Solo en esa etapa negra fueron asesinados, desaparecidos, exiliados, ultrajados muchos colegas. Los cuerpos de varios de ellos no aparecieron jamás, como sucedió con Guido Gil y Narciso González (Narcisazo) este último ya a los finales de los gobiernos de Balaguer, y cuya desaparición produjo un escándalo internacional a pesar de los intentos de gobiernos recientes por esconder la terrible suerte corrida por el también catedrático universitario.
Un apreciado periodista de los tiempos de La Nación, excelente cronista deportivo, Andrés Frías hijo, fundador además de la Liga del Ozama, de béisbol, lo entrevisté hace mucho tiempo en su vivienda de la calle Caracas casi esquina Duarte y le pregunté cuál era en su opinión la diferencia entre los periodistas de antes y los de ahora. Me dijo: «los de antes sabían escribir y no pedían…». Él, a quien apodaban El Mago. Era la etapa de Neftalí Martínez, Miguel Calzada,Cuchito Alvarez, Fidencio Garris, Fernando González Tirado, Félix Acosta Núñez, Max Alvarez, Billy Berroa y otros grandes.
SILVIO, YIYO, EMILIN
Silvio, quien era miembro de una numerosa y querida familia de Neiba integrada por maestros, militares, periodistas, médicos y sobresalientes profesionales de varias carreras, entre ellas la ingeniería civil y la arquitectura, sufrieron los avatares de la tiranía de Trujillo, por su oposición al régimen. Sufrieron el asesinato de un hermano, el arresto de otros y las amenazas a varios de ellos. Emilín Herasme, su hermano fallecido hace tres años, fue miembro de la Fuerza Aérea Dominicana y cuando comienza la Revolución se pasa del lado constitucionalista y milita en el comando San Carlos.
Silvio Herasme y yo coincidimos en la misma graduación de Periodismo de la UASD en aquella promoción de octubre de 197O. junto a nosotros se graduó Lipe Collado. Ambos pertenecían a promociones anteriores a la mía. Lipe es también un gran periodista, además de autor de más de veinte obras. Tanto Silvio como Lipe se integraron luego como profesores al Departamento de Comunicación Social. Yo fui el único de mi grupo de 32 compañeros que hizo la investidura en esa oportunidad pertenezco al registro legible, en stop, de la universidad. Mi tesis fue adoptada como libro de texto.
La etapa en la cual le tocó a Silvio ejercer el periodismo es de antología. Se inicia en pleno inicio de Balaguer – heredero de Trujillo- laborando en el Listín Diario y, cubriendo el Palacio Nacional, durante una rueda de prensa con periodistas de varios países, salta a la palestra internacional cuando le pregunta sobre los asesinatos de varios opositores de su régimen y este en su estilo apabullante y dictatorial, cree que iba a amedrentar al entonces joven reportero. René Fortunato lo relata en su excelente trabajo sobre El Heredero de Trujillo. En esa rueda de prensa sobresale también Juan Bolívar Díaz.
Las relaciones de Silvio y nosotros y la izquierda del momento, cuyo exterminio ya había decretado Balaguer, nos granjeó unas excelentes relaciones de confianza al extremo de que nos sentimos comprometidos con esos grupos como si fuéramos parte de ellos. Ellos también lo entendían de igual manera. A veces nos pedían favores que a cualquiera le pondrían los pelos de punta, como por ejemplo, buscarle un escondite o llevarle este u otro mensaje a algunos de sus compañeros o familiares. A veces la Policía los buscaba para asesinarlos y ellos dormían conmigo en mi propia cama, es mi casa. En aquella época, no había periodistas policías como sucede ahora.
La histórica rueda internacional de prensa celebrada por el presidente Balaguer en el Palacio Nacional en el año 1962 catapultó a Silvio y a Juan Bolívar Díaz, que eran apenas dos mozalbetes y quienes hicieron varias preguntas que molestaron al mandatario quien de inmediato respondió de una forma iracunda. Por suerte, su reacción no fue interpretada por su seguridad como una orden para lo peor, como aconteció con Orlando Martínez la tarde aquella en que, leyendo El Nacional dijo: «yo no sé hasta cuándo este muchacho me va a dejar trabajar tranquilo» a los pocos días asesinaron a Orlando. Igual había sucedido con el historiador Ramón Marrero Aristy en la Era e Trujillo, en 1959.
Nunca olvidaré que Silvio siempre confió en mí para determinados servicios que ameritaban confianza, tenacidad y mucho valor como cuando fueron descubiertos Amaury Germán Aristy y sus compañeros del kilómetro 13 y medio de la Autopista de las Américas. Yo llegué al lugar a las 6:30 de la mañana, al poco rato miles de efectivos de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional que pasaron de más de 4 mil con carros de asalto y aviones para combatir a cuatro izquierdistas atrincherados en una cueva del lugar. Recuerdo a los colegas Huchi Lora. Víctor Grimaldi y Valentín Pérez Terrero. Los combates duraron más de doce horas. Balaguer se negó a salvarles la vida como le había solicitado don Rafael Herrera, histórico director del Listín Diario y amigo suyo.
Otro Hecho resaltante fue cuando llegó al país el coronel Caamaño y sus compañeros guerrilleros para combatir al régimen de Balaguer y sus doce años. Aquel era un día como otro cualquiera. Yo llego al periódico, que se editaba en la calle Padre Billini casi esquina Palo Hincado, frente a donde Bernardo Bergés tenía su agencia de publicidad y que nos dio muchas facilidades para sacar el periódico. La Noticia comenzaba y con qué fuerza. Tuve, gracias a Silvio y su confianza en mí la oportunidad de dar la exclusiva mundial sobre la presencia de Caamaño en el país. Se desconocía su paradero; Balaguer lo creía en Londres, Cuba, Vietnam.
Cuando el histórico secuestro de la señora Bárbara Huchinson, agregada de la embajada de Estados Unidos en el país, hecho cometido por un comando izquierdista encabezado por el dirigente Radhamés Méndez Vargas quien ya había secuestrado un avión y dirigirlo a La Habana. La funcionaria fue llevada a la sede de la embajada de Venezuela, situada en la avenida Bolívar, donde se formó un mayúsculo terremoto y no era para menos. Al lugar llegaron Silvio y Huchi, quienes a pesar de demostrar que eran periodistas, fueron acusados de formar parte del comando y detenidos por la Policía por 15 días. La presión popular hizo que fueran liberados. Balaguer se vengó la reacción de Silvio en la rueda internacional de prensa de 1962.
Sucede que, luego de varios años de cárcel, Méndez Vargas iba a ser liberado por la Policía Nacional pero con la condición como garantía de que un periodista se responsabilizara de él. Emilín, a la sazón jefe de Redacción, me llamó y me dijo: vete al Palacio de la Policía que te van a entregar Méndez Vargas a quien yo no conocía sino de lejos. Cuando llego al departamento que tenía que ver con la entrega, veo horrorizado que Radhamés tenía la espalda como llena de graves huellas como sucedió con Cayo Báez cuando la invasión yanqui de 1916 o los torturados cuando Trujillo o las víctimas de Hitler. Le dije: «Radhamés debes portarte bien, porque de ahora en adelante yo soy tu garantía y esta gente son unos asesinos”.
Otro hecho muy resaltante es que Silvio y yo habíamos logrado salvarle la vida a decenas de opositores, principalmente de izquierda que eran perseguidos por el régimen refugiándolos en diferentes embajadas, principalmente la de México, donde teníamos un excelente contacto, persona leal y muy confiable. Entre los izquierdistas que le salvamos la vida mediante esa acción estaban Gonzalo Pérez Cuevas, sobreviviente de la guerrilla de Manolo Tavárez Justo, Manfredo Casado Villar, líder Campesino asesinado al ingresar al país junto a Hamlet Hermann Pérez y Claudio Caamaño en Nizaito. También, entre otros a los hermanos Grullón del sector de Cristo Rey, uno de los cuales hizo la carrera de cine en México y quien me visitó allá en 1975 cuando los Juegos Panamericanos para darme las gracias.