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Ahora, volvamos al contenido bajo el título: Las flechas de Eros (pp. 17-39) para analizar dos de sus poemas. Reparemos primero en Yo seré tu séquito (p.17), que da inicio al libro y nos deja entrever la influencia modernista dentro de su poesía. El poema ha sido tejido con el hilo de oro que ha perdurado a través del tiempo: la mitología del mundo de los muertos. Fiallo logra entrar y salir con facilidad de los laberintos luminosos del simbolismo milenario que enfrenta las imágenes poéticas y la intuición: el fuego, la boscosidad, la belleza, el río, la oscuridad y la luz, el fluir de la vida hacia la muerte, el camino… El amado se presenta como un hombre que gracias a Eros (dios del amor y el sexo) y ante la presencia de la amada ha renunciado a la gracia celestial (a todo lo bueno y piadoso enseñado por su madre). La amada ha muerto y él promete ser su séquito a través del mismo infierno. En el camino… el Estigia, Caronte, el Cancerbero, la mansión maldita, y hasta el Príncipe del Mal, todos se pliegan ante la gran hermosura de la amada y el mismo Príncipe del Mal arrastra su orgullo y se humilla frente a tal hermosura y jovialidad.
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Seré tu séquito: la palabra séquito nos recuerda a la Divina Comedia del poeta italiano Dante Alighieri; poema épico del siglo XIV escrito en 100 cantos (33 cantos para cada parte: el infierno, purgatorio y paraíso y uno para la introducción). Recordemos que Dante andaba en busca de su amada Beatriz (personificación de la fe) y el poeta Virgilio le sirve de séquito (guía) a través del infierno. La amada se encontraba del otro lado del infierno: en el paraíso, pero para llegar a ella Dante debía cruzar el infierno y el purgatorio. El amante al igual que en el poema de Fabio Fiallo personifica a la humanidad, y representa la tentación del pecado. En el poema de Fiallo existe una variante: la amada llega al Infierno y ahí termina el poema. Nos sorprende su creatividad: el Infierno representa al ser humano frente a sus pecados y sus funestas consecuencias, pero para la amada descrita por Fiallo no hay consecuencias porque el Príncipe del Mal arroja su orgullo frente a su espléndida hermosura. En la Comedia “se trata de un amor que trasciende las dimensiones físicas de este mundo y se convierte en pura espiritualidad” como bien nos indica Ángel Chiclana en su prólogo de la Comedia trigésima quinta edición, cuarta impresión (1993). Según este autor Dante pretende decir lo que nunca se ha dicho de mujer alguna.
Fabio Fiallo sigue los pasos de Dante, pero con un poema de solo siete estrofas, el triunfo del bien y lo bueno (la belleza) sobre el mal. En el poema de Fabio Fiallo el amado le promete ser su séquito, la persona que la va a acompañar a cumplir con su voto solemne. Encontramos a Eros, hijo del caos, joven apasionado acompañado de Himero (el deseo) y de Afrodita encarnación de la armonía y la creatividad, Todo lo que el enamorado refiere en el poema de Fiallo está expresado por verbos que marcan el tiempo de la acción principal en un tiempo de futuro simple (detendrá, ensayará, saltará, empañarán irradiarán, arrojará) es por tanto un ejercicio de prolepsis (anticipación). A través de la imaginación el yo poético realiza un descenso al infierno como integrante del cortejo (séquito) de la mujer por cuya belleza vive rendido. Este uso detallado y de conocedor profundo de la mitología es solo una prueba más de la gran cultura que adornaba a Fabio Fiallo. Y así nos presenta costumbres griegas donde los cadáveres se enterraban con una moneda bajo la lengua para pagarle al barquero que lo trasladaría al otro lado del rio (al mundo de los muertos); Caronte personaje encargado de guiar las sombras errantes de los difuntos recientes de un lado a otro del río Aqueronte (río de la aflicción). De no tener el dinero tendrían que vagar por 100 años por las riberas del Aqueronte. Menciona al Estigia (río del odio) límite entre la tierra y el mundo de los muertos. El Cancerbero, perro de tres cabezas y cola de dragón que impedía a los vivos entrar y no dejaba salir a los muertos, vigilante de las puertas del infierno. En el Infierno de Dante, Virgilio lo ayuda a cruzar el infierno para encontrar el paraíso donde se encuentra su amada. Este espacio selvático representa el extravío espiritual del personaje de la obra.
Advertimos con facilidad que prácticamente en cada poema el objeto lírico es la amada bella y pura que provoca los sentimientos y la acción. En Sombra de tu Sombra (p. 21) el poeta visualiza un futuro funesto para el amante; él morirá, pero aun así seguirá recordando a la amada porque su memoria tiene la capacidad de sellar el olvido para que no pueda hacer su efecto aun después de la muerte. Lo que nos recuerda “Amor constante más allá de la muerte” del poeta español Francisco Quevedo (1580-1645): “[…] cuerpo dejará, no su cuidado;/ serán ceniza, más tendrá sentido;/polvo serán, más polvo enamorado”. Aunque en Quevedo hay un amor correspondido; en Fiallo se trata del conocido estilo romántico del sufrido dolor provocado por un amor no correspondido que perdurará después de la muerte. El amante fabricará un nido dentro de la amada para su alma. Así, ella escuchará el reproche de un amor no correspondido. Ella estará viva y recibirá la luz del día, y el será sombra de su sombra región de oscuridad donde la luz es obstaculizada u ocultada por ella y por la muerte. Él desea, por lo menos, ocupar todo el espacio detrás de ella y así convertirse en “sombra de su sombra”. Cada noche la hermosa mujer escuchará el reproche del alma del amante convertido en “sombra de su sombra”. amor no correspondido que ni la muerte puede superar y por eso solo le queda una salida: convertirse en “sombra de su sombra”. Veamos ese hermoso y breve poema: