Lo inspiraron Trucupey, “Sibita”, “Negro Paciencia”, “Pancholo”, del Trío Reynoso; Manuel Franco, que tocaba con “Chichito Villa”; Jesús Benítez (Cachú), y él siguió sus estilos, truquitos y tumbaos hasta convertirse en el mejor y más versátil y creativo tamborero, bongosero, güirero, intérprete de congos y de palos de su tiempo.
Diversificó toques aprendidos y no solo amenizaba fiestas y participaba de espectáculos y programas televisados, sino que grabó con las principales orquestas dominicanas de su época, fue maestro de percusión del Conservatorio Nacional de Música, arreglista y director de su propio conjunto, “La selección de Catarey”.
A pesar de sus virtudes artísticas innatas que le granjearon demanda y fama, era excepcionalmente humilde, sociable, solidario y en extremo laborioso. El comunicador Juan Taveras Hernández, uno de sus amigos, escribió que Catarey “vivía prácticamente en los estudios de grabación, donde amanecía sacándole ritmos a la tambora o a la tumbadora, enamorado de su trabajo”.
Porque acompañó a Rafael Solano, Juan Luis Guerra, Sergio Vargas, Sonny Ovalles, Los hijos del Rey, la orquesta de la Policía Nacional, Los Beduinos, de Wilfrido Vargas, Rubby Pérez, Ramón Orlando, el Conjunto Quisqueya… “Casi todos los merengues que grabaron las orquestas en los últimos diez años fueron tocados por Catarey y su tambora”, escribió Zoila Puello en 1988 al comentar su repentina muerte a destiempo.
Su nombre era Ángel Miró Andújar, pero todos lo identificaban como Catarey, y el maestro Jorge Taveras, en cuya orquesta tocó por más de tres lustros, lo bautizó como “El cata” y así mismo denominó una pieza de jazz que escribió. Juan Luis Guerra compuso en honor del genial percusionista “Ángel para una tambora”. También lo llamaban El rey de la tambora, La leyenda de la tambora.
Tras el aciago final de su vida, se decidió poner su nombre a una calle de Santo Domingo y hasta se emitió la resolución en el Ayuntamiento del Distrito Nacional. Quedó en el papel.
“Hasta en los saxofones se escuchaban la tambora y la tumbadora de Catarey”, declaró el saxofonista Crispín Fernández en testimonio a Nicky Andújar, sobrino de Catarey que no ha permitido que se extinga el recuerdo de su glorioso tío.
La vida artística de Catarey es conocida por su actuación diaria en casi todos los programas de entretenimiento, especialmente en El show del mediodía, donde los acercamientos que le hacían al sacar ritmo a sus instrumentos se hicieron costumbre, y por los años que trabajó en este espacio con Jorge Taveras. Saben de él, además, directores de agrupaciones y cronistas de farándula.
Y es recordado por el inesperado accidente en que pereció el 17 de julio de 1988 mientras se encontraba en Venezuela y viajaba en una guagua junto a otros músicos. El conductor perdió el control tratando de evitar impactar un heladero que cruzaba, y el vehículo cayó en una zanja al chocar con un puente, se publicó.
Johnny Cruz (Chocolate), que viajaba junto a él, declaró haber visto a Catarey de espaldas, “como aplastado por los asientos”. En el suceso, ocurrido en un viaje del estado de Zulia a Mérida, fallecieron también dos venezolanos y resultaron con heridas leves Sergio Vargas y el trompetista Armando Beltré, según crónicas.
Pocas muertes han sido tan sentidas. Los diarios están llenos de páginas de dolor, lamento, admiración, tristeza e impotencia por la forma en que se produjo el traslado de sus restos.
Historia personal. La historia personal y familiar de Catarey no es del dominio común. Hasta su deceso, pocos sabían su nombre.
Gracias a Nicky, también artista, fue posible obtener algunos datos. Nació en Villa Juana, el 23 de septiembre de 1949, hijo de Julio Pérez y Mercedes Andújar. Apenas realizó estudios elementales, pero asombraba su capacidad musical empírica.
Su casa de la calle Summer Welles albergaba una familia de músicos. También tocaban sus hermanos Juanita, Raymond, Juan Félix (Tito), Santiago, Momón…
Catarey dejó tres hijos: Mayki, Kathy y Katherine. A la hora de su fallecimiento estaba casado con Dolores de Jesús Martínez (Lola). La madre de esta, Rómula Rosa Vidal, falleció de un infarto al recibir la noticia.
“La tambora se fue de viaje”. Jorge Taveras, Chucky Acosta, Sofía viuda Tejada Florentino, Juan Taveras Hernández, José Aníbal Durán y otros publicaron sensibles necrológicas, como la que publicó Televisa y la familia de El Show del mediodía: “La tambora se fue de viaje / en alas del regocijo / y al cielo mandó un mensaje / con el mayor de sus hijos. / Suena un llanto en el merengue / y se escucha una tambora / en su sonido se entiende / que en cada repique llora.
“Queda aquí la resonancia / de su más criollo sabor / y queda allá en la distancia / solo un canto de dolor. CATAREY se fue tocando / y se llevó su tambora / CATAREY se va alejando / y queda en silencio ahora”.