Viajé de Barahona a Basílica de Higüey en momentos convulsos
Para quien suscribe el 21 de enero de 1962, Día de Nuestra Señora de la Altagracia, Madre espiritual del pueblo dominicano, quedó marcado para siempre.
En esa inolvidable fecha arribamos desde la ciudad de Barahona a la Basílica de Higüey en compañía de una tía a cumplir una promesa en momentos en que el país era sacudido por convulsiones políticas y sociales a raíz de la salida de Balaguer y el llamado golpe de Estado de Echavarría.
Con menos de 11 años de edad fuimos testigos de excepción primero de los concurridos funerales del Dr. Fello Méndez, un talentoso y carismático joven fiscal de aquella localidad, asesinado de manera vil y cobarde por tropas militares cuando celebraba la salida de los últimos remanentes del trujillismo, y ya aquí en la ciudad capital presenciamos en las avenidas Mella y Duarte manifestaciones de júbilo y alegría en ese mismo tenor.
Coincidencia del destino: Ese niño – adolescente, que hoy se comunica con los miles de lectores del prestigioso periódico Hoy, tuvo el privilegio por una especie de azar de la historia de observar el desenlace de uno de los episodios más espectaculares y dramáticos del accidentado proceso político que vivió la nación después del ajusticiamiento del llamado tirano de San Cristóbal.
Ese 21 de enero de 1962 había mucha agitación en las calles dominicanas (especialmente en los días previos), pero para los peregrinos procedentes de Barahona, montados en una guagua GMC, conducida por un experto chofer llamado Gracioso, un padrote que tuvo más de 40 hijos, la meta era su encuentro con la Virgen de la Altagracia para su sanación física y espiritual.
A 59 años de ese viaje de fe a la Basílica de Higüey para cumplir una promesa a la Virgen de Nuestra señora de la Altagracia reivindicamos esta sagrada y venerada conmemoración formulando votos en estas horas difíciles que vive la humanidad para que sus bendiciones sean derramadas en procura de la salud y bienestar de todos y todas.
Por la pandemia este 21 de enero del 2021 el santuario de Higüey permaneció cerrado.