Ya se ha vuelto una costumbre que las huelgas y protestas que se realizan en Licey al Medio son aprovechadas por desaprensivos para saquear negocios y comercios, lo que volvió a ocurrir con la huelga por 48 horas convocada por movimientos populares de la comunidad El Limonal, en reclamo de la reconstrucción de una carretera. También se ha vuelto una costumbre que se produzcan enfrentamientos a tiros entre supuestos manifestantes y agentes policiales, lo que volvió a repetirse a pesar de que el coronel de la Policía enviado a la zona garantizó el orden público y pidió a la población no temerle a la huelga. ¿Pero cómo no tenerle miedo si lo que narran testigos es que por momentos aquello parecía una guerra de tantos disparos?
Con frecuencia se dice y se repite, pero nadie hace nada en consecuencia, que hay demasiadas armas de fuego entre la población civil y que la mayoría de ellas no están en las mejores manos, lo que estamos viendo y sufriendo con una delincuencia que no da tregua ni de día ni de noche; pero también con una violencia social desbordada que cada año se cobra cientos de víctimas.
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Pero que esas armas se utilicen para enfrentar a las autoridades que reprimen una protesta es un ensayo de insurrección aunque suene exagerado al decirlo, por lo que no debe sorprendernos que continúe escalando hasta donde se lo permitan las autoridades, que ojalá no se duerman con eso. Por lo pronto las víctimas de esos actos de vandalismo disfrazados de protesta social son los propietarios de comercios y bancas de lotería saqueadas en El Limonal, que no tienen quien los defienda ni quien proteja sus propiedades.
Aun así en Licey al Medio y el resto del país esperamos que las autoridades puedan impedir que continúen siendo campos de entrenamiento para gente que parece estarse preparando para insurrecciones mayores, pero también evitar que la delincuencia común se aproveche del desorden que provocan para hacer de las suyas impunemente.