El dilema no está en negociar o no un TLC sino en negociarlo bien o mal. En esencia hay que tener en cuenta tres grupos de productos: aquellos en que somos competitivos y podemos abrirnos de inmediato porque a la vez garantizamos acceso al mercado con el que negociamos; aquellos en los que no somos competitivos pero podemos serlo, lo que nos obliga a darles protección por un tiempo más e irlos desgravando progresivamente, dándole tiempo a los productores a introducir lo necesario para poder competir, y aquellos en los que no somos competitivos ni podemos llegar a serlo, por diversas razones. Aun así no podríamos abrirnos de inmediato para no suicidar al sector empresarial involucrado. Dentro de éste rublo hay dos grupos, aquellos que protegeremos por un tiempo para que los productores puedan reorientarse a otras líneas de producción sabiendo que la protección va a llegar a desaparecer. Hay otro subgrupo, el de producciones en las que no llegaremos a ser competitivos pero por razones de interés nacional las mantendremos protegidas.
Acabamos de dar un paso crucial al restablecer las relaciones diplomáticas con China lo que debe fortalecer los vínculos comerciales ya enormes que se habían forjado. Tomamos una primera acción que nos debe guiar a ser consecuentes con la misma buscando maximizar los beneficios. A China le gustan los TLC bilaterales. En 2017 las relaciones comerciales con la región fueron de 266 mil millones de dólares. China tiene en vigencia acuerdos de libre comercio con Chile, Perú y Costa Rica y negocia otros con Uruguay y Panamá. En el Libro Blanco publicado China proyecta con claridad una visión de largo plazo donde la región figura con interés estratégico y los TLC como instrumento relevante. Téngase en cuenta que por las características de su producción China entra con ventajas aun pagando aranceles por lo que el mayor beneficio, no unilateral por supuesto, es la apertura que obtienen en su mercado los que han negociado su TLC. Los chinos no negocian un TLC con un esquema único sino que lo adapta a las condiciones de la contraparte de manera pragmática pensando en el largo plazo. La evidencia muestra el efecto que han tenido los TLC para los latinoamericanos que han logrado abrir un importante mercado para múltiples productos nacionales que no estaban anteriormente en él. Alimentos y productos mineros, entre otros, marcan presencia de manera notable. Los tres países con TLC han multiplicado varias veces su comercio con aquel gigante. El primer trimestre de 2018 Chile incrementó sus exportaciones en 24.3% de lo cual el 53.1 % fue responsabilidad de China.
República Dominicana ya tiene un flujo comercial enorme con China que el pasado año alcanzó los 2,603 millones pero que solo le correspondieron 145 millones de exportaciones. No hay alternativa, el país debe acercarse a negociar inteligentemente un TLC que le abra mercado y paralelamente captar inversiones para el desarrollo de una agroindustria que potencie sus exportaciones en un rublo de mucho interés para China.