Los problemas persisten, pero la perspectiva ahora es más clara: tenemos la mayoría de los ayuntamientos, la mayoría de los senadores, la mayoría de los diputados, tenemos las manos sueltas para gobernar y cumplir los programas y promesas de campaña.
Estamos ante una situación ideal ¡aprovechémosla! Llegó el momento de hacer justicia en el cobro de impuestos para equilibrar las finanzas y aumentar los ingresos del Gobierno.
Esa reforma fiscal, con la que se llenan la boca los economistas y provoca el silencio de los empresarios, que se aprovechan de legislaciones que los benefician, aunque perjudiquen al país, debe ser acometida ahora.
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Pero la reforma debe tumbar impuestos a la comida y a las medicinas, organizar y adecentar el transporte colectivo de pasajeros, aumentar los aranceles para que solo tengan vehículos privados y de lujo los ricachones que puedan pagar los tributos, lo que de paso agilizara el tránsito cuando haya menos vehículos, facilitar la importación de equipos para la preparación de los suelos, siembras y cosechas, multiplicar los expertos en extensión agrícola, aumentar los presupuestos para la investigación.
Revolucionar la enseñanza para que los bachilleres se gradúen con un título técnico que les permita trabajar, reorganizar la enseñanza superior pública para que solo tengan acceso a ella los estudiantes con notas superiores a los 90 puntos o que paguen altas sumas por su inscripción, convertir las extensiones de la UASD en politécnicos donde se enseñe Agronomía, Veterinaria, carreras cortas tales como Carpintería, Ebanistería, Plomería, Mecánica Automotriz. Mecánica Pesada, Electricidad, Costura, Cocina y Repostería, Zapatería y otras artes manuales.
El pueblo dio un mandato claro y preciso para que El Cambio haga los cambios necesarios, para colocar el país en el camino hacia el progreso y el bienestar.
No fue una casualidad que, desde el principio, las encuestas hablaban de una victoria contundente para el Cambio y Luis Abinader, Presidente, no, fue la clara visión de la necesidad, de un mandato claro, preciso, sin dudas, a fin de que, con la mayoría necesaria se lleve a cabo un programa de gobierno sin ataduras de partidos interesados en colocar quisondas y obstáculos maliciosos y retrógrados.
El camino está claro y despejado, el gobierno de El Cambio tiene la oportunidad de profundizar los cambios que necesita el país los cuales están perfectamente definidos y son conocidos, muchos de ellos están en proceso, a otros solo les falta el empujón inicial. Es la hora de construir, de mantenernos unidos y vigilantes para que no permitamos desviaciones para que, por ejemplo, multipliquemos la producción de alimentos, aprovechando las aguas de Monte Grande convirtiendo las tierras del salao de Neiba en un vergel.