En mi artículo anterior, traté varios aspectos del libro “Con pecado concebido”, del poeta, profesor y ensayista Juan Matos. Ahora, continúo el análisis del mismo, abordando otros interesantes aspectos de esa obra, que formó parte de una trilogía publicada simultáneamente por el autor, que incluía además: “Labrador de palabras” y “Violetas del alma”, dedicado a su esposa Alma.
Continuemos ahora con nuestras observaciones sobre el referido libro:
LO BREVE Y LO EXTENSO GANAN POR INTENSOS
Lo he dicho y lo repito. En literatura sucede como en la vida: la corta o larga duración, lo rápido o lento, no son cualidades negativas o positivas en sí mismas. Su calificación depende de las circunstancias y contextos en que actúen o sean juzgadas. No es verdad que “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”, como malpredican Baltasar Gracián y otros.
Son como en el boxeo. El público disfruta las peleas decididas por puntuación y las terminadas por knock-out. Cada una por sus razones particulares. En el primer caso, se viven y disfrutan todos los rounds o rondas establecidas, si se dan magistrales golpes, movimientos, espectaculares ataques y defensas. Tenemos el caso inigualable de los hermosos bailoteos, retiradas y manejo de las sogas, como magistralmente hacía el más grande boxeador de todos los tiempos: Mohammed Alí. Igual es el goce de ver un relampagueante guantazo vencedor que al inicio termina la pelea, tipo Mike Tyson.
Puede leer: ALERTA. Una visión del amor con pecado concebida
Un texto breve o extenso, no ganan o pierden al lector por una u otra condición. Como dice Cortázar, ambos triunfan: uno por puntuación y otro por knock-out. Si carecen de intensidad verbal y emocional, fracasan los dos.
En nuestro caso, aunque Juan Matos no frecuenta el poema largo, cuando lo aborda obtiene buenos logros.
Empero, hago una observación que creo no se ha hecho sobre su poesía. Me refiero su excelente dominio del poema breve. En este libro, como en otros suyos, hay una mezcla de textos largos, medianos y breves. Estos últimos tienen gran fuerza creativa, y son de los momentos más maravillosos en la obra que comento.
En un recorrido a lo largo del libro, encontramos muchos buenos ejemplos. Extraigamos dos, de las páginas 51 y 59, respectivamente:
El doble de la nada
¿Acaso soy
el frío de la espera
o el fuego de la ausencia?
Un vacío.
El doble de la nada.
Si vuelvo y no te busco
Si vuelvo y no te busco
no cuestiones mis días
no cuestiones mi andar.
¿Qué es irse o quedarse?
Mis días no lo saben.
Soy conjunción de tiempo.
¿Y mi estela? Nada. Nada.
Por lo mismo:
no indagues si me he ido,
sabes que, como siempre,
mi viaje es un silencio.
LO CONTRADICTORIO COMO RECURSO POETICO
EL POETA QUE GOZA EL SUFRIMIENTO
ETICO los dos, de en suyos,
Aquí aparece otro elemento muy presente en “Con pecado concebido”: la paradoja, aquellos casos en que se construye para destruirse o se destruye para construirse.
Procedo a citar una de sus mejores muestras. Página 35:
Mujer de este dolor
Estoy enfermo de ti
y no quiero sino agravarme
para ser polvo de tu polvo
tierra de tu tierra, enterrado en ti.
Y esta de la página 67, prodigio de lo exquisitamente breve y emocionalmente eficaz:
Enterrarme
Enterrarme para siempre en tu palabra quiero.
Desconocerme en tu mirada,
de tu espejo borrarme quiero.
Así, acaso,
pasado de mis infiernos podría identificar
a aquel que se quedó contigo.
¿Qué me impedía disolverte, despersonificarte?
Yo. Yo mismo
Yo, que me construyo desde ahora.
O esta magnífica de definición de la poesía como paradoja y crisis dentro y fuera del ser que se debate entre dolor y dicha, holgura y vacío, en una pugnaz interrogante donde tiembla la vida: página 100:
¿Será poesía
sentirse seco adentro
cuando te llueve afuera?
EL POETA QUE GOZA EL SUFRIMIENTO
Reafirmo que Matos es poeta de lo triste. Para él el amor solo tiene fuerzas cuando duele, y mientras más duele, mejor. Asume como un principio vital la frase atribuida a la Madre Teresa de Calcuta: “Hay que amar hasta que duela”. Este lema corre a lo largo y lo ancho de estas líricas páginas.
Y me parece lógico en un cristiano como es el poeta, ya que el cristianismo es la única religión que nos ofrece la belleza del perdón, pero es también –lo reitero- la doctrina del dios que sufre, y al que la alegría no le es cercana, sino el dolor, el sacrificio, el sufrimiento, como una especie de excelso conjuro para alcanzar la pureza y salvación espiritual.
El domingo, continuamos.