A propósito del rescate del Teatro Agua y Luz

A propósito del rescate del Teatro Agua y Luz

Imagen: Teatro Agua y Luz – elaboración gráfica de George Latour

George Latour Heinsen

Declarado en el 1988 Patrimonio Nacional El Teatro Agua y Luz, con su planta oval y su gran espacio a cielo abierto, constituía una tipología de sala de espectáculo que aparecieron principalmente en el Caribe y México y que trataban de asimilar la belleza del cielo tropical como parte del espectáculo y la arquitectura.

Con sus 355 chorros de agua y cuatro mil reflectores colorados que bailaban al ritmo de la música, el Teatro Agua y Luz era una alegoría a nuestros cinco sentidos.

Hoy, todos conocemos el estado de degradación y abandono total del Teatro Agua y Luz y la variación de su entorno. Se plantea el problema, qué hacer?: restaurarlo; modificarlo; cambiar su uso, hacerlo nuevo?

Quien se ocupa de restauración de edificios modernos enfrenta la incómoda situación de buscar artesanos no capaces como una vez, o pequeños fabricantes especializados para reproducir como fueron en el momento de la instalación, los «objets trouvés» de la sociedad industrial.

A simple vista, nada parece más fácil que restaurar edificios construidos el siglo pasado: los proyectos son bien documentados con dibujos, detalles técnicos, fotografías de época; las técnicas constructivas son todas de la llamada «era de la industria».

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Todo este optimismo es radicalmente negado inmediatamente se pasa al plano operativo. Cuanto más se conoce un edificio, más difícil es su repetición en un tiempo diverso.

Materiales (muchas veces pobres) y técnicas muchas veces experimentales o especiales como el caso del Teatro Agua y Luz. Reproducirlas hoy es prácticamente imposible. Extrañamente el «hecho a mano» es más fácil de reproducir que el «hecho a máquina».

En el primer caso se trata de un problema del material y de habilidad técnica-manual; en segundo lugar, se trata sobre todo de un problema de instalaciones industriales: no se puede producir a máquina sin las máquinas de 30, 40 años atrás, estas máquinas fueron sustituidas por máquinas nuevas, más eficientes.

teatro agua y luz

No es económicamente conveniente pensar a «reconstruirlas».

Además, una cuestión todavía más determinante es el hecho que los edificios modernos, aún más que en aquellos antiguos, basan su carácter específico en una estrecha correspondencia entre forma y función.

En otras palabras, los edificios de época moderna (me refiero a edificios de los años 20, 30, 40, 50 del siglo pasado), poner gran resistencia a los cambios de uso y función.

Las mismas instalaciones técnicas originales son hoy fuera de uso, son ineficientes, y los costos para hacer funcionar tales equipos, no recomiendan económicamente su mantenimiento.

Todos estos problemas hacen prácticamente imposible una restauración, entendiendo como recuperar las condiciones originales de tales construcciones: por esa razón casi siempre se llega a soluciones de compromiso; mediado entre las exigencias de los ciudadanos; los costos de gestión y mantenimiento; soluciones tecnológicas innovadoras y las exigencias de la salvaguardia de la imagen histórica.

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En efecto, es propio en esta mediación que está el punto crítico de toda la operación: si la restauración viene aceptada como una necesidad, y seguida correctamente, respetando el carácter original del edificio, los aspectos innovadores pueden ser vistos como una solución impuesta del nuevo uso y función.

Si la mediación es en vez mascarada, removida o negada, no será posible ver qué cosa se conservó, que cosa dio pruebas de duración (me refiero a la duración de los materiales y las infraestructuras), y no se distinguirá las modificaciones nuevas que se realizaron.

Un triste final para la arquitectura moderna. Arquitecturas que hacían de la verdad de los materiales; de la sinceridad de la relación forma y función y del respeto del espíritu de su época, su potente bandera.

Pensemos lo fascinante que sería (luego de una profunda limpieza, desinfección, fumigación y garantizar la seguridad), organizar una serie de presentaciones en las ruinas actuales del Teatro Agua y Luz.

La tecnología podría proyectar en digital con pantallas, los sonidos, las fuentes con sus juegos de agua y colores. Es claro que sería un espectáculo para una cantidad de público limitado a la disponibilidad actual de parqueos y logística general.

El público debajo de algunos árboles que han crecido espontáneamente dentro del recinto, disfrutaría de una experiencia muy especial e insólita, los fondos recaudados servirían para los primeros trabajos de mantenimiento y conservación.