UNA OFRENDA ESTÉTICA Y SIMBÓLICA
I
“Susurro que corre por los montes…” (Ofelia Berrido).
La creación de Anacaona, de Ofelia Berrido, tiene la particularidad de que los lectores podrán disfrutar unas impresionantes fotos con bellísimas imágenes que enfatizan la lírica de la versificación, la dimensión artística de la obra y la intención espiritual de la autora con la carga afectiva de su entramado estético.
Centrada en la trayectoria de nuestra reina indígena, esta obra poética fue fruto de una investigación histórica para documentar los datos sobre el personaje que la inspira. No es un personaje de ficción, sino de la realidad histórica de los aborígenes de Quisqueya.
Ofelia Berrido (1), que tiene alta sensibilidad estética, claro talento poético y definida conciencia espiritual, ha aunado esas tres facetas en esta obra para deleitarnos y transmitirnos una enseñanza peculiar ya que ella reinterpreta estética y espiritualmente la vida de Anacaona para situarla históricamente en su época y, desde luego, para que entendamos el significado emocional, intelectual y espiritual del rol de Anacaona, lo que hizo y lo que sufrió en razón de lo que padeció.
Hay un aspecto destacable en esta obra de Ofelia Berrido: la imbricación histórica del personaje con la realidad social, antropológica y cultural de la época colonial en la que se enmarca la vida de la famosa india. Ofelia tiene la virtud o la capacidad de entender y transmitir el trasfondo histórico, estético y espiritual de lo que significó Anacaona.
Ofelia Berrido recrea y transmite a través de su lírica el trasfondo conceptual, emocional y espiritual de la vida y la cultura del pasado indígena. La emisora de estos versos asume el personaje que inspira su creación desde la perspectiva poética y, para orientarnos sobre su intención, curcutea el trasfondo de la herencia ancestral que ha sobrevivido a través del tiempo en diferentes manifestaciones de la creatividad y la cultura de los aborígenes de esta isla.
La primera de esas manifestaciones fue la lengua, porque Anacaona era taína, y el pueblo taíno aportó al español dominicano múltiples voces que integran en el habla criolla el tainismo de nuestro lenguaje, que contiene un caudal de voces y expresiones culturales de los tainos, cuyos vocablos enriquecieron la lengua española durante el proceso de dos lenguas en contacto generando el primer influjo léxico de una lengua originaria de América en la lengua castellana, que los mismos españoles llevaron a Europa y sembraron en el español americano.
Fue la primera vez que ese diálogo de lenguas aconteciera en el ámbito americano. Pues bien, al asumir vocablos taínos que incorpora al poemario, la poeta pondera la importancia de las voces taínas, varias de las cuales se conservan en nuestra habla.
Un segundo aspecto es la dimensión cósmica que Ofelia Berrido asigna al personaje encarnado en Anacaona.
Nuestra académica valora en la reina indígena el vínculo indicativo de una visión del mundo canalizada mediante el impacto de una raza, su lengua y su cultura en la idiosincrasia de nuestro pueblo. La poeta interiorista percibe la huella de Anacaona en el agua, la tierra, las montañas, las flores, en todo.
Y valora e interpreta lo que siente y concibe al ponderar el rol del personaje histórico de Anacaona en la historia de nuestro pueblo y la idiosincrasia de su cultura.
Un tercer aspecto es la dimensión estética y espiritual, porque se trata de una creación poética.
Ofelia Berrido plasma la belleza de las palabras en las expresiones líricas con las que describe a esa singular mujer. El lenguaje y el estilo de su creación se potencian con la dimensión espiritual de la tendencia mística de su sensibilidad y su conciencia.
De ahí la onda sublime de su inteligencia sutil que le permite sintonizar esa dimensión profunda de un personaje, que asume e interpreta con el sentido antropológico, lingüístico y espiritual que Anacaona significó en la cultura de nuestros aborígenes.
Con los recursos de la versificación moderna y la técnica de la creación poética, Ofelia Berrido plasma en Anacaona una obra poética embellecida con fotografías artísticas como un homenaje lírico, estético y simbólico a una reina, Anacaona de Jaragua, y a una raza, la taína de Quisqueya, mediante el arte de la imagen y la creación verbal articulada a una ofrenda de amor y valoración del legado espiritual de los taínos a la cultura nacional, hispanoamericana y española.
Ofelia Berrido es una singular creadora cuyo talento literario, impregnado de una honda vocación espiritual, canaliza el testimonio de sus intuiciones y vivencias con entusiasmo desbordante. “Entusiasmo” viene del griego En Theos, que significa ‘estar en Dios’, porque Ofelia refleja un sentimiento divino, un vínculo entrañable con la fuente de la Divinidad, de la que todos procedemos.
En esta obra poética la agraciada autora ausculta “el espíritu antillano” a cuyo través resalta la huella cultural y espiritual legada por los aborígenes quisqueyanos, encarnada en los fluidos del agua, la tierra, la vegetación y las irradiaciones estelares, amén de la herencia idiomática del tainismo cifrado en vocablos de la lengua taína, canalizada desde la sensibilidad estética y espiritual de la autora de este poemario, cuyas impresionantes imágenes fotográficas potencian la calidad de la edición yel valor significativo y simbólico de las imágenes poéticas.
Unos versos iniciales de salutación ambientan el poemario de Ofelia Berrido con la presentación de la forma y la sustancia del contenido (2):
Mujer, espíritu antillano,
aliento, mar y loma.
Areíto mañanero,
murmullo de río bravío
en noche cerrada.
(Anacaona227).
Nuestra poeta ausculta la voz de las cosas (“Escucha este susurro/que corre por los montes”) y en su inspiración lírica y estética tiene la virtud de sentir la voz secreta del Cosmos, la huella inmemorial de una herencia cultural conectada con la sabiduría espiritual del Cosmos, que recrea con la evocación del dolor sufrido por los taínos, angustiosa situación que capta y expresa mediante su singular conexión con lo viviente:
Ya nada alienta las ilusiones.
La realidad violenta se perpetúa
en la vibración del látigo que es viento
y en el sollozo nocturno de la espesura.
(Anacaona228).
A la luz de la herencia taína, cuyo aliento genesíaco fluye en la sensibilidad de nuestra poeta, se puede percibir la manera como explora la identidad de la cultura aborigen que encontraron los españoles cuando se asentaron en esta isla de Quisqueya:
El mundo se contempla
entre el humo hiriente de la leña.
Los devotos de la caña y del oro se acechan…
Buscan la energía de vida,
las raíces mismas de la tierra…
(Anacaona229).
Como remedo evocador del tainismo, que conforma la base léxica de los taínos, la autora usa voces de los antepasados aborígenes de esta isla para orillar su cultura, su idiosincrasia y su talante:
Hijos de la palabra originaria
confinada a la tortura, a la historia cruel,
palabra que reina en el silencio que acecha
bajo la tonadilla del colibrí iluminado:
las ilusiones rotas.
(Anacaona230).
Ofelia Berrido evoca el areíto, la canción bailable con la que nuestros indígenas testimoniaban sus creaciones estéticas y espirituales dando cuenta de la naturaleza de lo viviente y de las circunstancias que conformaban su estilo de vida:
Tus cánticos nocturnos aún se escuchan
y el areíto revive en tu voz.
¡Oh, Anacaona, Anacaona!…
Te elevaste para descender en ti misma,
convertida en relámpago y trueno…
en flor de caña, aleteo de pájaro y tambor…
Mira como resplandece la tierna caña
y como el saltamontes se pierde en ella.
Aspira el olor de la tierra, puras esencias,
escucha el trinar de la eternidad.
(Anacaona231).