Monseñor Víctor Masalles, obispo de Baní, no ha dicho nada que no haya sido dicho y repetido hasta el cansancio desde que el país fue sorprendido con la decisión del presidente Danilo Medina de nombrar una comisión de personalidades para investigar la adjudicación de las plantas a carbón de Punta Catalina a Odebrecht, pero por venir de quien vienen sus críticas a los comisionados tienen un enorme peso específico imposible de ignorar. Con un agravante: Masalles no tiene pelos en la lengua, razón por la cual mucha gente lo compara con el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez y su verbo flamígero. Por eso, y para que se entiendan mejor, y en su contexto correcto, estos comentarios, dejemos que el obispo de Baní lo diga con sus propias palabras: “Un comisión a la medida no puede tener la autoridad moral para poder encaminar y juzgar moralmente el proyecto; es probable que no todos, pero una buena parte de ellos no son las personas indicadas para poder estar en la comisión en la que pueda determinarse la verdad de la corrupción al respecto”. Y cuando los periodistas le recordaron, creyendo que se trataba de un lapsus, que monseñor Agripino Núñez Collado es parte de esa comisión, respondió sin vacilar: “Muchos saben la conexión que tiene con personas…; yo creo que aunque sea sacerdote, cuando está interactuando con relacionados no es bueno que esté ahí. Yo encuentro que debería revisarse mejor toda la comisión”. Repito: el obispo de Baní, como puede comprobar cualquiera que haya seguido de cerca la evolución del escándalo de los sobornos pagados por la constructora brasileña, no dijo nada que no se haya dicho y repetido mil veces en medios de comunicación y redes sociales. Pero sus palabras tienen un peso distinto, de lo que ojalá hayan tomado nota los aludidos, pues los ayudará a entender mejor porqué les resultará tan difícil cumplir satisfactoriamente con su cometido.