La familia es el núcleo central de la sociedad, nos enseñaban en las aulas de primaria. La afirmación es entendible. En la familia se forman los hombres y mujeres que conforman la sociedad, por ende en ella debemos encontrar los valores y principios que serán marco de nuestro accionar en la colectividad social.
A veces se puede obviar esto y optar más bien por ser críticos y exigentes con el, Estado debido a que éste es el que debe suplir las deficiencias de sus ciudadanos y garantizarle a todos una vida digna.
No obstante, no debemos olvidar el rol que le corresponde jugar a la familia. La responsabilidad es divida entre el Estado y el núcleo central que es la familia.
La mejor definición sobre este compromiso lo hace el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, en un mensaje que dio el pasado 15 de mayo cuando se celebraba el Día Internacional de la Familia.
En ese entonces el funcionario de la ONU dijo que: «El desarrollo social y económico equitativo depende de que haya marcos jurídicos equitativos y normas sociales que respalden los derechos de las mujeres y los niños. Las leyes y prácticas discriminatorias que no reconocen los mismos derechos a todos y que impiden el ejercicio de los derechos de las mujeres y los niños no tienen cabida en las familias, las comunidades, las sociedades y las naciones contemporáneas¨
A esto agregó que si las familias no funcionan y no proporcionan el amor, la formación y las entregas de esfuerzos para formar individuos de bien, entonces las políticas y acciones del Estado, como de los organismos de apoyo sociales, se desaprovecharán.
Y es que las acciones tienen que ir a la fuente de los males en donde los individuos van tomando los patrones de conducta y desarrollan el hombre o mujer que tendremos, y esto es la familia.
Es importante entonces advertir el hecho que nuestras familias son matriarcales. Que la deficiencias educativas, económicas y sociales sirven como factores y caldo de cultivo para las familias disfuncionales, que en la mayoría de los casos es la excusa que tenemos que superar y prestar atención exigiendo al Estado y promoviendo desde nuestros hogares régimen de consecuencias.
Por eso la preocupación y mi llamado a que enfrentemos los embarazos en adolescentes. También es necesario promover la maternidad y paternidad responsable, aquellas que van más allá de los compromisos económicos y que entienden que la inversión del tiempo de calidad, amor y entrega contribuirán a la formación de un sujeto productivo, sano y de bien para la sociedad.