Siendo un jovenzuelo, pasadas las 10 pm regresaba por la Calle 21 con Octava Avenida de NY. Venía de estrenar mi estéreo portátil, con unos vecinos. Me detuvieron unos tipos con malas intenciones, me preguntaron dónde y cómo lo había obtenido. Mientras agarraban el equipo les explicaba que era un estudiante y que ya volvía pronto a mi país. Otro del grupo intervino y me dejaron marchar con mi equipo. Me salvó lo calmo que era entonces, pero especialmente el ser un estudiante.
Afortunadamente el diablo no es loco (ni bruto). Respeta a hombres y mujeres serios, aunque los asecha. Cuerdo y con reglas estrictas, a poderosos, gánsteres y capos también los respeta. De hecho, Satanás suele hacer pactos con ellos, aunque ellos no siempre lo reconocen; por lo que el maligno aprovecha cualquier error o debilidad de estos asociados para sacarles ventajas y comprometerlos más a fondo. Aunque, si fallan, los liquida y se los lleva.
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Casi todos los tígueres de barrios respetan a los estudiantes; también a trabajadores, padres de familia y a individuos esforzados. Casi siempre, tígueres, gánsteres y politiqueros respetan a los sobrios y serenos; y a quienes teniendo bienes, se sabe que fueron bien adquiridos y no ostentan poder o riqueza; individuos que tanto tígueres, como políticos y gobernantes suelen llamarlos a sus filas, más bien como adornos, para aparentar seriedad en sus partidos o proyectos políticos.
En mi pueblo, el Maligno respetaba la gente noble. Los tígueres de barrios, apiñados en cualquier esquina, hacían silencio reverente y se echaban a un lado cuando pasaba una muchacha o señora decente.
De hecho, el Diablo normalmente actúa cuando lo provocamos, le damos permiso u ocasión. Porque hasta el Diablo tiene sus reglas. Eso se puede apreciar bastante en la disciplina gansteril, como en aquel exitoso filme “El Padrino”, basado en la novela de Mario Puzo; a quienes los gánsteres le dieron permiso para que conociera sus intimidades. Puzo mostró cuan humanos y parecidos a los demás son los del bajo mundo.
Los gánsteres han sido más respetados desde entonces; subieron de estatus; mostraron que ellos también tienen reglas y suelen respetarlas, y aún respetan valores y creencias muy similarmente a los demás creyentes, especialmente a aquellos que somos cristianos solo para algunas cosas.
“El Padrino” de Puzo, abunda en detalles sobre las reglas del mundo mafioso, sus lados buenos y sus lados malos; y demostró que en muchos aspectos no son peores a políticos, negociantes, ni otros poderes que controlan el mundo.
También entre mafiosos se hace patente que aunque el Diablo predomina en muchos ámbitos, aunque todo creyente sabe que Satán no es loco, y que solo actúa cuando Dios y los poderes establecidos se lo permiten. Incluso, no difiere de muchos que dicen obedecer a Cristo.
En Job, comprobamos que hasta el Diablo respeta y obedece reglas claras.
A diferencia de poderosos, terroristas, estafadores, malversadores y difamadores que hoy abundan: El Diablo sabe con quién se mete… Y a quién se lleva. (¡Gracias a Dios!).