quieren saber quién llega, quién se va, quién permanece… nada como un decreto para movilizar la euforia colectiva: para bien o para mal nunca pasa desapercibido.
Los de este último lunes pasaron menos que ninguno. Hubo cosas, para muchos, incomprensibles. Por ejemplo, chocó que sigamos con la vieja práctica de colocar gente en puestos que distan mucho de sus profesiones o especializaciones, tal como sucede con el nuevo canciller, Andrés Navarro, un reconocido técnico municipalista. ¿Apuesta el presidente Danilo Medina a repetir la fórmula de Obras Públicas que, según parece, le ha salido de lo más bien con el ministro Gonzalo Castillo?
Dejando ese caso a un lado, así como el de nuestro amigo y colega Rafael Ovalles que es ahora director del Infotep, ha llamado poderosamente la atención el nombramiento de Andrés Boció Fortuna como “ministro consejero encargado consular en Belladere, Haití”, quien fue cancelado en el 2007 por operar dos consulados clandestinos en los que se emitían visas dominicanas sin la autorización de la Cancillería. También se le acusó de estafar inmigrantes con promesas de viajar a España.
Aunque fue investigado por las autoridades, Boció Fortuna no fue acusado formalmente. Tampoco se procesó cuando fue detenido transportando a quince haitianos ilegales en mayo de este año. Hay quienes dicen que su salvoconducto es ser miembro del Comité Central del PLD. Otros aseguran que todo ha sido una treta en su contra. ¿Quién miente?