Por ser esta la última entrega del año, reciban todos mis mejores deseos de felicidad, pero más que nada que gocemos de buena salud. Que el Padre Misericordioso y nuestra Patrona, la Virgen de la Altagracia, nos proteja de ese virus con todas sus mutantes y nos libren de mal.
El 28 de diciembre de cada año, se celebra el “Día de los Inocentes, también conocida como el “Día de los Santos Inocentes”. La historia detrás está relacionada con la matanza de todos los niños menores de dos años en Belén por órdenes del Rey Herodes.
Los reyes magos le manifestaron que llegaron a Jerusalén en busca del futuro Rey de Israel que acababa de nacer. Ante esto, Herodes ordenó a un grupo de soldados de Belén que le dieran muerte inmediata a todos los infantes menores de dos años el 28 de diciembre.
Un ángel le avisó a José que huyera a Egipto salvando la vida del hijo de Dios de la masacre de los Santos Inocentes. Desde entonces, la Iglesia Católica conmemora este día en honor a los cientos de infantes que fueron asesinados ese día.
Siglos después, en la Edad Media, la conmemoración de la crueldad del Rey Herodes coincidió con una tradición pagana conocida como la “Fiesta de los locos”, fecha celebrada entre Navidad y Año Nuevo, la cual finalmente se adaptó al 28 de diciembre.
La tradición de hacer bromas ese día proviene de la Antigua Roma. El espíritu de la “Saturnalia”, la gran fiesta de invierno de los romanos, era propiciar la felicidad, la risa y la jocosidad, por lo que las bromas adquirían un especial significado.
La víspera del Año Nuevo se celebra los 31 de diciembre según el calendario gregoriano que reemplazó al calendario juliano en 1582. Es desde ese año que se celebra la llamada ‘Nochevieja’.