No es raro escuchar que los bebés que toman un biberón de leche de fórmula duermen del tirón y que los que toman pecho, no. ¿Qué dice la evidencia científica al respecto? El grupo de trabajo de Pediatría de la Sociedad Española del Sueño d (SES) disipa las dudas.
Y es que el sueño y la alimentación son dos de las principales preocupaciones cuando nace un nuevo miembro en la familia. Además, el dilema de pecho o biberón es una de las cuestiones que planea siempre en torno a la maternidad.
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En la Semana Mundial de la Lactancia Materna, hasta el 7 de agosto, la SES ha puesto de manifiesto que durante muchos años, y en la actualidad, se escucha “un biberón y toda la noche durmiendo”, lo que venía a decir que los bebés alimentados con leche artificial dormían más y mejor que los de pecho.
“Leyendas urbanas”
“Son leyendas urbanas que vienen de los años 60, 70 y 80 del siglo pasado, que fueron los años de oro de la lactancia artificial, cuando ésta era consideraba un signo de estatus que, además, mejoraba la calidad de vida del niño y su desarrollo”, asegura el miembro del grupo de trabajo de Pediatría de la SES Gonzalo Pin Arboledas.
En este sentido, incide en que la evidencia científica demuestra que la realidad “es justo la contraria” porque los niños que toman pecho duermen más y mejor que los que son alimentados con leche de fórmula en biberón.
Pero, además, según la SES, las madres que dan el pecho también salen beneficiadas, al dormir cerca de media hora más por la noche y tienen periodos de sueño más profundo que aquellas que optan por el biberón, aunque se crea lo contrario.
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Ventajas de la lactancia materna
Pin Arboledas resalta que la lactancia materna tiene dos ventajas “fundamentales”. Una de ellas es que presenta una composición diferente a lo largo del día y “por la noche, por ejemplo, tiene más contenido de melatonina y de una serie de nucleótidos que favorecen el sueño del bebé”.
La segunda, argumenta el experto de la SES, es que esa composición cambiante de la leche materna “favorece que el niño adquiera y consolide de una forma más precoz y con menos complicaciones sus patrones del sueño y su reloj biológico”.
Y es que la SES ha querido aprovechar la Semana Mundial de la Lactancia Materna para hacer hincapié en la relación “íntima” entre lactancia materna y sueño.
Según Pin Arboledas, desde el nacimiento y en los seis primeros meses de vida, el bebé presenta un ritmo biológico coordinado de sueño y lactancia. Éste “se retroalimenta aproximadamente cada 2-4 horas, franjas de tiempo en las que el niño necesita periodos de alimentación y periodos de sueño”.
¿Y a partir de los seis meses?
Es a partir del sexto mes cuando se producen cambios fisiológicos en el bebé, ya que se mantiene sentado y desarrolla una coordinación succión-deglución que le permite empezar a tragar otra serie de alimentos y que influyen en la relación entre el sueño y la lactancia.
“La maduración que se produce en este momento, unida a la introducción de la alimentación complementaria, indican que es el momento de dar el paso entre una lactancia materna a demanda y una lactancia ‘más social’ que, aproximadamente al año de vida, se debería enmarcar dentro del ritmo circadiano de 24 horas del día”, indica Pin Arboledas.
Para el experto de la SES es “muy importante” que tanto los profesionales sanitarios como las madres “sean conscientes y conocedores” de esa evolución para que no se cree “una dependencia que haga que la lactancia materna pase de ser un favorecedor de un buen descanso a convertirse en un elemento que podría dificultar el sueño”.
Así, prosigue Pin Arboledas, además de favorecer el desarrollo armónico de los ritmos de sueño-vigilia, se potenciará el mantenimiento de la lactancia materna en el tiempo objetivo marcado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por la Asociación Española de Pediatría (AEP).
Recomendaciones de la OMS
La OMS, al igual que UNICEF, recomienda que los bebés comiencen a mamar en la primera hora de vida y que la leche materna sea el alimento exclusivo durante los primeros seis meses. Esto quiere decir que no se les debe proporcionar otros alimentos ni líquidos, “ni siquiera agua”.
Y tienen que tomar el pecho a demanda, es decir, cuando el bebe quiera. La OMS aconseja no usar biberones, tetinas ni chupetes.
Es a partir de los seis meses cuando pueden empezar con la alimentación complementaria, mientras siguen con la lactancia materna hasta los dos años o más.
La OMS recuerda que la leche materna es el alimento “ideal” para los lactantes: “Es segura y limpia y contiene anticuerpos que protegen de muchas enfermedades propias de la infancia”.
Asimismo, “suministra toda la energía y nutrientes” que el bebé necesita en sus primeros meses tras el nacimiento y “continúa aportando hasta la mitad o más de las necesidades nutricionales de un niño durante la segunda mitad del primer año, y hasta un tercio durante el segundo año”.
Incide la OMS en que los niños amamantados “muestran un mejor desempeño en las pruebas de inteligencia, son menos propensos al sobrepeso o la obesidad y, más tarde en la vida, a padecer diabetes. Las mujeres que amamantan también presentan un menor riesgo de padecer cáncer de mama y de ovario”.