Desde el 2022 he venido diciendo que el 2023 sería un año de transfuguismos y nuevas construcciones de alianzas electorales.
El transfuguismo aumenta cuando el sistema de partidos se debilita, cuando no hay diferencias ideológicas importantes entre los partidos, y cuando las motivaciones para participar en política son más oportunistas que idealistas. Todas estas condiciones se dan actualmente en la República Dominicana, lo que facilita que los políticos actúen como agentes libres, moviéndose de un partido a otro con facilidad.
En un contexto de debilitamiento del sistema partidario por las divisiones ocurrida durante los últimos 20 años en el PRSC, PRD y PLD, el partido en el poder (cualquiera que sea) lleva la ventaja para atraer tránsfugas si no existe un fuerte deterioro gubernamental.
Desprovistos de lealtad partidaria, los tránsfugas buscan la posibilidad de ser electos, reelectos o nombrados. Y quien más brinda esa oportunidad es el partido en el poder, o en su defecto, el que mejor se perfile para ganar.
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El objetivo central del PRM en los próximos doce meses es lograr la reelección en primera vuelta, preferiblemente con un porcentaje de triunfo holgado para no quedarse por detrás del PLD. Por tanto, el PRM busca ganarse dirigentes de otros partidos, que, si son figuras políticas relevantes, debilitan el partido que abandonan. Y, a más débil un partido, más fácil derrotarlo.
Pero ojo: ese trasiego de políticos, sobre todo de funcionarios electos, no es todo ganancia. A veces llegan con desprestigio acumulado o enfrentan resistencia de los miembros del partido al que emigraron, que los ven como oportunistas.
Ya el PRM enfrenta estos problemas con los tránsfugas que quieren candidaturas, y el proceso de transfuguismo aún no ha terminado.
Ahora se inician también los cálculos de alianzas electorales. Como he dicho en otros artículos, el presidente Luis Abinader busca obtener el apoyo de los partidos pequeños de ultraderecha que, desde el ocaso de Joaquín Balaguer, apoyaron a Leonel Fernández.
Ya la Fuerza Nacional Progresista (FNP) anunció que no renovará su apoyo a Fernández para el 2024, y posiblemente seguirán sus pasos otros partidos de ese litoral como el PRSC. No por casualidad Abinader habla tanto del terror de Haití, tema central de esa facción política.
Pero ese cambio de la ultraderecha de Fernández a Abinader tendrá consecuencias en el tablero electoral. Dejada sola, la Fuerza del Pueblo (FP) se verá más compelida a buscar alianza con el PLD; porque, de lo contrario, sería derrotada abrumadoramente por el PRM en las elecciones municipales de febrero y en las legislativas de mayo, y las aspiraciones presidenciales de Fernández para el 2024 se verían truncadas.
El PLD, por su parte, enfrenta el siguiente dilema: si hace alianza con la FP puede ganar más posiciones municipales y legislativas, pero da oxígeno a Fernández en sus aspiraciones presidenciales en detrimento de la candidatura de Abel Martínez. Y, si no hace alianza con la FP, el PRM iría en coche triunfal a todos los niveles, aplastando al PLD y a la FP.
Falta mucho por ver todavía en el tablero electoral 2024.