La ciencia del conocimiento sensible según Alexander Gottlieb Baumgarten

La ciencia del conocimiento sensible según Alexander Gottlieb Baumgarten

Alexander Gottlieb Baumgarten nació en Berlín, estudió e impartió docencia en la universidad de Halle.

Fue gran admirador del filósofo Gottfried Leibniz y, discípulo de Christian Wolff, además, continuador de la tradición ilustrada racionalista cuyas principales ideas fueron la autonomía, el humanismo y la universalidad. Tan pronto la sociedad devaluó y abandonó el respeto al conocimiento basado en pura autoridad y poder, la primera autonomía conquistada fue la del conocimiento que desde ese momento pasó a tener dos fuentes: la razón y la experiencia. Baumgarten dedicó muchos años de reflexión a dichos temas y expandió el legado filosófico racionalista.

Escribió sobre tópicos complejos, pero con un estilo diáfano que permitía el entendimiento del lector. Reflexiones filosóficas acerca de la poesía, Metaphysica, Ethica Philosophica, así como Aesthetica son solo algunas de sus obras. Baumgarten no solo determinó un nuevo significado de “razón”, sino que detectó la necesidad de sensibilidad para la razón. Para él, la belleza es la cognición (conocimiento) que nos permite reconocer la unicidad de un determinado objeto que no es revelada por el llamado pensamiento lógico, es decir, la perfección concierne no al objeto, sino al mismo conocimiento, con lo que se pone de relieve el carácter subjetivo de la experiencia estética hasta el punto de decir que «también lo feo puede conocerse bellamente», tal como se acepta hoy en día.

Es importante resaltar que “Immanuel Kant leyó, estudio y utilizó las teorías de Leibniz, Wolff y los manuales wolffianos redactados por Baumgarten y su discípulo Georg Friedrich Meier, en particular su Metafísica (1750-1758) y la Filosofía práctica (1760)” (Ibarlucía, 2014). Por otro lado, Baumgarten pertenece al grupo de discípulos de Wolff, para quienes la metafísica es una teoría del conocimiento, no una ciencia del ser, asunto importante pues es una corriente que Kant continuó. Baumgarten es conocido, sobre todo, por su teoría estética, «teoría de la sensibilidad» o conocimiento sensible.

En su obra fundamental Aesthetica [Estética] ([original: 1750], 2009) trata lo bello como perfección del conocimiento sensible. Define a la estética como disciplina específica, diferenciada y distinta de las demás ramas de la filosofía; teoría de las artes liberales; gnoseología inferior (la superior es la razón), arte de pensar bellamente, arte análogo a la razón y ciencia del conocimiento sensible. Precisamente, hoy consideraremos el contenido de este libro. Iniciemos nuestro breve recorrido por el brillante sendero de su pensamiento filosófico y poético: “De la noche al mediodía a través de la aurora” (Baumgarten, 2014).

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Alexander Gottlieb Baumgarten funda la rama de la filosofía denominada Estética como disciplina independiente con la publicación de su obra Aesthetica (1750-1758). Explica en el texto que la autonomía de la disciplina es indisociable de la reformulación de lo bello como cualidad de la naturaleza humana. Incluyó la palabra “Estética” al vocabulario filosófico designándola como ya hemos dicho como ciencia de lo bello; pero también, estudio y reflexionó intensamente acerca de la esencia del arte, las relaciones de este con la belleza y los demás valores asociados.

En el texto el filósofo asevera que el conocimiento de lo estético ocupa un lugar intermedio entre el conocimiento claro y distinto, propio del entendimiento; y el conocimiento oscuro y confuso, propio de la sensibilidad. Se trata de un conocimiento claro y confuso, a un mismo tiempo, puesto que por su viveza capta nítidamente lo sensible, pero carece de la claridad de lo lógico. Este carácter intermedio provoca la cuestión de cuál es la facultad adecuada para este tipo de conocimiento. La tradición alemana siguiente lo refirió al sentimiento.

Baumgarten sostuvo que lo que proporciona la expresión y representación de la belleza es: «fecundidad, grandeza, claridad, certeza; en una palabra, vida del conocimiento». Se trata en definitiva de reflejar el orden y la máxima armonía que existe ya en el universo: la perfección. Concluye, además, que, si la belleza es esa representación y está siempre relacionada con la perfección del conocimiento, será igualmente cierto que ese reconocimiento del orden universal servirá necesariamente a la perfección propia del sujeto que expresa o conoce un objeto.

Consideró que es necesaria la virtud en el hombre para reconocer la perfección de un objeto bello. Siendo así, excluyó, consecuentemente, el tratamiento de los temas inmorales en la estética. Nos indicó que la expresión y el reconocimiento de lo bello requieren necesariamente la perfección, tanto la perfección de la obra como la del sujeto; la última, perteneciente al ámbito de la ética: la verdad estética. Baumgarten (1970) se aplica en conocer lo que es propio del conocimiento sensible lo individual y particular. Para Baumgarten estaba claro que la racionalidad es un componente medular de la humanidad, pero tenía dudas respecto a que esta racionalidad constituyera enteramente lo humano. Para él, el ser humano no solo era una unidad racional. Tenía la creencia de que había una unidad metafísica de fondo (un principio de unidad detrás de la multiplicidad). No concebía al ser humano desde la incuestionable jerarquía de las facultades racionales superiores…

La intuición estética nos libra de alguna manera del vacío entre lo individual y lo universal, entre lo concreto y lo abstracto. Su «verdad» se encuentra en las realidades concretas en cuanto «reflejan» o se descubre por medio de ellas el orden universal. Según nuestro filósofo, se puede decir que la Estética, además de la sensibilidad individual, es una filosofía de la temporalidad y del cambio. Lo bello es siempre algo objetivo y absoluto, porque está sustancialmente identificado con la perfección real. En la medida en que se consiga ese ansiado equilibrio entre lo general y lo particular y el ser humano consiga desarrollar tanto su capacidad generalizadora y abstracta, así como su sensibilidad y talento perceptivo, podemos creer en la posibilidad de conseguir el ideal de ser humano por el que aboga Baumgarten y que él presenta como el “felix aestheticus”.

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