“Conocí a Octavio Paz. Fue el 11 de marzo de 1976, en el Panteón Jardín, cuando un grupo de amigos despedíamos al gran ensayista Daniel Cosío Villegas. Me acerqué a él para proponerle la publicación en su revista Plural de un ensayo mío sobre el ilustre liberal recién desaparecido. Días después, mi nombre apareció junto al suyo, pero nunca sospeché que ese vínculo sería permanente.” Enrique Krauze, El poeta y la Revolución.
Vuelta significó en el campo del pensamiento mexicano y universal un espacio de discusión y reflexión de los grandes problemas del ser humano en los últimos tiempos. Vuelta se convirtió, en su momento, en un lugar privilegiado -para unos cuantos- de discusión sobre los nudos de la historia. En ella, se dieron cita algunos de los más connotados pensadores de las diversas disciplinas científicas de México y el mundo. Por sus páginas desfilaron testigos notables de los grandes acontecimientos del siglo XX, hombres que dejaron huella para seguir su desenvolvimiento en el siglo XXI. Octavio Paz y sus colaboradores lograron conjuntar una sinfonía de voces para intentar desentrañar los enigmas y destino de la historia. Sus voces y sus escritos ayudaron a explicar una parte de la realidad nacional e internacional…Tomás Bernal Alanis, La revista Vuelta: Una mirada de nuestro tiempo.
La revista Vuelta fue fundada en 1976 por Octavio Paz, quien se hizo acompañar de un prominente grupo de intelectuales latinoamericanos y del mundo, para lanzar al mundo de forma periódica el sentir y el pensar de un grupo de pensadores que abogaban por un mundo diferente del que el azar los había colocado como testigos.
El nombre de la nueva revista, Vuelta, fue tomado del libro de poemas escritos por Octavio Paz entre 1969 y 1974. Según se afirma, ese nombre tan sugerente, Vuelta, fue elegido porque significaba el regreso del intelectual mexicano a su país, después de haber servido al servicio exterior mexicano por más de ocho años, pero que dimitió como embajador en la India, cuando se produjo La Matanza de Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968.
Vuelta, la revista, se convirtió en un verdadero símbolo de la intelectualidad internacional. Amada por muchos. Odiada por otros tantos. Los artículos que publicaba provocaban polémica, pues, como era Paz, la crítica fue siempre su signo. Tan importante fue la publicación que en 1993 fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Pero al morir Paz en 1998, la revista dejó de editarse. Gracias a la magia de la cibernética, se pueden localizar muchos de sus ejemplares.
Uno de los grandes colaboradores de Octavio Paz en el proyecto de la revista fue sin duda alguna el escritor, historiador e ingeniero Enrique Krauze, autor de importantes libros, como por ejemplo: Siglo de caudillos, Biografía del poder, La presidencia imperial, La presencia del pasado y Redentores.
Krauze ingresó a la revista Vuelta en 1977 invitado por Octavio Paz, y desde entonces se hicieron inseparables. La relación terminó con la muerte del mexicano universal, 22 años después de haber estado juntos trabajando mano a mano, primero como secretario de redacción y luego de subdirector. En este año publicó la obra “Octavio Paz. El poeta y la revolución (2014)”, en el que no solo narra su vida al lado del premio Nobel de Literatura, sino que analiza su obra y su pensamiento. Ahí tengo un nuevo elemento en mi larga lista de pendientes.
Según las crónicas, el motivo profundo que lo animó a escribir esta obra fue su deseo de conocer mejor a Octavio Paz, sin juzgarlo, sin explicarlo, sino para volver a conocer el trayecto de su rica vida intelectual a fin de marcar lo que él denomina como “las estaciones de su vida”. En una entrevista publicada el 2 de abril de este año 2014 por el Excelsior, en una sección denominada Excelsior Especiales, afirmaba en su entrevista que el libro Octavio Paz. El poeta y la revolución (2014) fue un verdadero desahogo y el pago de una gran deuda intelectual y moral:
“Una deuda con él y una deuda conmigo; una deuda que no saldo, porque tengo una gratitud permanente con la vida y con Octavio. Es un acto de comprensión y de afecto no exento de crítica. Simplemente es un libro que busca comprender mejor a ese gran mexicano.
Fue un gran poeta del amor, pero también fue un gran poeta en prosa que amó mucho a su país. Y lo exasperaba su país, lo decepcionaba. Y a veces lo deslumbraba y no pocas lo hacía feliz. Esa relación entrañable con México fue el origen de El laberinto de la soledad.
Cuidadosamente, leer y releer las cartas disponibles. Imaginarme, cosa imposible, en sus zapatos. Pensar lo que él pensaba, resentir lo que vivió, volver a sentir lo que él sentía. Es un acto de imaginación intelectual. Pero sobre todo conocerlo a él, conocerlo mejor. Un intento y una necesidad de conocer al hombre que encontré cuando tenía 62 años y de poder explicarme qué lo movió y qué lo conmovió durante esos 22 años que convivimos.
En la entrevista Krauze se refiere a las críticas duras que recibió Octavio Paz porque en la revista aparecieron duras críticas al socialismo real, recordemos el famoso ensayo “El Ogro Filantrópico”. La izquierda latinoamericana no le perdonó la afrenta y el atrevimiento. Lo criticó y lo condenó; tan grande fue la condena, que hasta le llegaron a negar su estatura intelectual:
Y cuando Octavio vio la aurora de la Revolución rusa, que hemos querido representar en la portada del libro, se deslumbró de esa promesa, de esa ideología, y siguió apegado a ella por muchos años. Hasta que poco a poco, como quien sale de un deslumbramiento que dura mucho tiempo, empieza a ver ya no el inmenso sol, sino las siluetas y los detalles.
Y lo que encontró finalmente, como él mismo dijo, es una pila sangrienta. Es decir, la Revolución rusa, con toda su generosa utopía, terminó petrificada en un régimen represivo, criminal, que condenó a muerte a millones de sus propios compatriotas. Se tenía que tener mucha valentía para ver de frente tus sueños de juventud hechos añicos.
Por eso la izquierda mexicana lo linchó, lo condenó a la hoguera. Eso fue injusto y tonto, porque Octavio jamás fue un hombre de derecha, jamás fue un partidario ni de la Iglesia ni de los grandes capitales. Fue un crítico de la economía de mercado, de Estados Unidos, un crítico de los regímenes militares. Vuelta no circulaba ni en Argentina, ni en Chile.
Fue una necedad de la izquierda negarse a dialogar con Paz. Una necedad y un error. Octavio perdió con esa falta de interlocución, pero la que más perdió fue la tradición de la izquierda mexicana, que se hubiera beneficiado mucho de un diálogo franco. Hubo polémicas, pero fue más cosa de esgrima.
Como buen escritor, como todo aquel que ama el conocimiento, Octavio Paz, asegura Enrique Krauze, estaba marcado por la soledad, pues era “un solitario metido en los libros del abuelo, en los poemas que le leía la tía, toda su vida es la búsqueda de una salida del laberinto de su soledad, yo creo que El laberinto de la soledad es un libro autobiográfico, muchas novelas y poemas, ensayos, lo son, pero en este hay muchísimos elementos cifrados autobiográficos, no los revelo, porque quiero que el público lo lea”.
La revista Vuelta tuvo vigencia por 22 años, una larga historia para una publicación periódica que se dedicaba a la crítica política, social y filosófica. Vuelta marcó su tiempo. Fue un reflejo de su época y de las grandes preocupaciones que atormentaban a los intelectuales que abogaban por un mundo distinto y sobre todo mejor.