ALERTA. Última parte de “La taza de la tía”, de Carlos Márquez

ALERTA. Última parte de “La taza de la tía”, de Carlos Márquez

En el artículo anterior, publiqué la primera parte del excelente poema de Carlos Márquez titulado “La taza de la tía”. Dije que el poeta Carlos Márquez se inspiró en una experiencia real: el conocimiento de que los habitantes de nuestros campos y ciudades usaban la taza de café recién tomado para que una emuladora de la antigua pitonisa griega, “adivinara” acontecimientos pasados, presentes y futuros de quien se tomó ese café.

He aquí la segunda y última parte del mismo:

“45

Cohabitó

en las distancias,

servidunbres

naturales de las tierras

de Lao Tse,

en distancias parcelarias

y siervos estatales.

Mi sorpresa fue infinita,

cuando sobre una gota

de café,

presencié el regreso

de la Tía,

al pasado de los siglos,

46

en el Túnel del Tiempo

temporal de la Taza milagrosa.

Semejando un Concorde

de los minutos cibernéticos,

desempacó

en la tierra de Confucio

y acató sus prédicas

y se hizo sierva.

A través del ojo mágico

del Túnel temporal de la Taza,

la vi

entregadora de tributos.

47

La vi

narrando la desgracia

esclavista de los Han,

la vi, palmoteando

la gracia pasajera

de los Wei,

 junto Wu Chu.

La vi

sublevada contra

personales prestaciones,

mientras Sui

reglamentaba

feudales contribuciones.

48

Y a voz en cuello la oí secretear

a los tímpanos del mundo,

una desintegración medieval

centralizada.

Contó a los tímpanos

del globo el florecer

matemático

en la tabla

de los versos de Li Po,

en la tabla

de los versos de Tu Fu,

49

en el decorado jardín

de los versos de Po Chui,

La vi rondar

los monasterios budistas

y los predios Enchú

sometiendo labriegos laboriosos.

Después, poesía,

La Tía cabalgó los aires

nipones

sin esclavos

demorados en la historia

del esfuerzo y la ambición.

50

Y entre el sintoismo singular,

rechazó el Código Taijo

otorgando dominios absolutos

a monarcas terrenales.

Satisfecha de hermosuras y atuendos

brechó a la diosa Ameterasu

adjudicando linaje a los imperios

o abriendo analógicos capítulos de Maniosiu

La Tía

abrió los ojos,

abrió el Indo,

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anduvo sus cauces;

y cumpliendo una promesa

a Santa qué sé yo,

trepó al techo del mundo.

Los sudras y los vaisyas

atestiguan

el ayuno en devoción

de aquellos cuarenta días

con sus noches de vigilia.

Aquellos cuarenta días

con sus noches

52

desafiando la ira

de los dioses aliados

a rajputasy chalukias.

Fatigada de sueños,

sonámbula,

La Tía descendió

de Pamir;

atravesó el arenal de Ther,

nadó en el Indico

y despertó sus pies

sobre el Pacífico tranquilo.

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En un chispazo de instantes,

como quien se desliza

sobre sourfín,

La Tía

arribó a las playas

donde empacó años y mochilas

para volver por el túnel

del tiempo de la Taza.

En el trayecto

vio el pagano existir de Kiev

y Novgorod

echándole cántaros de almas

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a bosques y tormentas.

Vio a Perú m y Stribog

festejando el fin

de los inviernos,

y detuvo su regreso

para atestiguar el

ajusticiamiento de Igor

y el desprecio

al cristiano bautismo de los kiev.

Los labios de La Tía

murmuraron

Zooroastros con sus fincas

55

y palmotearon

los bregares de Mazdak

contra la peste de las castas.

En un fragante olfatear

los movimientos

enfrentados que se fueron,

La Tía olió Zasanidas

y Mongoles de la mano;

saludó el Ala antiesclavista

y reprochó califas recaudando

en terrenos ortodoxos.

Y al estallar el trueno

56

de las luchas contrarias,

La Tía quedó enferma

y perdida en los caminos

del túnel del tiempo de la Taza.

Allí

llegaron a su mente

los brebajes curadores.

De los montes extrajo

el zumo del jenjibre

y de la bija,

del colmenar

reunió las mieles;

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luego invadió los nidos

conquistando

la yema de los patos

que en alianza

espantaron su mal.

Y como premio a su virtud

mundana,

para enterarla

de las últimas noticias,

los dioses justicieros reunidos

le enviaron la Lámpara

Maravillosa de Aladino.

58

Allí

vio arábicos jinetes sublevados,

vio los chiítas primeros,

vio sumitas explotando,

vio el albedrío de los tulunidas

y los taheridas

sonriendo la derrota

de Poitier,

aprobando la insurrección

de Babek.

Vio el perdón de los pecados,

la salvación eterna

59

y el botín satisfecho

prometido por Urbano

a los cruzados.

A seguidas

vio desherados caballeros

asoladores de templos

y monasterios

marchando

hacia el sepulcro santo.

Entonces,

La Tía reanimó sus bríos,

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salió del lecho del túnel

y quiso atestiguar

el rescate del Santo Sepulcro.

Desde la tierra de Ornar Kayam

arribó a Jerusalén,

donde sobrevivió

a los cruzados

exterminando musulmanes.

En su huida

al sagrado exterminio

instaurado por Urbano,

61

La Dama de los Siglos

Trepó a la gotita de café

y entró a la brecha del Túnel

por donde llegó al pasado

de los siglos

al estallar el trueno

de las luchas encontradas.

En su volver a la taza,

La Tía contempló

el Mediterráneo,

divisó Nicosia,

vió Creta

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y recordó a Eunus sin cadenas

a su paso por Sicilia.

Desde las alturas,

divisó Cerdeña y Barcelona,

sobrevoló París,

desempacando andares

en el techo del parlamento primero,

Desde allí,

Divisó la Guerra de las Rosas,

extinguiendo pétalos inútiles

en York y Lancaster

para inaugurar dinastías

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de Tudor

sobre un Poder Real

Centralizado.

Entonces

La Dama del Mundo

oyó las voces

de los santos que instigaron

las hazañas

de Juana de Arco.

Eran voces cargadas

de acertados vaticinios.

Predijeron

64

La escalonada unidad

de los estados

y la feudal dispersión

genovés y veneciana.

Predijeron el comercio

intermediario de Milán

y la lana tejiendo

las primeras empresas compitiendo.

Vaticinaron papas

obstaculizando el fraterno

abrazo de ciudades.

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Predijeron el demorado

urbanismo Alemán y su Ilansa

Germánica llevando pieles

desde el Este, llevando Lino desde el Oeste,

para traer lienzos

desde el Sur, hasta el Norte.

Predijeron

la agresión de la nobleza feudal,

agrietando la unidad de los estados,

junto a la extinción

}de la Orden Teutónica.

Entonces,

la gente sencilla y los parlamentarios

66

empezaron a reunirse

para oír maravillados,

a la dama

que por encanto del cielo,

desempacó andares

sobre el techo del parlamento primero.

Desde remotos señoríos,

siervos,

 juglares,

adivinos,

mercaderes

y falsos hechiceros

emprendían excursiones

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atraídos por la gloria

de La Dama de los Siglos.

En ese instante,

hablaron los truenos,

se desprendieron los rayos

y una llama de fuego

cubrió la atmósfera,

abriéndose el cielo

por donde descendieron

mitológicos gendarmes,

cuyos brazos invisibles

a los ojos comunes

cargaron con La Tía.

68

Suspendidos en el respiro,

siervos y juglares,

parlamentarios,

caballeros y adivinos,

mercaderes

y falsos hechiceros

vieron el mágico viaje

a las alturas

de La Dama del Mundo.

En el trayecto,

La Tía conoció el íntimo

escalofrío del abismo

junto al rostro clandestino

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de los temores diversos.

En el jardín soñado

al filo del monte celestial

en soledades,

frotándose las manos

la esperaba,

Dios creador

de los melones

y los días.

Entonces la Tía

sintió la ilusión de los prados

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más bellos

que ojos humanos vieran,

al ritmo de trompetas

triunfales

dándole bienvenida a la mansión sublime

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