Bienalidades (2-3)

Bienalidades (2-3)

Una imagen es, en cierto modo, un relato (Barthes). Una imagen es un mundo: un texto visual.
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Las imágenes son, en esencia, una manera de ver y comprender la realidad. Proporcionan una información del mundo, reproducen eventos, relatan situaciones y hechos.
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¿La imagen como relato de verdad?
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Las imágenes forman, deforman, informan, desinforman y, a veces… transforman.
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Vivimos invadidos y bombardeados por las culturas visuales. Ellas abarcan toda la producción sensible de nuestra época que involucra la mirada del espectador y su relación con el objeto mirado. Se caracterizan por el predominio de la imagen sobre la palabra. La cultura de la imagen parece haber reemplazado a la cultura escrita como transmisora del saber. Los efectos son tan asombrosos como perturbadores.
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Hay una relación singular entre orden visual y orden virtual, pues hoy día toda virtualidad se presenta en gran medida como visualidad. Y viceversa.
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Las culturas visuales solo se pueden comprender en el contexto de una historia de las imágenes, más allá incluso de la historia del arte. El estudio de las culturas basadas en imágenes artísticas y culturales debe poner énfasis no solo en su registro y documentación sino también en su interpretación y crítica. Ellas están ahí y esperan por nosotros. Esperan ser leídas, descifradas, descodificadas.
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Insistir una y otra vez: de lo que se trata es de aprender a leer e interpretar las imágenes de nuestro mundo con auténtico sentido crítico.
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Toda imagen, estática o en movimiento, supone siempre un sujeto que la mira y la observa: un espectador. ¿Quién es ese espectador que mira? ¿Y qué es lo que mira cuando mira? ¿Y qué es lo que deja de mirar? ¿Y cómo es su mirada? ¿Es acaso espontánea, casual, arbitraria, intencional? ¿Su mirada es dirigida e intencionada?
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¿Qué significa una imagen? ¿Tiene algún significado? ¿Qué y quién se oculta detrás de una imagen? ¿Qué dice nuestra mirada? ¿Acaso dice algo? ¿Cómo pensar la imagen y cómo pensar la mirada? ¿Y cuál es la relación entre la imagen y la mirada? ¿Cómo leer las infinitas imágenes de esta era digital en que vivimos? ¿De qué nos hablan todas esas imágenes? ¿Cómo nos relacionamos con ellas como “miradores”? ¿Modifican nuestra visión del mundo? ¿Significan algo para nosotros? Y, de nuevo: ¿Qué es lo que miramos cuando miramos?

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Las culturas visuales son invasivas. Lo invaden absolutamente todo: lo público y lo privado, la vida social y la vida íntima.

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Las pantallas electrónicas gigantes nos esperan y nos acechan en cualquier punto de la ciudad.

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El arte público, urbano y callejero, el arte mural, todos esos murales y grafitis del Gran Santo Domingo, son expresiones espontáneas de la imaginación y la creatividad artística. En ese arte entran muchas cosas: la imaginería de la gente, las historias personales, lo popular, la vida social, la inmediatez, la denuncia, la crítica social, lo frívolo y lo banal, lo cursi.

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Analfabetismo visual. Conocer, estudiar y enseñar las culturas visuales de nuestra época significa comprender las imágenes como signos visuales que apelan a una mirada. Significa no aceptarlas porque estén ahí, dadas, sino analizarlas con espíritu crítico en sus propuestas, relaciones y contextos, en sus usos y abusos, en un entorno cada vez más complejo e interconectado.

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El nuevo modelo educativo universitario pone el énfasis en el currículo basado en el desarrollo de las competencias, destrezas y habilidades del estudiante. Tal modelo debería contemplar también la pertinencia de un nuevo tipo de pedagogía visual. Me explico: incluir en el proceso de enseñanza-aprendizaje la lectura y la interpretación crítica de las imágenes. El estudio de las culturas visuales debería formar parte integral de la educación superior, debería figurar en los planes de estudios de todas las escuelas y facultades, y no solo en las de artes y humanidades.

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Pedagogía visual. No se trata de enseñar por medio de imágenes para transmitir un contenido o saber superior o trascendente, como lo hacía la escolástica medieval. Se trata sobre todo de enseñar a leer las imágenes mismas en su relación con el mundo y la realidad, y de relacionarlas con nuestras vidas, con nuestra experiencia humana, social y cultural.

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Reiterarlo una vez más: no basta con enseñarle al estudiante universitario de hoy “cómo” leer el libro, el periódico, la revista, “el folleto”, la prensa digital, la página Web, las redes sociales. Es preciso también que él mismo pueda aprender a “leer” con espíritu crítico las imágenes de su entorno más inmediato y material, los textos de “su” mundo personal, los signos de su existencia particular y concreta.

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En esto de la educación en las culturas visuales, como en todo proceso educativo, conviene recordar el sabio consejo de Pedro Henríquez Ureña para los estudiantes: “Deben dárseles elementos para formar juicio, pero no obligarlos a aceptar juicios hechos”.

Nota: La ilustración que acompañó la primera entrega de esta serie de textos, publicada en la edición de Areíto del 2 de diciembre de 2023, corresponde a una pintura titulada “Cédular del mar”, del maestro José Pelletier.

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