Ciudadanos felices, ¿es posible?. La vida posible, el bienestar y la felicidad lo han colocado en el consumo, la visibilidad en las redes, el poder fluir y demostrar que se vive el goce, la gratificación y el placer. Visto así, las personas confunden momentos felices con felicidad.
La realidad palpable de un mundo duro, desigual, en pandemia, inflación, desempleo, inequidad y carentes de servicios; es lo que se vive y se siente en la cotidianidad.
A la economía se le hace más difícil continuar subsidiando para lograr la paz; como a los abuelos y padres se le hace extremadamente difícil subsidiar hijos, colegios, transporte, viajes y alimentos a sus descendientes. Unos viven, pero otros sobreviven; mientras millones de personas viven en el péndulo, en el malabarismo de no saber si podrán acumular para alcanzar una vivienda, seguro médico, alimentación, vida digna, trabajo decente, ahorros y una vida con calidad y calidez.
Millones de jóvenes que han hecho la tarea, a través de estudios, maestrías y posgrado, esperan por una oportunidad laboral decente, para cambiar su nivel de vida.
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La desesperanza, la incertidumbre y la desmoralización con desesperanza han ocupado el espíritu de familias, instituciones y ciudadanos. Pero el mundo visual y global, muestra la otra cara: el confort, viajes, espacios divinos, comida presentable, bebidas, belleza, recreación, vida exquisita que, seducen y estimulan a las neuronas espejos del cerebro para sentir el bienestar.
Todo lo que se pueda sentir y vivir, se logra gracias a hormonas y químicos cerebrales: endorfinas, oxitocina, serotonina y dopamina. Para bien, se logra su estimulación caminando, abrazando, riendo, escuchando música, hablando con personas positivas, bailando, sintiendo placer, comiendo chocolate, pescados, cambiando de ambiente y estimulando el cerebro; cómo ven, algunas cosas no necesitan siempre del dinero, ni de grandes lugares.
Sin embargo, ante tantos escenarios de crisis, conflictos, dolor o sufrimiento, adversidades y trampas, le corresponde a cada ciudadano revisar su mochila emocional, para valorar su propia carga que le limita fluir en la vida.
¿El bienestar y la felicidad son posibles en los momentos actuales? ¿De qué depende el bienestar y la felicidad? ¿Las decisiones del bienestar quién lo crea, lo facilita o lo desacelera?
Los ciudadanos pueden ser felices, de forma individual y social. Cada quien debe ser responsable de su sentido de vida, de utilidad y de existencia; pero no puede dejar que la política, la economía, las redes sociales, controlen el poder absoluto por la existencia de cada uno de nosotros.
Los ciudadanos responsables, deciden, participan, presionan o luchan para demandar y lograr los seis bienestares: social, familiar, emocional, financiero, físico y espiritual.
Se puede y se debe organizar proyecto de vida saludable, oxigenante, nutriente y con niveles de satisfacción desde la adultez a la vejez. Lo ciudadanos pueden ser felices si logran libertad, autonomía, cierta independencia, dignidad y satisfacción por lo que hacen, viven y practican en la vida.
El cerebro requiere de muchas actividades para analizar estímulos sociales, deseos, emociones, conductas, respuestas y adaptarse para facilitar la convivencia y los resultados de vida.
No importa los momentos difíciles. Los seres humanos podemos mantener el enfoque, gerencial la crisis, priorizar y buscar diferentes caminos y atajos para salir airosos de ellos. Los ciudadanos podemos lograr propósito de vida, bienestar y felicidad, pese a las adversidades, a la inflación y a la pandemia.