¿Puedo cambiar a mejor?

¿Puedo cambiar a mejor?

Hace unos días estuve involucrado, nuevamente, en las redes “sociales” en una campaña por cambiar algo que un político decide hacer y no estoy de acuerdo. “Para qué te estresas, siempre es lo mismo, por más que pelees nada cambiará” es una de las recomendaciones de algunos contactos.
El padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, a principios del siglo pasado ocupó parte de su tiempo en encontrar las razones de lo que bautizaron como disociación cognitiva. Luego, León Festinger, a mediados de siglo, hizo experimentos interesantes que reforzaron la teoría.
Para explicar el comportamiento humano les comento como ejemplo un experimento que se hizo con monos capuchinos hace muy pocos años. A algunos monos les daban un bocadillo de un color, a otros de otro, solo cambiaba el color. Luego invirtieron los colores. El siguiente paso fue dejarlos elegir entre los dos manjares. La reacción de todos fue que prefirieron la primera opción que recibían… a pesar de tener el mismo sabor.
Ya sé que una “golondrina no hace verano”, pero también sé que “tanto da la gota en el suelo que hace un agujero”. Dejar las cosas como están es el peor de los caminos a elegir, porque la probabilidad de que mejore es ínfima y la de que empeore es enorme.
Cuando le dejamos a un niño hacer lo que quiere, él no hará solo lo que hace siempre, sino que buscará extender su frontera y el peligro aumentará.
Lo mismo pasa con la corrupción, con los delincuentes o con los ciudadanos que no respetan las leyes ni las reglas morales.
Dejar que los cambios los generen los demás es una mentalidad de víctima, una posición muy confortable, porque ‘pase lo que pase, no soy el culpable’. Lo único horrible de esa posición es que luego mi queja no tiene valor, porque no hice nada para que no fuera como no quiero que sea.
Las revoluciones no las inicia la mayoría, sino un puñado de emprendedores audaces que deciden despertar a los valientes necesarios para lograr lo mejor para la colectividad.
Como trabajo en mi libro “Mi binomio”, si algo me molesta soy quien tiene que luchar para cambiarlo y no quedarme sentado pensando que podría estar peor.
Lo que tengo puede ser suficiente, pero nunca será tanto como lo que puedo lograr. ¿Se atreves en la próxima hora a intentar cambiar algo que puede mejorar?

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