Efe. Reportajes. Los alimentos transgénicos, modificados genéticamente, se han convertido en centro de atención, no sólo por parte de los científicos, sino también de los consumidores que, alertados por organizaciones ecologistas, se muestran reacios a consumirlos. El debate se centra en los posibles riesgos que tienen para la salud humana y para el medio ambiente.
La práctica de la mejora genética en las plantas y animales se realiza desde que el mundo es mundo. La dieta de los seres humanos se ha ido enriqueciendo con la selección natural de las mejores cosechas o animales, aumentando de este modo la productividad.
La selección de los animales más fuertes y resistentes a las enfermedades, o la fermentación en los yogures o el pan, que son ejemplos de alimentos modificados de forma natural, son técnicas que el hombre ha empleado desde los albores de la humanidad y, sin saberlo, estaban aplicando la biotecnología. De esta manera, los seres humanos han luchado por la supervivencia de la especie ante las dificultades que se le presentaban.
Ahora se abre una nueva polémica: el empleo de la ingeniería genética en los alimentos. Un debate con diferentes frentes de batalla: empresas, científicos e interesados por conservar, sobre todo, el medio ambiente.
Pero, ¿qué es un alimento transgénico u organismos genéticamente modificados (OGM)?. Son productos que se crean a partir de la aplicación de la biotecnología. Son el resultado de la transferencia de genes de un organismo con un rasgo determinado a otro, de forma que se crean organismos inexistentes en la naturaleza.
Mientras, los científicos siguen hallando nuevos métodos de inserción de genes de características específicas en el ADN de animales y plantas.
¿Riesgos para la salud?
Aunque una parte de los científicos se muestra contraria a los OGM, existe un sector que mantiene que hay que aprovechar los grandes avances tecnológicos para aumentar la calidad de vida y la esperanza al nacer.
Los más contrarios a los transgénicos apuntan a la atrofia de la cadena humana, alergias e incluso a elementos cancerígenos. Pero la comunidad científica está en un 90% con estos alimentos y entre sus ventajas, señalan, está la reducción de productos fitosanitarios.
Sin embargo, los consumidores se muestran recelosos ante la posibilidad de comprar estos productos genéticamente modificados. Especialmente porque es el hombre el que interviene directamente en el proceso al transmitir genes a las plantas en un laboratorio.
Pero, se sabe por experiencia, que en el uso de productos como el microondas o el móvil, que fueron fuertemente atacados por sectores de científicos y ecologistas, y que consiguieron, en principio, que existiera una gran resistencia para adquirirlos, en la actualidad son completamente aceptados. ¿Pasará lo mismo con estos alimentos?.
Con el tiempo quizás se supere el listón comercial del etiquetado y se levantarán prohibiciones. Países como Estados Unidos, China, Egipto, Sudáfrica, La India… ya aceptan los transgénicos.
A FAVOR Y EN CONTRA
Como todo, esta técnica tiene sus pros y contras como los que se muestran a favor y en contra de la aplicación ingeniería genética en los alimentos.
Entre los detractores de los OGM se encuentran las asociaciones ecologistas como Greenpeace, que muestran su rechazo bajo el lema Experimento Transgénico. No lo compres. ¿Motivos?: Son un peligro grave real y demostrado para la salud global del planeta porque potencian una agricultura tóxica e insostenible y la pérdida de la seguridad alimentaría.
Los que se muestran a favor de esta tecnología aducen que la biotecnología es un avance que mejora el rendimiento de los cultivos y minimiza el uso de plaguicidas y fertilizantes, por lo que sería más beneficioso para el medio ambiente, y contribuye a aliviar el problema del hambre en los países más desfavorecidos.
Los científicos aseguran que un alimento transgénico es igual en su base genética que uno tradicional, y que la diferencia está en el gen introducido.
De esta manera, los consumidores contarán con alimentos más nutritivos y los agricultores de países subdesarrollados con productos más resistentes y productivos.
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Autorización y etiquetado
La empresa productora del tomate McGregor, el primer alimento transgénico que se comercializó, tuvo que pasar estrictos controles hasta que a los cuatro años le dieron el permiso para lanzar el producto al mercado. Al día de hoy, en los países en que se producen estas semillas, los alimentos transgénicos pasan por numerosos controles de todo tipo antes de llegar a los hogares de los consumidores.
DESTACADOS
La selección de los animales más fuertes y resistentes a las enfermedades, o la fermentación en los yogures o el pan, que son ejemplos de alimentos modificados de forma natural, son técnicas que el hombre ha empleado desde los albores de la humanidad y, sin siquiera saberlo, estaban aplicando la biotecnología.
Aunque una parte de los científicos se muestra contraria a los organismos genéticamente modificados (OGM), existe un sector que mantiene que hay que aprovechar los grandes avances tecnológicos para aumentar la calidad de vida y la esperanza al nacer.
Los que se muestran a favor de esta tecnología aducen que la biotecnología es un avance que mejora el rendimiento de los cultivos y minimiza el uso de plaguicidas y fertilizantes, por lo que sería más beneficioso para el medio ambiente, y contribuye a aliviar el problema del hambre en los países más desfavorecidos.
Hay multitud de OGM gracias a la ingeniería genética, aunque existen 67 autorizados. Entre los más comunes se encuentra el maíz resistente a los insectos, los tomates capaces de crecer en suelo salinizado, una soja que resiste un herbicida, frambuesas que soportan sequías y heladas, patatas con menor capacidad de absorción del aceite de la fritura, y arroz dorado, un cereal transgénico capaz de producir la provitamina A.
Otros productos como berenjenas, cacahuetes, guisantes y kiwis se encuentran pendientes de autorización, mientras se están estudiando plantaciones de arroz.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha manifestado que los alimentos transgénicos disponibles son inocuos para la salud, pero ha revelado que pueden afectar al medio ambiente mediante la contaminación de cultivos convencionales.
Mientras, la ONU dice que los organismos genéticamente modificados pueden minimizar los efectos del hambre y la desnutrición en los países menos desarrollados.
Entre los países también hay partidarios y detractores de los OGM. EEUU se muestra a favor de la comercialización de los productos transgénicos, y en Inglaterra también. Países como Francia, Austria, Luxemburgo o Dinamarca son contrarios a su producción.