Mas de uno se habrá dado cuenta ya de que en el Bloque Opositor se comportan como si les hubiera ido peor de lo que les fue en el baile de máscaras donde se escogieron los nuevos miembros de la Junta Central Electoral (JCE), pues ante el hecho cumplido y consumado el reparto siguen desgañitándose denunciando el método de escogencia, que califican de antidemocrático, y sobre todo acusando al presidente Danilo Medina de imponer unilateralmente una JCE a su gusto y medida. Pero si lo piensan bien se darán cuenta de que no tienen de otra que aferrarse a su discurso de exigir consenso para la integración del organismo electoral, aunque los cínicos opinen que pierden su tiempo en una democracia cuyas instituciones han sido puestas al servicio de los intereses del Partido de la Liberación Dominicana y su dirigencia. Lo que ese bloque opositor, obligado a mantenerse exigiendo lo imposible, no va a reconocer nunca lo ha hecho con un sentido práctico casi brutal monseñor Agripino Núñez Collado, quien declaró que a pesar de que hay cuestionamientos sobre la escogencia de algunos de los miembros de la JCE mas del 60% goza de aceptación. Y citó, a continuación, al doctor Julio César Castaños Guzmán, quien la presidirá, y a los miembros titulares Carmen Imbert Brugal y Roberto Saladín. En ese 60%, según nuestro mediador por excelencia, deberá depositar la oposición su confianza (y yo diría que también su fe) de que en el 2020 habrá árbitros imparciales para garantizar elecciones creíbles y transparentes, pero es tanto lo que falta de aquí hasta allá, y tan frágil el equilibrio que hace posible ese porcentaje, que no tengo ningún reparo en decir que monseñor está pidiendo demasiado.