“Flores y Espinas” es un título definitivamente bello, catártico y rizomático. Título preciso y hasta jubiloso como el mismo estallido vital de la policromía que predomina y se torna sensiblemente reactiva en los paisajes, bodegones y retratos que componen una parte considerable de la producción pictórica reciente del destacado artista dominicano Roque Gómez. Título revelador. Cargado de signos e imágenes que traslucen y nutren una serie de cartografías existenciales y creativas ciertamente fascinantes.
Roque Gómez es uno de los pintores dominicanos contemporáneos que ha sabido forjar su expresión a base de un trabajo persistente que le ha permitido materializar una propuesta pictórica abiertamente representativa, caracterizada a grandes rasgos por su apego al canon académico renacentista y neoclásico, por su gran equilibrio estilístico y por el aire definitivamente renovador que este destacado artista dominicano impregna a los grandes géneros pictóricos tradicionales.
En efecto, su producción pictórica de los últimos años resiste por su gran dominio de las técnicas del óleo, la acrílica y el dibujo, así como por una fusión sumamente efectiva de impresionismo, expresionismo y cubismo, tanto en sus paisajes como en sus bodegones y floreros de rotundo espíritu idealista. De manera que, sin ánimo de exagerar, se podría decir que sus pinturas son verdaderas “naturalezas vivas”, impregnadas de ideas, ilusiones, sentimientos, reflexiones y estados de ánimo sumamente personales que ante la mirada del espectador adquieren su plenitud metafórica como hallazgos estéticos excepcionales.
A raíz de su muestra titulada “En la fiesta de Derain, Carra, Pisis y Vlamink”, Casa de Italia (2011), Arnulfo Soto advertía precisamente que dicha muestra se constituía en toda una “fiesta de buen gusto, cromática eclosión de grises, pardos y primarios. Gómez se pasea con una personalidad extraordinaria por los predios de Derain y Carrá y nos ofrece paisajes enraizados con una acertada composición y una gama cromática que anuncia y propone el excelente pintor y fino artista”…
Desde luego, como artista comprometido éticamente con la reflexión sobre el tiempo y contexto histórico que le ha tocado vivir, Roque Gómez, además de sus tradicionales temas, enfoca con profunda sensibilidad aspectos y sentimientos esenciales de la vida y la existencia como la belleza, el amor, la angustia, el dolor y el absurdo.
Y es que las pinturas de Roque Gómez operan como imágenes simultáneamente reveladoras y encubridoras, tanto sus paisajes de temas rurales, urbanos y populares como sus composiciones, retratos y autorretratos. Imágenes, signos y matices de la eternidad y de lo efímero. Destellos enigmáticos de las sombras y de las circunstancias cotidianas: cifras simbólicas del mito inextinguible que, en el caso productivo de Roque Gómez, se consuma paradigmáticamente en la indeleble relación entre experiencia vital y práctica creadora.
En efecto, en obras como las tituladas “Flores y canasta de frutas”, “Lo que queda del día”, “El recodo”, “El Palo”, “Flores, canasta de frutas y botella”, “El recodo y la tarde” y “Bodegón con botellas y flores”, casi parafraseando a Y. Kawabata, Roque Gómez nos habla de “lo bello y lo triste”, de las maravillosas contradicciones entre lo bello y lo real; entre el amor y el dolor, resaltando, en cada una de estas composiciones, una madurez estilística que, en primera instancia, tiene que ver con su pleno dominio del dibujo, la forma, el espacio, el ritmo y el color.
En una paisajística personal que oscila entre el idilio y la ironía, así como en sus rigurosos bodegones y floreros de espíritu idealista, Roque Gómez obtiene una efectiva fusión de cubismo, impresionismo y expresionismo que atrae la mirada de los coleccionistas, críticos y amantes del arte dominicano por la riqueza y vitalidad de su policromía, así como por la intensa luminosidad de sus transparencias. Ante sus paisajes, bodegones y retratos, confrontamos una “cascada” de signos e imágenes que traslucen y nutren una serie de itinerarios existenciales y creativos definitivamente fascinantes.
Itinerarios íntimos. Encuentros y desencuentros in-temporales, materializados como cifras estéticas, tan paradójicamente atractivas y excitantes como deliciosamente sombrías y melancólicas. Hallazgos renovadores de la creatividad, la pasión, el amor y el desamor en perpetua reiteración. Itinerarios procesuales de la incitación y la respuesta: motivación y disposición que se constituyen en dos elementos radicalmente distintivos de la personalidad artística y de la práctica pictórica de Roque Gómez.
Y, precisamente, la vibración del color, las variaciones compositivas y la asombrosa síntesis expresiva en su tratamiento del paisaje, el bodegón y el retrato, reafirman a Roque Gómez entre los más vitales cultivadores de la pintura figurativa de la actualidad en Santo Domingo.
ROQUE GÓMEZ
Roque Gómez, nace en San Francisco de Macorís, el 16 de agosto de 1957. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes y en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (1981-83) y realizó estudios especializados de dibujo anatómico con el profesor Servio Frías (1981) y en la Art Students League de Nueva York (1990-91). Ha sido diseñador gráfico en varias de las más importantes agencias publicitarias del país.
Obtuvo el Premio Creatividad del Listín Diario (1987). Su obra ha sido seleccionada en la XVII y XVIII Bienal Nacional de Artes Visuales (1990/1992). Entre sus exposiciones recientes destacan “Matices Cotidianos”, Galería Caravaggio, Santo Domingo (2009); “En la fiesta de Derain, Carra, Pisis y Vlamink”, Casa de Italia (2011) y “Entre flores espinas”, su VII exposición individual, Casa de Italia, Santo Domingo (2013).