Candidaturas independientes: este es el miedo

Candidaturas independientes: este es el miedo

Millizen Uribe, articulista

Como un terremoto político, así cayó la reciente decisión del Tribunal Constitucional sobre las candidaturas independientes en la República Dominicana. Su impacto es comparable al “terror del llano” que sacude estructuras profundamente enraizadas. La sentencia, que declara inconstitucional la prohibición de las candidaturas independientes en elecciones nacionales, rompe con décadas de un sistema cerrado que solo permitía la participación a través de los partidos políticos. Este fallo marca un precedente histórico: por primera vez, la ciudadanía podrá aspirar a cargos de elección popular sin tener que someterse al aparato partidario, poniendo en jaque la hegemonía de los partidos tradicionales.

¿Por qué esta decisión genera tanto miedo en los círculos políticos? Primero, porque quita el control a las élites políticas partidarias sobre las candidaturas y, en parte, sobre el mercado electoral. Además, amenaza la aparente estabilidad de un sistema político que, aunque sólido, ha estado basada en la resignación ciudadana. Durante décadas, el pueblo dominicano se ha acostumbrado a elegir entre “Guatemala y Guatepeor”, entre opciones que rara vez representan una verdadera alternativa al statu quo. Sin embargo, experiencias internacionales muestran que la entrada de outsiders y figuras independientes puede cambiar radicalmente el panorama político.

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Salvando las distancias y las diferencias ideológicas, en América Latina, figuras como Nayib Bukele en El Salvador, Javier Milei en Argentina o Pedro Castillo en Perú son ejemplos de cómo candidatos ajenos al sistema tradicional pueden capitalizar el descontento ciudadano. Aunque sus trayectorias y resultados son dispares, los tres llegaron al poder con discursos antisistema que resonaron en una ciudadanía cansada de la corrupción y la ineficiencia de algunos partidos tradicionales.

En otros contextos, como en Venezuela con Hugo Chávez y, años después, en México con Andrés Manuel López Obrador, la llegada de nuevos actores desafió sistemas políticos profundamente arraigados. Estos ejemplos demuestran que, cuando los partidos no escuchan, la ciudadanía encuentra alternativas.

En la República Dominicana, las encuestas llevan años apuntando hacia una dirección similar. Varias entregas del Barómetro de las Américas indican que un amplio segmento de la población desconfía profundamente de los partidos políticos, al punto de preferir sistemas autocráticos si estos resuelven sus problemas. Asimismo, la Encuesta Nacional de Cultura Democrática (2022-2023), publicada por el Ministerio de Economía, señala la desconfianza ciudadana: instituciones clave como la Policía Nacional, los funcionarios del Gobierno, el Congreso, el Senado y los partidos políticos apenas merecen la confianza de dos de cada diez ciudadanos, y que el compromiso con los valores democráticos se ha debilitado en la última década.

Este terreno fértil para el cambio explica el temor de los partidos tradicionales que ahora enfrentan la posibilidad de perder su monopolio frente a candidaturas independientes.

Sin embargo, el enemigo de los partidos no está fuera. No son las candidaturas independientes, la sociedad civil, las ONGs, el periodismo crítico ni siquiera la apatía ciudadana. El verdadero reto está dentro del sistema: en congresistas que insisten en defender privilegios irritantes como el barrilito y las exoneraciones de vehículos lujosos; en dirigentes señalados por vínculos con el narcotráfico; en líderes que perpetúan la incredulidad ciudadana; y en partidos que, en lugar de construir confianza, continúan alimentando el desencanto.

Un sistema de partidos fuerte sigue siendo la base de la democracia, pero necesita reconfigurarse para honrar el bien común, el interés colectivo, y no sus intereses ni agendas personales. Los partidos deben dejar de buscar la fiebre en la sábana y enfocarse en ganarse la confianza de la ciudadanía y esto sólo se logra representando y defendiendo sus causas, sus problemas. Solo así podrán sobrevivir en un panorama donde, por primera vez en mucho tiempo, podrían surgir alternativas reales y viables.

Y si acaso quedan dudas, sólo basta mirar a la región y recordar aquello de que “cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”.

Millizen Uribe

Millizen Uribe

Periodista. Editora del Periódico HOY Digital

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