Iniciemos este análisis con una cita importante del filósofo alemán Immanuel Kant: “Se puede enseñar Filosofía, pero no a filosofar, ya que esta es una actividad libre de la razón sobre las profundidades del conocimiento, del Ser, el ente y de las cosas”.
El ser humano desde que empieza a tener un pensamiento racional, desde que empieza a aplicar la lógica empieza a cuestionar. Busca respuestas a los asuntos fundamentales de la existencia, pero también se cuestiona y busca soluciones a los problemas creados por los estratos de las elites del poder. Este tipo de pensamiento es un proceso gradual que se va refinando a lo largo de la infancia y la adolescencia. La capacidad de reflexionar de manera más abstracta y elaborada, generalmente se desarrolla más completamente durante la niñez media y la adolescencia, a medida que los niños adquieren habilidades cognitivas más avanzadas, como la capacidad de razonamiento hipotético-deductivo y la resolución de problemas más complejos.
El desarrollo de las capacidades de análisis crítico les permite ir en pos de la consecución de una conciencia que evolucione hacia la integración y el respeto. Se trata de una filosofía viva, una nueva conciencia humanística que le recuerde la obligación de preservar y potenciar toda la vida en el planeta. Un accionar orientado a superar los prejuicios, la discriminación, los conflictos políticos y religiosos, así como los problemas raciales. Este complejo desafío requiere de un esfuerzo colectivo a nivel individual, comunitario y global. Es vital que los líderes aboguen por el respeto mutuo, la tolerancia y la resolución pacífica de conflictos, y den el ejemplo a través de sus acciones y discursos.
Abordar problemas globales como la pobreza, la falta de educación, la salud y la violencia requiere cooperación y solidaridad a nivel internacional. La filosofía social y política, así como la ética y la filosofía moral, son las ramas principales que se ocupan de estos asuntos. Ellas nos permiten sistematizar, integrar, especular, criticar y contextualizar (histórica, cultural y socialmente) para acercarnos a la realidad o a la verdad de las cosas.
W.D. Ross, en su libro «The Right and the Good» Lo Correcto y lo Bueno, nos presenta la teoría ética intuitiva que se centra en los deberes y las obligaciones morales. En él nos habla del pluralismo ético (múltiples deberes morales que deben ser considerados en la toma de decisiones éticas). Afirma que nuestras intuiciones morales nos permiten discernir directamente qué acciones son moralmente correctas o incorrectas e introduce el concepto de «deberes prima facie». A diferencia de Kant, quien con su imperativo categórico refiere que existen obligaciones que no admiten excepciones bajo ninguna circunstancia porque expresan mandatos morales absolutos, son aplicables universalmente y deben seguirse sin importar las consecuencias o circunstancias particulares. Ross, por su lado, sugiere que algunos deberes tienen prioridad sobre otros en ciertas situaciones. Argumenta que, en tales casos, debemos sopesar los diferentes deberes y actuar de acuerdo con aquel que tenga más peso moral en esa situación particular.
Aplicar la teoría ética de W.D. Ross a un conflicto tan complejo como el de Israel y Palestina es un ejercicio desafiante, dado que involucra una serie de dimensiones políticas, históricas, culturales y religiosas. Esto implica considerar no solo los derechos y las obligaciones de Israel y Palestina, sino sobre todo los de las personas inocentes atrapadas en el conflicto, así como los deberes de la comunidad internacional para buscar una solución pacífica y justa. Israel cuenta con el Mossad [Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales], una de las instituciones más poderosas del mundo. Dado su poder, ¿Cómo es posible que no se enteren cuándo atacarán pequeños grupos de terroristas y cómo es posible que no hayan sido atrapados? Esta medida de bombardear todo un país, incluyendo niños, mujeres y hombres inocentes, destruyendo todo a su paso, incluyendo patrimonios de la humanidad, resulta verdaderamente perturbador. La guerra en sí misma es triste, y lo son también las tácticas que utilizan los agresores e invasores para penetrar: la expulsión de todos los nativos, que se convierten en emigrantes forzados; la matanza del pueblo inocente; la aniquilación de los militares involucrados; y la destrucción de sus estructuras físicas…
Ante la falta de resolución del conflicto los jóvenes de las principales universidades de los Estados Unidos y otros países han protestado. La BBC News Mundo (1 de mayo, 2024) refiere que: <>. Incluidas están la universidad de Harvard, la de MIT, la de Columbia, Yale, Georgetown, Texas, entre otras. Las protestas de hoy evocan las ocurridas contra de la guerra de Vietnam (1955–1975).
El deber de mantener la vida de la población civil de Palestina es un deber moral fundamental y obligatorio. El respeto a la vida involucra reconocer el valor intrínseco y la dignidad de cada ser humano, así como la obligación de evitar causar daño injustificado. No se debe ni puede seguir causando la destrucción y desaparición del pueblo de Palestina. Esto implica comprometerse con el diálogo, la negociación y la mediación para resolver las disputas de manera diplomática y evitar continuar con el uso de la violencia indiscriminada como medio para lograr objetivos políticos. Israel tiene el derecho prima facie de proteger a sus ciudadanos del terrorismo y los ataques armados, pero este derecho debe ejercerse respetando los principios de la ley humanitaria internacional, que prohíben el uso indiscriminado de la fuerza y exigen la protección de civiles en situaciones de conflicto. Esto incluye el respeto por el derecho a la vida, la libertad de movimiento, la libertad de expresión y la igualdad ante la ley.
El tema del «derecho a castigar» es central en la obra de Cesare Beccaria, «Dei delitti e delle pene» («De los delitos y las penas»), publicada en 1764. Beccaria argumenta que el Estado tiene el derecho de castigar a los infractores, pero este derecho está sujeto a ciertas condiciones y principios éticos. En cuanto al tema de cómo un Estado puede justificar el castigo de otro Estado con bombardeos y la muerte de civiles, esto se relaciona con la teoría de la guerra justa y el concepto de responsabilidad estatal. Según la teoría de la guerra justa, un Estado puede recurrir a la fuerza militar en defensa propia o en respuesta a una agresión injusta por parte de otro Estado, siempre y cuando se cumplan ciertos criterios éticos, como la proporcionalidad y la discriminación entre combatientes y no combatientes. Y es aquí donde claramente se observa que no hay proporcionalidad en el ataque de Israel a Palestina donde a todas luces se presenta más como un genocidio que como una defensa justa. En la práctica, sin embargo, el tema de la justificación moral de la guerra y el uso de la fuerza militar sigue siendo objeto de debate y controversia. El derecho internacional establece normas y principios para regular el uso de la fuerza entre Estados y proteger a los civiles en situaciones de conflicto, pero la aplicación efectiva de estos principios ha sido objeto de una interpretación a todas luces injusta.
Este filosofar y libre uso de la razón sobre este tema me era imperioso…