Es inevitable, al analizar la severa escasez de agua y factores que la agravan, destacar los antecedentes de malas prácticas sufridas por recursos forestales del país durante, decenios situando en un primer plano las más recientes que han sometido a devastación a Valle Nuevo y Los Haitises, zonas que debieron ser libradas, como piedras angulares de la producción de agua, de explotaciones agrícolas, en el caso de la Cordillera Central, y de incursión de los agricultores nómadas del conuquismo sobre los mogotes del noreste. Las políticas de protección experimentaron retrocesos en ambos casos.
Pocos meses antes, el acreditado grupo conservacionista Jaragua advertía, tras un análisis de la realidad, que el agua y capacidad de cultivo desaparecerían si continuaba la siembra de aguacate, papa y cebolla en el parque de Sierra Baoruco, además de que la quema de carbón para abastecer a Haití es un problema pendiente de solución en los entornos. La extracción severa de materiales de construcción sobre zonas estratégicas provocó hace poco la peor avería en la línea matriz al acueducto de Santo Domingo, quedando en evidencia que las autoridades no tenían control sobre las arrasadas a la corteza rocosa que tienen lugar cerca de la ciudad. Contaminaciones y daños a riberas auguran la muerte del río Yaque del Norte y similar impacto reciben los ríos Isabela, Ozama, Haina e Isa-Mana.
Unos logros a preservar
Como receptora de buques cruceros, República Dominicana vive gran momento. Sus costas de encanto tropical ofertan oportunidades de disfrute por el Caribe y el Atlántico facilitadas por instalaciones de primer nivel en Puerto Plata y La Romana. Otros puntos paradisíacos merecen primacías y auge con esa navegación. Las condiciones acogedoras de litorales deben preservarse eliminando cada riesgo que todavía aparezca en la llamada Novia del Atlántico, tan atractiva que recientemente unos visitantes echaron de lado una insólita humareda para llegar a ella. Años atrás, un basural costero sobre la desembocadura del río Ozama, dio mala señal a touroperadores y a los viajeros que arribaban al puerto de Santo Domingo. Es un género delicado del turismo. Las terminales y entornos de destinos son gallinas de huevos de oro con tendencia a volar.