Por Mirtha Cabral
En Santo Domingo están de moda los condo-hoteles. Los vemos en construcción en cualquier esquina del polígono central. Ahora bien, el beneficiar con exenciones impositivas de Confotur a estos “condo-hoteles”, proyectos inmobiliarios urbanos que en muchos casos poco de turístico tienen, debe considerarse como una práctica altamente irregular.
Confotur, como su nombre lo indica, Consejo para el Fomento de Turismo, es una entidad colegiada cuyo fin es la promoción del turismo, y es inexplicable cómo, formando parte del consejo de Confortur tantas instituciones y entidades, incluyendo los ministerios de Hacienda, Turismo, Medio Ambiente, Cultura, y Asonahores, entre otras, se hayan aprobado en el pasado bajo el programa de Confotur, proyectos que ni son hoteleros ni turísticos, sino inmobiliarios de ciudad, de venta de bienes raíces.
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El hecho de que un proyecto inmobiliario urbano decida llamarse condo-hotel y que en su mercadeo exprese que tendrá administración hotelera, no lo convierte automáticamente en un proyecto hotelero turístico. En la mayoría de los casos, vemos que es simplemente un adorno de palabras y mercadeo para edificios que realmente son proyectos inmobiliarios urbanos en Santo Domingo o Santiago.
Tampoco el hecho de que incluyan amenidades novedosas (cines, restaurantes, entre otros) logra disfrazar el verdadero espíritu inmobiliario local de estos proyectos.
Y tenemos que agregar que también hemos escuchado de casos de importantes torres comerciales para venta y/o alquiler de oficinas que asimismo se han beneficiado con las exenciones impositivas de Confotur.
Nada de esto es correcto. Otorgar exención de Confotur a lo que realmente son proyectos de venta o alquiler de bienes raíces (apartamentos u oficinas) en nuestras ciudades es una lectura agresiva y realmente violatoria del marco de las leyes bajo las que opera Confotur. Además, resulta en incentivos irracionales y competencia desleal en la misma industria de construcción local, haciéndose más difícil competir a los promotores de proyectos inmobiliarios que no han solicitado Confotur y por ende no están exentos de impuestos.
Como país turístico necesitamos seguir promoviendo nuestros hoteles e industria turística. Desvirtuar y dar mal nombre al programa de Confotur para beneficiar a unos cuantos promotores inmobiliarios no es correcto. Además de hacerle daño al país por la pérdida de impuestos, le hace daño también a mediano plazo a las mismas industrias de turismo y de construcción.
En el marco de cualquier conversación sobre Confortur debemos recordar las grandes inversiones de capital que necesita nuestra industria turística, y más aún en los polos de escaso desarrollo; asimismo recordar como constantemente competimos por turistas con muchos otros países del mundo.
Es claro, pues, que necesitamos seguir apoyando estratégicamente nuestro turismo –y que el programa de Confotur debe mantenerse. Pero para continuar con Confotur, debemos asegurarnos que se cierre de inmediato cualquier ambigüedad que ha permitido lo que realmente debe ser un escándalo nacional: otorgar estos grandes beneficios de exención impositiva a proyectos inmobiliarios urbanos que bajo ninguna lectura crítica deben haberse beneficiado de programas de promoción turística.