¿Acoso sexual o halago?

¿Acoso sexual o halago?

Tahira Vargas García

El acoso sexual es uno de los fenómenos con mayor permisividad

El 66% de la población adulta encuestada en las provincias La Altagracia, Elías Piña y el Gran Santo Domingo en el marco del estudio sobre prácticas de crianza que realizamos con PLAN RD entiende que las mujeres provocan el acoso sexual y el 60% de la población adolescente.

Las expresiones de las personas entrevistadas apuntan a distintos matices en el abordaje del acoso sexual entre los que encontramos elementos como los siguientes:

a) Normalización del acoso sexual callejero desde el enamoramiento considerado como propio de los hombres.

b) Culpabilización del acoso sexual hacia las mujeres que lo provocan con su vestimenta

c) Aceptación del acoso como “piropo”, “halago” que fortalece la autoestima de las mujeres

d) Resistencia a la sanción contra el acoso sexual por la población adulta mientras algunas adolescentes consideran que debe tener consecuencias legales y ser denunciado.

La legitimación del acoso sexual desde la masculinidad hegemónica se hace presente en el estudio. Se le inhibe la capacidad de autocontrol a los hombres, “acosar” es parte de su naturaleza.

La respuesta al acoso sexual se reduce a soluciones individuales (indiferencia, responderle al acosador) estando ausente la denuncia en la población adulta femenina lo que no ocurre en las adolescentes. La responsabilidad de la ruptura con el acoso sexual se le otorga a la mujer.

Existe contradicción entre la población adulta y la adolescente de sexo femenino sobre el acoso y su tratamiento.

La población adulta legitima el acoso, le resta importancia y niega la denuncia, sin embargo, la población adolescente de sexo femenino problematiza el acoso y sugiere en algunos casos que debe denunciarse.

El acoso sexual es uno de los fenómenos con mayor permisividad, más aún que la violencia de género.

Se entiende que el acoso sexual no es un problema y por tanto no requiere atención ni importancia, ya que el mismo es parte del cortejo-enamoramiento de los hombres hacia las mujeres.

Entendiéndose tanto en población femenina como masculina que favorece a la autoestima de las mujeres. Una parte de las adolescentes son las que tienen una mirada más crítica al acoso sexual rechazándolo y considerando que debe ser sancionado y denunciado.

Esta normalización del acoso sexual favorece la permisividad del abuso sexual tanto hacia las mujeres como hacia las niñas.

Los hombres pueden disponer del cuerpo de ellas y no se les exige control ni se le sanciona, la responsabilidad de evitar el acoso y abuso sexual recae sobre las mujeres en su forma de vestir y en sus expresiones.

Lograr una ruptura con esta práctica social es una tarea ardua que debe combinar procesos educativos con sanciones.

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