ALERTA. Alexis Gómez Rosa visto al través de Máquina Olandera y Otras Olas de Lava & Lanman, y IV

ALERTA. Alexis Gómez Rosa visto al través de Máquina Olandera y Otras Olas de Lava & Lanman,  y IV

Juan Freddy Armando

Cuarto: Desquites personales.

Parecería negativo que un poeta incluya en sus versos los problemas que ha tenido con individuos, personas, personajes, personalidades en el devenir social de su vida, en el mundo cultural, político, amoroso y hasta callejero. Pero en el mundo literario todo se vale, siempre que prime el arte ante todo; que la creatividad, hondura de pensamiento y el huracán ético alcancen la alta condición deprecioso barro verbal en manos del artista; que el autor dore bien la píldora, y sobre esa base logre elevar la imponente obra, el hermoso edificio de palabras, con el genio de la ingeniería ingeniosa, de la arquitectura poética; ya sea que sume poco o mucho al quehacer artístico, pero que sume. Es lo que hace Dante Aligheri en el X Canto de su Comedia (que Giovanni Bocaccio empezó a llamar Divina), al defender a su güelfo amigo Guido Cavalcanti en los pleitos con destacados personajes givelinos que lo habían maltratado en su querida y odiada Florencia natal.

No voy amencionar los personajes del país a los que Gómez Rosa lanza al incandescente lago de azufre de su particular infierno y los hiere con las llamas de su indignada espada flamígera. Dejaré que ustedes los encuentren. Solo les adelanto que los poemas en que realiza esos desquites son muy buenos. Se ve que nuestro bardo aprendió de las lecciones del arte de insultar que nos ofrecen Schopenhawer, Nietzsche y Vargas Vila.

Quinto: La anécdota inolvidable.

En muchos lugares del libro, se refieren situaciones anecdóticas de la vida del poeta y de otros escritores, como podemos ver en Autorretrato por Carambola, o en Odill. Y es importante anotar que tradicionalmente los críticos consideran a la anécdota como algo no artístico, chisme personal pasajero e intrascendente.

Es un grave error, ya que la misma ha dado tan buenas historias, tan excelentes piezas, las cuales han consistido simplemente en reseñar una estampa, contar un suceso casual y pasajero que puede adquirir el carácter de gran obra, como pasa con el Eduardo Galeano de Memorias del fuego o el Julio Cortázar de Último Round.

Cabe anotar mi vindicación de la anécdota como género literario, ya que incluso las memorias (verbigracia, las maravillosas de Pablo Neruda, George Santayana, Luis Buñuel, Joaquín Balaguer, Gabriel García Márquez) son realmente creaciones cuya materia prima principal son las anécdotas.

Sexto: La oralidad poética.

Otro de los logros dignos de ser destacados en el libro que comentamos es este, el de la percepción hablada, la audibilidad de lo poético, que se siente a lo largo del mismo, de tal manera que muchas veces tenemos la impresión de estar oyendo al bardo contarnos el texto en su propia voz.
Es un valioso recurso. El viejo Ezra Loomis Pound ha dicho que cuando uno lee literatura de calidad escucha la voz del poeta, lo siente cerca, recitando sus versos. Borges expresa lo mismo con otras palabras: “Los grandes poemas llaman a ser cantados”. Pues en ellos podemos oír al autor, verlo en su factualidad, sufriendo y gozando cada página, cada retrato social, psicológico o sociológico que hace.

Y es que el estado verdadero y prístino de la lengua es lo hablado, lo oral, verbal, sonoro. Pues la escritura no es más que una búsqueda de lo durable y permanente, un formato que permite a las generaciones futuras revisitar las experiencias dignas de eternidad que le ocurren al ser humano.

ALGUNOS DEFECTOS: TRANSICIÓN DEL ARTEFACTO AL ARTE.

No todo es bienestar en el paraíso, sino que hay sus serpientes tentadoras, manzanas envenenadas, adanes y evas pecadores. Evidentemente que el libro que estudiamos contiene las virtudes hasta ahora enumeradas y otras más que, por razones de espacio y otros temas a abordar en esta columna, no los incluimos.

Pero tiene también sus defectos. Uno de ellos es el que surge en todo artista en quien lo artificioso se cruza con lo artístico, y entonces el artefacto sustituye a la obra de arte. Eso ocurre con algunas zonas de nuestro escritor.

En el afán de perfeccionar la pieza ocurre el lamentable fenómeno de que pierde su naturalidad, espontaneidad y soltura. Entonces el lector siente lo que no debe sentir: el trabajo de corrección, la fase de laboratorio, de pulimiento, de cortes y agregados que realiza el vate luego de salir del espasmo inspiracional que parió lo primigenio.

UN MAL DE LA MODA EPOCAL

Tal podemos ver en su primer volumen, Oficio de Postmuerte, en el cual la mayoría de los textos lucen poco emocionales, y oscuros por momentos, porque en el mismo primó algo que en esa época estuvo muy de moda: el poema calculado, resultado del trabajo planificado, como contrapartida de la vieja -según la moda del momento- e inútil inspiración. Se consideraba entonces entre los poetas dominicanos que el arte nace del trabajo y no de la inspiración. Un error, ya que lo cierto y verdadero es que las creaciones artísticas, lo mismo que las científicas y técnicas, surgen de una combinación armoniosa y dialéctica, de alimentación y retroalimentación, entre el estro inspirativo y el trabajo paciente, persistente y sudoroso.

Podemos decir que este fenómeno es un caso superado en Alexis Gómez Rosa, ya que sus primeras publicaciones pecan con mucha frecuencia de este defecto, pero en cada nueva ocasión, ha ido abandonando esta tendencia. A tal punto que en su título El Festín S(obras) Completas, podemos apreciar el feliz resultado de este viraje en su forma de ver el hecho poético.

ES UN GRAN POETA

Las muchísimas virtudes de este libro y de la producción poética de Alexis Gómez Rosa, (como es esa otra pieza magistral titulada Marginal de una Lengua que Persigue su Forma, de una excelente lírica, a pesar de lo artificioso del título, el cual da la impresión de referirse a un tratado sobre ciencia lingüística, en vez de poemas) su originalidad y gracia, maestría y encanto, hacen de él un escritor de primera categoría. Estamos ante uno de los más destacados artistas de la palabra de nuestra literatura y de Latinoamérica.

Podríamos continuar refiriéndoles a ustedes otros muchos lugares de altísima poesía que contiene esta excelente obra que, como he afirmado en el primer artículo de esta serie, ha ganado, en buena lid y con justa decisión, el Premio Anual de Poesía en República Dominicana.

A propósito de ese lauro, quiero terminar mi serie de artículos en torno a Máquina Olandera y Otras Olas de Lava & Lanman parafraseando una sarcástica frase de Jorge Luis Borges cuando analizaba una obra argentina: “Este es un caso curioso, pues es muy raro que un libro premiado en nuestro país sea bueno”.