§ 19. El 10 de mayo de 1972, a nueve meses de la llegada de Caamaño al país procedente de Cuba, el asistente de Inteligencia de la Fuerza Aérea Dominicana (FAD) teniente coronel paracaidista José I. Martínez González envió un informe confidencial a su jefe inmediato donde le dice lo siguiente: «… hemos sido informado[s] por una fuente nuestra destacada en la ciudad de Nueva York, que dicen los comunistas constitucionalistas, juanboschitas (sic), emepedeístas y demás facciones izquierdistas de la República Dominicana, muchísimos de ellos con quienes la fuente dice haber hablado, expresan en privado cada vez que se reúnen que para las elecciones del 1974, el señor Juan Bosch piensa participar, pero tratarán de unir al PRD con el MPD, con el Pacoredo, con el PCD, con el 1J4 y todos los partidos de índole comunista del país, así como sindicatos y demás gremios…» (Francisco Alberto Caamaño Deñó. Correspondencia (1967-1973). Santo Domingo: Archivo General de la Nación, 2024, p. 431-32).
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§ 20. Los informes de los organismos de inteligencia de cualquier país juegan siempre a la información y la desinformación y quienes los emiten tienden a sobrevalorarse como agentes eficaces del espionaje o contraespionaje para ganar méritos ante los superiores. Por eso estos informes tienen una pizca de verdad y otra de hipérbole y en la hipérbole figura lo que no sucedió en la historia. En este informe del coronel Martínez, la información de la presencia de Caamaño en Cuba procede, casi con alta probabilidad, de los servicios secretos estadounidenses, aunque en nuestro país los servicios secretos, desde Lilís a Trujillo hasta nuestros días, tienen por objetivo espiar las actividades de opositores, aliados y adyuvantes en el exterior. La exageración por parte del redactor de los informes de inteligencia tiene una gran parte de manipulación. En el informe de Martínez la hipérbole y la manipulación tienen como objetivo compactar y unir en un bloque monolítico a la cúpula militar balaguerista alérgica a todo lo que huela a Bosch, Caamaño y la izquierda. Toda la parte que informa del destino de los militares balagueristas en caso de un triunfo de Bosch en 1974 es propaganda terrorista para asustar a los militares que combatieron la guerra patria antimperialista de 1965. No hay nunca en los documentos e informes de los militares que adversaron a los constitucionalistas ninguna alusión a las fuerzas armadas como garantes del orden constitucional y de la soberanía nacional taxativamente estipulado en la Constitución y las leyes adjetivas que definen la misión de tales fuerzas armadas. El argumento del anticomunismo es siempre la explicación del golpe de Estado contra el Gobierno de Juan Bosch y la guerra patria de abril de 1965. Pero tanto el comunismo como el anticomunismo son prácticas y discursos políticos e ideológicos que colocan a cualquier fuerza armada como no deliberantes en asuntos políticos.
§ 21. El informe del coronel Martínez trae esta información que sin duda es fruto del seguimiento que le dieron a Caamaño los servicios de inteligencia desde que fue nombrado como agregado militar en Londres hasta su viaje a Cuba llevado por un doble agente y su llegada a las lomas de Ocoa el 1 de febrero de 1973: «…aseguran [los agentes del asistente de inteligencia] que el excoronel Caamaño Deñó se encuentra en Cuba y que se entrena con miles de hombres, el cual (sic) piensa entrar clandestinamente al país antes de las elecciones con el propósito de que si Juan Bosch gana y los militares no le entregan el gobierno, en seguida llamar al pueblo para estallar una revolución igual a la del año 1965; en caso de que nada pase, Caamaño permanecerá en la clandestinidad hasta que Juan Bosch pueda tener el control completo del país, luego Caamaño saldrá a la luz pública y será nombrado jefe de las Fuerzas Armadas, según ellos, para que limpie fusilando a los grandes y los pequeños que no estén de acuerdo con el sistema que implanten.» (sic).
§ 22. Para que la propaganda terrorista surta más efecto, el informe anticipa lo que les ocurriría a los “grandes y pequeños” militares enemigos de Bosch y compartes y va más lejos incluso cuando atribuye a esos militares un poder que solamente le está reservado a Balaguer, es decir, el traspaso pacífico del mando al supuesto ganador de las elecciones de 1974. Esas fuerzas armadas que dieron el golpe de Estado a Juan Bosch deliberaron y decidieron que su Gobierno era comunista y lo mismo deliberaron y decidieron que la revolución de abril era comunista. Primero, violaron la Constitución de 1963 y del 16 de septiembre de 1962 aprobada por el Consejo de Estado y que los golpistas decidieron declararla en vigor, constituciones que en ningún artículo prohíben el comunismo, pero en el artículo 1 de su declaración del golpe de Estado, los golpistas decretaron lo siguiente: «Fuera de la ley, tanto a la doctrina comunista, marxista-leninista, castrista o como se la quiera llamar, como a los partidos políticos que velada o abiertamente la profesan, y bajo estado de prevención a todos los integrantes de tales partidos, y, muy especialmente a sus dirigente y cabezas visibles…» y decidieron también que, como militares estaban por encima de la Constitución; y, en segundo lugar, cuando los Estados Unidos invadieron el país con 24 mil marines, las fuerzas armadas autodenominadas leales o regulares apoyaron masivamente dicha ocupación en vez de luchar contra el invasor que mancillaba la soberanía nacional, la cual, según la Constituciones de 1962 y 1963, y las demás habidas hasta hoy, estaban obligadas a defender con las armas en las manos. ¿Pero por qué no lo hicieron? Frank Moya Pons, libre de sospecha comunista y antimperialista, lo explica muy bien: «Durante ese período [de permanencia de las tropas yanquis en el país, DC], Estados Unidos logró reestructurar a las fuerzas armadas dominicanas como una entidad directamente bajo sus órdenes y totalmente dependiente del gobierno norteamericano para el pago de salarios y la provisión de ropa, comida, municiones y equipos.» (“Historia contemporánea…”, ya citada, p. 185). En ese estado de dependencia permanecen hasta hoy nuestras fuerzas armadas.
§ 23. Para contrarrestar el argumento del informe de inteligencia del coronel Martínez, la realidad política de aquel momento desmiente el miedo pánico de las fuerzas armadas y lo archiva en la gaveta de la “escuela de cobardía y envilecimiento” evocada por Américo Lugo con respecto a los políticos y militares que se quedaron de brazos cruzados cuando los yanquis ocuparon militarmente el país de 1916 1924, muchos de cuyos descendientes repitieron la misma conducta de sus ancestros en 1965. ¿Cuál era en 1972 la posición de esos partidos políticos que el coronel Martínez califica de “comunistas” al meter en el mismo saco a los partidos no comunistas, mayoritarios, como el PRD liderado por Bosch, que estaban negociando una estrategia para sacar a Balaguer del poder, pero a través de su participación en las elecciones de mayo de 1974? Eso se concretaría en 1973, luego de la muerte de Caamaño, primero con el Bloque de la Dignidad Nacional y luego que Bosch abandonara el PRD y fundara el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), se continuó con la misma estrategia, ahora dirigida por Peña Gómez, el Partido Quisqueyano Demócrata de Wessin, el Partido Revolucionario Social Cristiano y otras fuerzas minoritarias de la izquierda. Pero todo aquello naufragó cuando la oposición se dio cuenta de que no había garantías de elecciones libres en 1974 y aquel Bloque, ahora llamado Acuerdo de Santiago, se retiró de la contienda y Balaguer ganó sin oposición. Ahímismo selló su derrota en 1978.
§ 24. La carta de Caamaño a Bosch de fecha 8 de marzo de 1968 revela que Bosch le planteó al líder constitucionalista, a través de su compañera Vicenta Vélez, que el Gobierno cubano, presionado por la Unión Soviética, había cambiado de actitud con respecto al foquismo en América Latina y el líder del PRD le planteó al coronel de Abril que debería «regresar [al país] por Vietnam para desinformar al enemigo» (op. cit., p. 179). En cambio, según el coronel Emilio Ludovino Fernández a Caamaño, de 21 de septiembre de 1970 en Roma, luego de entrevistarse con un emisario italiano regresado desde Santo Domingo, le dice lo siguiente: «Este compañero entrevistó a muchos líderes de nuestros partidos de izquierda y algunos del PRD. Hablando con él llegué a la conclusión siguiente: los partidos de izquierda, especialmente el PCD, están convencidos de que la única solución posible para nuestros países es la revolución. En este punto todos coinciden; los comunistas, en su diversa gama de colores, y los del PRD. Pero todos también están convencidos, y por la grabación anexa usted lo podrá comprobar, muy especialmente los del PCD, que esta solución gira en torno de Bosch y su tesis. Algo que no dice la grabación es (y esto me lo dijo el compañero) que, según los mencionados partidos, la revolución debe producirse desde adentro, no de afuera.» (Pp. 331-32). Mensaje claro, como el de Bosch: Caamaño debe regresar al país y abandonar su proyecto foquista. Pero los principales militares constitucionalistas que acompañaron a Caamaño en la revolución de abril publicaron un comunicado desde Ottawa, Canadá, el 10 de mayo de 1970 donde dicen: «Como militares queremos reiterar una vez más nuestro irrestricto respeto a la Constitución, a la vez que seguimos manteniendo la irrevocable decisión de defender la soberanía nacional (…) La posición adoptada es clara, pues es la del pueblo. La ruta que él trace el 16 de mayo y en el futuro, será la nuestra, la cual acataremos defenderemos con nuestro más decidido empeño.» (Op. cit., p. 300-301). Entre los firmantes, encabezan el documento Montes Arache y Lachapelle Díaz, Noboa Garnes, Quiroz Pérez, Ubiera Padua, Herasme Mercedes, Hernández Amador, Quezada Tiburcio y Aníbal Tapia. Aunque aparece su nombre, no firmó el documento el mayor Píndaro Peña Perelló, pero se dijo que su firma fue falsificada.
La posición de Bosch queda ratificada por la carta de Amaury Germán Aristy a Román [Caamaño] y otros, de fecha septiembre de 1971, en la que dice: «Respecto al PRD, dimos los pasos encomendados por Román y por suerte Bosch no se mostró muy entusiasmado, alegando razones de seguridad y señalándole al enlace entre él y nosotros que él tiene el criterio de que los cubanos han cambiado su línea anterior y que, por tanto, Román no hacía nada en Cuba, puesto que aquellos no van a embarcarse en una nueva aventura como la del Che en Bolivia.» (Op. cit., p. 393).
§ 25. Pese a todos informes desfavorables al proyecto foquista de Caamaño, ¿qué idea tan poderosa le obligó a venir al país a sabiendas de que no contaba con los apoyos de estas fuerzas políticas y militares descritas arriba? Solo una obsesión del regreso al país como mesías o redentor, creyente firme en el comunismo, puede explicar esa decisión, incluso a sabiendas de que incluso quien le transmite la posición de Bosch respecto al plan foquista, Amaury Germán Aristy, jefe de los Palmeros comprometidos con el proyecto del líder de Abril de 1965, había perdido, él y su grupo, todo contacto con Caamaño, debido al cerco que los servicios secretos de los Estados Unidos y la República Dominicana les habían tendido, con la ayuda de los espías infiltrados en la guerrilla misma de Caamaño y acogidos como “exiliados” en la Unión Americana.
Es absurdo e ingenuo creer que al saber los Estados Unidos y el Gobierno de Balaguer que Caamaño se entrenaba en Cuba con el propósito de implantar una guerrilla en el país, los servicios de seguridad de ambos países no iban a intentar infiltrar espías en el campamento guerrillero. De los cien hombres que se entrenaron en Pinar del Río, solo ocho vinieron con Caamaño. Los espías estaban entre los 92 restantes. Es difícil saber quiénes eran los espías. Lo mismo sucedió con la expedición del 14 de junio de 1959. Incluso, es posible que las distintas posiciones de los partidos que eludieron apoyar a Caamaño en su proyecto transmitieran al coronel de Abril las posiciones del Gobierno cubano de no apoyar el foquismo en América Latina o, en el peor de los casos, que dicho proyecto estaba destinado al fracaso.
Existe un asunto muy importante y no he visto que los historiadores y analistas del desembarco de Caamaño lo han tomado en cuenta. La diferencia entre el político y el militar. Los intereses y estrategias de un Bosch, Peña Gómez o el PCD, aparte de las razones que esgrimieron para descartar su apoyo al proyecto foquista, son las de llegar al poder dentro de las reglas del sistema democrático representativo. Apoyar esas opciones foquistas o golpistas no eran, para los políticos del sistema, una vía aconsejable, además de que un liderazgo como el de Caamaño, si le hubiesen apoyado, significaba el desplazamiento de esos políticos profesionales. Y si tal proyecto fracasaba, significaba para ellos la muerte o la cárcel; y, en caso menos grave, el exilio.
(CONTINUARÁ).