El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva fue confirmado el jueves como candidato presidencial del Partido de los Trabajadores de cara a las elecciones de octubre. La votación de los delegados de ese partido de izquierda en un hotel de Sao Paulo ya se anticipaba y fue meramente simbólica, pues la campaña del exmandatario está en marcha.
El político de 76 años, que gobernó Brasil entre 2003 y 2010, no asistió a la convención del partido mientras hacía campaña en su estado natal de Pernambuco, en el empobrecido noreste de Brasil. Lula lidera todas las encuestas frente al presidente actual, Jair Bolsonaro.
Es la sexta ocasión que Lula se postula a la presidencia. También fue confirmado como candidato del Partido de los Trabajadores en su convención de 2018, pero una declaración de culpabilidad por corrupción y lavado de dinero lo sacó de la contienda y allanó el camino para la victoria de Bolsonaro.
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“No necesitaba ser presidente de nuevo. Podría haber guardado mi diploma del mejor presidente de la historia y pasar los últimos años de mi vida tranquilamente”, dijo Lula durante un mitin en la ciudad de Recife.
“Pero vi a este país ser destruido. Vi nuestra educación encabezada por un tipo al que no le gusta la educación. Así que decidí volver”.
El exdirigente sindical salió de prisión en 2019 y sus condenas fueron anuladas el año pasado luego de que el Supremo Tribunal Federal fallara que el juez a cargo del caso, Sergio Moro, actuó de manera parcial.
Ese nuevo fallo le permitió a Lula iniciar su campaña presidencial este año. Moro, quien supervisó la extensa investigación de corrupción Lava Jato, posteriormente fue designado ministro de Justicia de Bolsonaro.
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Lula ha insinuado en entrevistas que la contienda de este año será su última campaña para el cargo más alto del país y que si es elegido nuevamente no buscará la reelección. Ha tratado de acercarse a los votantes moderados en un momento en que la nación sigue estando agudamente polarizada, en particular luego de que él eligió a un compañero de fórmula conservador, Geraldo Alckmin, exgobernador de Sao Paulo.
Bolsonaro, un político de extrema derecha, ha dicho que la próxima contienda es una batalla del bien contra el mal. También ha esgrimido afirmaciones sin fundamento de que el sistema de votación electrónica de Brasil es susceptible a fraudes, algo que muchos analistas consideran un indicio de que está preparando el terreno para impugnar los resultados de las elecciones si le son adversos.
El Partido Liberal realizará su convención el domingo para confirmarlo como su candidato.
El izquierdista Ciro Gomes oficializó su candidatura el miércoles. Está en el tercer sitio en los sondeos de opinión, muy lejos de Lula y Bolsonaro. Lula cuenta con el 47% de la intención de voto para los comicios del 2 de octubre, mientras que Bolsonaro tiene el 28%, según un sondeo de Datapolha publicado en junio con un margen de error de dos puntos porcentuales.
Eso colocaría a Lula con posibilidades de un triunfo indiscutible en la primera ronda, sin necesidad de una segunda, aunque los analistas han dicho que anticipan que la contienda se torne más apretada en los próximos meses.