Un día como hoy, hace 17 años, el cielo de República Dominicana se tiñó de gris mientras la tormenta Noel hacía su llegada. El 29 de octubre de 2007, la furia de la naturaleza se manifestó en violentas ráfagas de viento que arrancaban techos de zinc, derribaban árboles y sacudían las estructuras más frágiles, generando un ambiente de pánico e incertidumbre entre la población.
Las lluvias torrenciales cubrieron gran parte del país, trayendo consigo una devastación sin precedentes. La tormenta sobrepasó con creces los niveles habituales de lluvia para octubre, y en cuestión de horas, la isla fue testigo de inundaciones que parecían interminables.
Los ríos se desbordaron, los caminos desaparecieron bajo el agua, y las calles se convirtieron en rápidos que arrastraban viviendas y bienes, dejando a las familias en total desamparo.
Noel, un nombre marcado en la memoria
Desde su llegada, Noel se convirtió en sinónimo de destrucción. Para el 30 de octubre, barrios como Sabana Perdida y Los Guaricanos en Santo Domingo Norte ya reportaban cerca de 800 damnificados. Decenas de familias se vieron obligadas a refugiarse en los techos de sus casas, mientras el agua subía rápidamente, llevándose con ella muebles, electrodomésticos y pertenencias de toda una vida.
La imagen de hombres y mujeres cargando sobre sus hombros todo lo que podían rescatar, desde televisores hasta radios, y a otros con niños y ancianos en brazos, reflejaba el intento de salvar lo poco que la tormenta les permitía conservar.
Desbordes de ríos y un país bajo el agua
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el desastre golpeó con particular fuerza en localidades como San José de Ocoa, Padre Las Casas, Azua, Oviedo, Cotuí y Moca, donde las precipitaciones superaron los niveles normales en un 300%.
Las cuencas principales del país no pudieron contener el caudal, y el desbordamiento de ríos afectó a miles de familias, especialmente en áreas vulnerables. Muchas de estas personas vivían en zonas inundables a lo largo de los ríos y quebradas, terrenos que se convirtieron en trampas mortales cuando las aguas arrasaron con todo a su paso.
La tragedia en cifras
Noel dejó un saldo desolador: 87 muertos, 42 desaparecidos, y miles de familias que lo perdieron todo. Más de 34,000 personas fueron desplazadas, y 4,871 se refugiaron en albergues temporales en escuelas, iglesias y centros comunitarios. Al 5 de noviembre, los albergues alcanzaron su punto máximo con 26,491 personas, y, semanas después, el 23 de noviembre, aún quedaban 3,890 albergadas en 40 centros en provincias como Peravia, La Vega, San José de Ocoa y San Cristóbal, de acuerdo con datos de la CEPAL.
La CEPAL identificó a Duarte, Bahoruco, Barahona, Azua, San José de Ocoa, Monseñor Nouel, San Cristóbal y Peravia como las provincias más afectadas. El colapso de puentes y carreteras dejó a 67 comunidades incomunicadas, y la economía rural sufrió un duro golpe, especialmente en la agricultura. La destrucción fue extensa y millonaria, y los efectos se sintieron en cada rincón del país.
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