§ 7. Copio un fragmento de la entrega anterior, dada la importancia de los tres rasgos distintivos que explican la caída del comunismo de la exUnión Soviética y sus países satélites a partir de 1991: «Ludwig von Mises, economista y miembro de la Escuela [Económica]de Viena vaticinó, en 1924 en “Socialismo”, la caída de los regímenes comunistas de Europa del Este al no existir en ellos la ley de la oferta y la demanda, porque [son] tipos de regímenes de economía planificada; y, sobre todo, al serles inseparables a tales regímenes la existencia vital del partido único, propio de cualquier dictadura, sea de izquierdas o de derechas.» En los regímenes de economía planificada es imposible ejercer un control de la producción.
§ 8. Pero un libro más moderno, de 1970, publicado en vida de Caamaño, por Andrei Amalrik, titulado L’ Union Soviétique survivra -t- elle en 1984? (París: Fayard, 1970) vaticina la caída del socialismo en la Unión Soviética para 1984. Por una diferencia de siete años la profecía no se cumplió. Dudo que Caamaño leyera esta obra. Estimo que los gobernantes, los planificadores de políticas, los servicios secretos de países socialistas o capitalistas y sus embajadas en el extranjero tomaron en cuenta la advertencia que Amalrik. Con uno de los mejores servicios secretos del mundo, Cuba no fue una excepción. Quizá a Fidel, Raúl, Ramiro Valdés o Raúl Roa debieron llegarles informes sobre la “peligrosidad” de ese libro, probablemente calificado de revisionista y aberrante por los espíritus dogmáticos de la época, partidarios de la linealidad y el sentido de la historia.
Puede leer: Caamaño, prosa de guardia; Taveras, prosa civil; y Bosch, literaria y de guerra social
§ 9. Defino la prosa de guardia y la diferencia entre el militar y el político: el militar está para ordenar o recibir instrucciones; el político, para lidiar con las contradicciones sociales. A partir de 1967, Caamaño dejó de ser el político que fue durante la revolución de abril de 1965 para convertirse en uno más de los tantos líderes militares de expediciones que, fraguadas en Puerto Rico, San Thomas, Curazao o Cuba, desembarcaron en nuestro país para derrocar a los Gobiernos de turno: ninguna tuvo éxito (Sánchez en 1861, Cesáreo Guillermo en 1885, Juan Isidro Jimenes en 1901 con el “Fanita” en 1898, Cayo Confites liderada por Juancito Rodríguez y Juan Bosch en 1947, Luperón en 1949 con Horacio Julio Ornes a la cabeza, el 14 de junio de 1959 con Enrique Jimenes Moya a la cabeza, Claudio Caamaño Grullón, escapado con vida de la guerrilla de Caamaño, volvió al país en junio de 1975 acompañado de Manfredo Casado Villar y Toribio Peña Jáquez a montar una guerrilla y fracasaron en el intento.
§ 10. Aparte de las recomendaciones de los políticos y los enlaces dominicanos (Fidel, Bosch, Peña Gómez, PCD), a Caamaño le advirtieron que las condiciones sociopolíticas y económicas habían cambiado en nuestro país. Frank Moya Pons las resume así: «A pesar de la oposición de Fidel Castro, quien no quería verse involucrado en otros focos guerrilleros luego del fracaso de Guevara en Bolivia, Caamaño logró salir de Cuba con un grupo de colaboradores y llegar a las montañas dominicanas el 1º de febrero de 1973, ocho años después de la revuelta de 1965. Para ese entonces, las cosas habían cambiado mucho. El ejército había sido entrenado para enfrentar focos guerrilleros, y el país también se había transformado por la recuperación económica. Una vigorosa política de crecimiento industrial y de urbanización acelerada dio paso a una nueva clase media con un grado de influencia nunca visto en la historia dominicana (…) Muchos de los antiguos camaradas de Caamaño también habían cambiado mucho durante esos ocho años. Unos habían visto caer a sus colegas, víctimas del terrorismo gubernamental y se habían amedrentado. Otros se habían integrado al mundo de los negocios o al ejercicio de sus profesiones y oficios en una economía en expansión que durante los años 1970 a 1974 alcanzó las tasas más altas de crecimiento de América Latina. En consecuencia, la guerrilla de Caamaño no recibió el respaldo popular que él esperaba encontrar y quedó completamente aislada en las montañas, por lo cual fue prontamente aniquilado.» (Breve historia contemporánea de la República Dominicana. México: Fondo de Cultura Económica, 1999, pp. 189-190).
§ 11. A pesar de estas advertencias sibilinas, Caamaño regresó al país el 1 de febrero de 1973, subió a las lomas de Ocoa con ocho de los nueve miembros que le acompañaron en esa aventura. Del grueso de más de cien hombres que se entrenaron en Cuba para venir a Santo Domingo, el carácter y temperamento estrictamente militar de Caamaño causó que la mayoría de estos civiles, no acostumbrados a la disciplina militar, sino a la discusión política de tácticas y estrategias, le abandonaran poco a poco. Eso explica su llegada al país con nueve guerrilleros, los irreductibles que depositaron su confianza ciega en este hombre dotado de una ideología mesiánica y redentora, según lo explican las múltiples cartas a sus enlaces en Europa y Santo Domingo, sobre todo en la correspondencia dirigida al coronel Emilio Ludovino Fernández, agregado militar en Roma. Algunos de los que estuvieron con Caamaño en los entrenamientos en Pinar del Río me relataron que el líder sometió a una estricta disciplina militar y moral a aquellos futuros guerrilleros vía la Dirección, compuesta por un puñado de hombres que aceptaron las prédicas del coronel de Abril. Semejante disciplina militar y moral revela que Caamaño no conjugó la unidad dialéctica entre militar y político y es este último término el que define la política como la estrategia de la toma del poder a través de la solución de las contradicciones sociales y los conflictos de intereses para beneficio de la sociedad que se pretende gobernar. Caamaño se comportó como un político en la guerra de abril de 1965, porque lidió con múltiples contradicciones e intereses. Pero aquí hay que resaltar que fue político porque sus consejeros principales: Juan Bosch, Jottin Cury, Hugo Tolentino y otros de menos viso, fueron políticos en el sentido que he apuntado más arriba. Aquella disciplina férrea de cuartel no podía producir otra prosa que no fuera la militar autorizada por una ideología verticalista del poder que no admitía la libertad de crítica: el comunismo, ideología adoptada como dogma por Caamaño y documentada en su Correspondencia (1966-1973).
§ 12. Pese a este error mayúsculo de Caamaño, pese a las advertencias de sus enlaces en el país de que no viniera, la posteridad, a 51 años de aquella guerrilla fracasada y a 59 de la guerra patria de 1965 cuando ya las pasiones y los personajes que participaron a favor y en contra de Caamaño están muertos casi todos, los historiadores han excusado el error y han reivindicado la guerra patria que él libró contra el imperialismo yanqui como un hecho de gran significación histórica para el país. Por tal razón, él ha pasado a nuestra historia como héroe mítico, al igual que otros firmantes y no firmantes de la proclama al pueblo dominicano del COMANDO MILITAR CONSTITUCIONALISTA el 29 de abril de 1965, el cual dirigirá la guerra patria antimperialista al momento de la invasión estadounidense el día anterior. Estos hombres-mito, encabezados por Caamaño, señalaron y señalarán siempre el camino a seguir en caso de agresión extranjera a la República Dominicana. Caamaño no será reconocido por los historiadores como el hombre que intentó implantar un régimen comunista de partido único en su país, sino como un mito en la acepción que me explicó Juan Bosch.
Volveré en la próxima entrega con el tema de la prosa militar de Caamaño contenida en su Correspondencia (1967-1973).
§ 13. Llamo prosa civil a aquella producida por intelectuales que no pertenecen a partidos políticos, a los poderes fácticos o a confesiones religiosas cuyo discurso, crítico, aporta un conocimiento nuevo en las prácticas sociales que asumen. El hacedor de prosa civil plantea la diferencia entre el intelectual y el político. El político produce ideologías y venta de ilusiones a futuro; el intelectual, en cambio, produce conocimiento nuevo en su práctica inseparable de su discurso. En nuestro medio, se da el caso raro de un político, Juan Bosch, que ha producido conocimiento nuevo con sus obras “Composición social dominicana” “La pequeña burguesía en la historia de la República Dominicana” y, me atrevo a decir, en “Clases sociales en la República Dominicana”. Un ejemplo de prosa civil lo constituye la serie de artículos del intelectual José Luis Taveras, de quien escojo solamente uno: el publicado en Diario Libre el 11 de abril de 2024 titulado «El pan nuestro de cada día: Informalidad laboral y pobreza en República Dominicana”, el cual es inseparable de “Desigualdad socioeconómica. Canasta familiar, salario mínimo, informalidad laboral y remesas”.
§ 14. Antes de la producción de conocimiento nuevo aparecen en primer lugar los datos o hechos. Taveras los expone así: «El costo de los bienes y servicios que integran la canasta familiar básica finalizó al cierre de enero pasado en RD$44,927.30. El salario mínimo en la República Dominicana es de RD$19,352.50, colocado como el antepenúltimo más bajo en la escala salarial de América Latina. Eso significa que, si las cabezas de una familia perciben tales ingresos, sus aportes quedan aún por debajo de los costos de la canasta. En ese escenario se impone un tercer empleo o una ocupación económica extra.»
§ 15. A continuación, la explicación de cómo existe un factor externo que mitiga ese salario mínimo, invisibilizando su realidad: «En la cultura del inmigrante dominicano prevalece la expectativa del retorno; eso explica el arraigo que lo ata al lugar de origen. Uno de los nexos que mantiene activa esa relación son las remesas, un aporte solidario de los dominicanos del exterior a favor de sus familiares.
(…) Las remesas son prestaciones bondadosas en tanto aportaciones directas al presupuesto de las familias receptoras, destinadas, en su mayor parte, a cubrir gastos ordinarios; además, constituyen una variable relevante para el análisis macroeconómico porque son parte de la estadística que soporta la balanza de pagos.» ¿Qué oculta esa mitigación? El inconsciente del político: «El efecto de las remesas en el amortiguamiento de la pobreza es extraordinario. Se estima que por cada diez hogares dominicanos ocho tienen algún familiar residente en el exterior. Y en algún momento esos inmigrantes remesan dinero, ropas o alimentos. Tales envíos representan un factor perentorio de descompresión social. Se trata del más grande «subsidio» con que cuenta el sistema.»
§ 16. Si ese inconsciente no se vuelve consciente, más temprano que tarde tendrá consecuencias: «En algún momento de nuestra agenda de nación habrá que abordar, junto a la reforma del Sistema de Seguridad Social, las estructuras salariales. No es socialmente sostenible mantener las bases y montos vigentes, ni tampoco consentir impunemente en la informalidad como escape al precario sistema de retribución del trabajo en la República Dominicana.»
§ 17. ¿De qué tipo son esas consecuencias si no se remedian esos males expuestos por Taveras con lucidez y claridad? El oído atento a las erupciones de un volcán le permite a Taveras, en su conocimiento profundo de la sociedad donde vive, lanzar la profecía siguiente, como si fuera un poeta del Viejo Testamento: «No es exagerado afirmar que las remesas han evitado a los gobiernos situaciones de perturbación social. Cuando el presente es un desafío por abordar cada día y no existen las premisas para planificar un futuro seguro, a las sociedades les quedan dos caminos: amotinarse o huir. Los dominicanos han preferido escapar sin reparar muchas veces en los medios ni en el precio. Si ese cuadro no cambia y las inequidades se profundizan, no nos extrañemos de que cualquier situación política pueda catalizar «de repente» una fractura social a pesar del aparente clima de acato social que vivimos. Entonces nos acordaremos de lo poco que hicimos para evitarla.»
§ 18. En este último fragmento es donde Taveras, auscultador de lo social, empalma con la tesis de Bosch expuesta en “Bolívar y la guerra social”, y, también, en “La guerra de la Restauración”, nuestra primera guerra social, porque en la República Dominicana, se advierte ya en la poblada de 1984, están dadas las condiciones, al igual que en América Latina, para que esa “fractura social” se produzca: Desde la primera independencia de los grandes libertadores en el siglo XIX (Bolívar, Sucre, San Martín, O’Higgins, Martí, Tiradentes, Duarte, Louverture y los otros) todas las conquistas sociales de los pueblos iberoamericanos han sido postergadas por los hijos de los peninsulares que inventaron las oligarquías sustitutas del viejo dominio colonial y pasaron nuestras repúblicas, hasta hoy, a un neocolonialismo: el imperialismo de los Estados Unidos. Ese futuro que vislumbra entre brumas la profecía de Taveras no es otro que la segunda independencia de los países iberoamericanos, la cual inventará los nuevos Bolívar y los poetas del partido del ritmo. La primera independencia tuvo en el modernismo a los Darío con su partido del signo. (Continuará).