Al centro Marianela, junto a sus hijos y cuarta generación Blandino: Jesús, Fernando, María Fernanda y Virginia Arredondo. ANA MÁRMOL
La historia del Grupo Blandino se remonta en 1931, Atilano llevando lo necesario a las casas en los velatorios, luego se crea la primera capilla. En la actualidad aperturan el Columbario
Solo el tiempo es capaz de sobreponer al ser humano cuando pierde un ser amado. Ese momento del adiós para siempre marca de una manera insondable al doliente, y de esto sabe la familia Blandino, del Grupo Blandino, quienes tienen una trayectoria de 90 años sirviendo a la sociedad en tiempo de duelo.
Las puertas de la que era la casa familiar de Fernando Arredondo Blandino, tercera generación, ahora concedida para su nueva empresa Columbarios Blandino, ubicada en la avenida Luperón, fueron gratamente abiertas para Rostros en ocasión de que en octubre Grupo Blandino estará celebrando el 90 aniversario.
Una atmósfera de paz y amabilidad nos envolvió durante el encuentro con Marianela Santana viuda Arredondo, presidenta de la fundación Blandino, en compañía de sus hijos Virginia, Fernando, Jesús y María Fernanda, esta última responsable de la funeraria, una cuarta generación que ha heredado la pasión y el compromiso de su bisabuelo y fundador del negocio funerario, Atilano Vicente Blandino.
Entusiasta, María Fernanda confiesa: “¡Wow lo logramos! Como dice el refrán 90 años se dice rápido pero toma su tiempo, nosotros lo recibimos con 70 años, bien encaminado, lo hemos llevado con orgullo y nos decimos vamos a llegar a los cien, porque sentimos ese compromiso, como un homenaje a nuestros antepasados”.
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El Grupo Blandino ha marcado precedente al ser pioneros en la apertura de la primera capilla funeraria del país en 1959, es la primera funeraria en hacer embalsamiento, en traer hornos de cremación y realizar la, resaltan en ofrecer talleres de distintos tipos de duelo y poseen Columbarios, un espacio diseñado como lugar de descanso final para albergar restos cremados en una moderna edificación rodeada de un agradable ambiente natural. Este espacio fue inaugurado en plena pandemia y cuenta con dos capillas.
También tienen Columbario en el ensanche Ozama y en Santiago.
De quincallería a funeraria
Cuenta Virginia que la familia que vivía en Baní, vendía a través de una quincallería de todo cuanto el pueblo necesitaba, hasta de encontrar un ataúd porque Atalino sabía trabajar con la madera, desconociendo que con esto marcaría un hito en la familia.
“Cuando llegan a la capital, tomaron la decisión de que el bisabuelo sabía hacer ataúdes y tenían todo lo que se necesitaba para servicios funerarios, porque al principio era en las casas que se hacían los velatorios, y de esta manera nació Blandino con un capital de 21 pesos”.
En la actualidad, el Grupo Blandino se encuentra aliados con socios estratégicos y tiene socios reales. “Entre la última sociedad que tenemos está con Parque Cementerio Puerta del Cielo con el que cerramos el circulo de la industria funeraria” dijo Virginia.
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Desafíos
El primero de ellos, comenta Marianela, es lograr en sus inicios que la gente aceptara el cambio de velatorio de su casa a una funeraria “porque se entendía en aquel entonces, que si llevaba mi familiar a otro lado lo quiero menos que si está en mi casa”. “Fue por un velatorio de unas personas extranjeras que estaban en el país que logró usarse la capilla en 1961 y a partir de ahí se fueron adecuado las familias en el concepto funerario”.
Jesús Arredondo aporta otro reto, la dificultad de trabajar con la familia y sobre todo en un negocio de 24 horas, “todos los días nos enojamos” –ríe-. “Cuando nuestro padre Fernando estaba vivo, él tomaba todas las decisiones, el reto más grande sigue siendo hacer crecer la empresa sin que falte la cercanía de los dueños”.
Dice que con el fin de cada uno ponga su sello distintivo en las operaciones de la empresa, los hermanos turnan la presidencia.
Jesús además ahonda lo que ha significado concienciar a las familias sobre el programa pre arreglo de servicios funerarios. “El dominicano te dice, no llames, me azaras, es de mala suerte” asegurando la importancia que este plan permite en el tiempo a las familias de planificar los servicios tanto de funeraria como de cementerio, cremación, o como de columbarios.
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La familia fuera del grupo
Además de ser inquietos en los negocios, la familia Arredondo lo son también en el deporte.
Los hombres, Jesús y Fernando, destacan en su participación en torneo de polo y carreras automovilísticas, mientras que María Fernanda disfruta particpar de maratones, bicicleta y ha competido en triatlón.
Marianela y Virginia, son más calmadas, prefieren disfrutar del mundo de la literatura.
María Fernanda, asegura, tienen hijos de edades similares, y son quienes unen todavía más a cada uno de los hermanos al apoyar y querer ser participe en las actividades que realizan cada uno de los pequeños.
Y claro está no falta una invitación por parte de Marianela quien se inventa una velada para poder reunir a todos los miembros de esta entregada familia.