Papa Francisco iglesia en salida, ¿De dónde y hacia dónde?

Papa Francisco iglesia en salida, ¿De dónde y hacia dónde?

Celebrando todavía la extraordinaria encíclica sobre «el cuidado de la Casa Común», volvemos a reflexionar sobre una perspectiva importante del Papa Francisco, un verdadero logotipo de su comprensión de la Iglesia como “una Iglesia en salida”. Esta expresión encierra una velada crítica al modelo anterior de Iglesia que era una Iglesia “sin salida” debido a los diversos escándalos de orden moral y financiero, que forzaron a renunciar al Papa Benedicto XVI, una Iglesia que había perdido su mejor capital: la moralidad y la credibilidad de los cristianos y del mundo secular.

Pero el logotipo “Iglesia en salida” posee un significado más profundo, hecho posible porque viene de un Papa fuera de los cuadros institucionales de la vieja y cansada cristiandad europea. Esta había encerrado a la Iglesia dentro de una comprensión que la volvía prácticamente inaceptable para los modernos, rehén de tradiciones fosilizadas y con un mensaje que no mordía los problemas de los cristianos y del mundo actual. La “Iglesia en salida” quiere marcar una ruptura con aquel estado de cosas. Esta palabra “ruptura” irrita a los representantes del stablishment eclesiástico, pero no por eso deja de ser verdadera. Y entonces surge la pregunta: “salida” de dónde y hacia dónde? Veamos algunos pasos:

-Salida de una Iglesia-fortaleza que protegía a los fieles de las libertades modernas hacia una Iglesia-hospital de campaña que atiende a toda persona que la busca, sin importar su estado moral o ideológico.

-Salida de una Iglesia-institución absolutista, centrada en sí misma hacia una Iglesia-movimiento, abierta al diálogo universal, con otras iglesias, religiones e ideologías.

-Salida de una Iglesia-jerarquía, creadora de desigualdades hacia una Iglesia-pueblo de Dios, que hace de todos hermanos y hermanas: una inmensa comunidad fraternal.

-Salida de una Iglesia-autoridad eclesiástica, distanciada de los fieles o incluso de espaldas a ellos, hacia una Iglesia-pastor que anda en medio del pueblo, con olor a oveja y misericordiosa.

-Salida de una Iglesia-Papa de todos los cristianos y obispos que gobierna con el rígido derecho canónico hacia una Iglesia-obispo de Roma, que preside en la caridad y solo a partir de ella se hace papa de la Iglesia universal.

-Salida de una Iglesia-maestra de doctrinas y normas hacia una Iglesia-de prácticas sorprendentes y de encuentro afectuoso con las personas más allá de su pertenencia religiosa, moral o ideológica. Las periferias existenciales ganan centralidad.

-Salida de una Iglesia-de poder sagrado, de pompa y circunstancia, de palacios pontificios y titulaciones de nobleza renacentista hacia una Iglesia-pobre y para los pobres, despojada de símbolos de honor, servidora y portavoz profética contra el sistema de acumulación de dinero, el ídolo que produce sufrimiento y miseria y mata a las personas.

-Salida de la Iglesia-que habla de los pobres hacia una Iglesia-que va a los pobres, conversa con ellos, los abraza y los defiende.

-Salida de una Iglesia-equidistante de los sistemas políticos y económicos hacia una Iglesia-que toma partido a favor de las víctimas y que llama por su nombre a los causantes de las injusticias e invita a Roma a representantes de los movimientos sociales mundiales para discutir con ellos cómo buscar alternativas.

-Salida de una Iglesia-automagnificadora y acrítica hacia una Iglesia-de verdad sobre sí misma y contra cardenales, obispos y teólogos celosos de su estatus pero con cara de “vinagre o de viernes santo”, “tristes como si fuesen a su propio entierro”, una Iglesia, en fin, hecha de personas humanas.

-Salida de una Iglesia-del orden y del rigorismo hacia una Iglesia-de la revolución de la ternura, de la misericordia y del cuidado.

-Salida de una Iglesia-de devotos, como esos que aparecen en los programas televisivos, con curas artistas del mercado religioso, hacia una Iglesia-compromiso con la justicia social y con la liberación de los oprimidos.

-Salida de una Iglesia-obediencia y de la reverencia hacia una Iglesia-alegría del evangelio y de esperanza todavía para este mundo.

-Salida de una Iglesia-sin el mundo que permitió que surgiese un mundo sin Iglesia hacia una Iglesia-mundo, sensible al problema de la ecología y del futuro de la Casa Común, la madre Tierra.

Estas y otras salidas muestran que la Iglesia no se reduce solamente a una misión religiosa, acantonada en una parte privada de la realidad. Ella posee además una misión político-social en el mejor sentido de la palabra, como fuente de inspiración para las trasformaciones necesarias que rescaten a la humanidad para una civilización del amor y de la compasión, que sea menos individualista, materialista, cínica y desprovista de solidaridad.

Esta Iglesia-en-salida ha devuelto alegría y esperanza a los cristianos y reconquistado el sentimiento de ser un hogar espiritual. Por su sencillez, despojamiento y acogida con amor y ternura se ha granjeado la estima de muchas personas de otras confesiones, de simples ciudadanos del mundo e incluso de jefes de Estado que admiran la figura y las prácticas sorprendentes del Papa Francisco en favor de la paz, del diálogo entre los pueblos, de la renuncia a toda violencia y a la guerra.

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