P: ¿Cómo podemos conseguir que los niños adquieran hábitos alimentarios saludables?
R: La alimentación es una conducta aprendida en el entorno familiar, adquirida durante los primeros 3-5 años de vida, y reafirmada a la edad de diez años.
Es parte de la cultura y se transmite de una generación a otra. La adopción de hábitos alimentarios saludables en las etapas tempranas de la vida ayuda a prevenir las enfermedades crónicas no transmisibles (obesidad, diabetes, hipertensión arterial, cáncer, enfermedades cardiovasculares, etc), las cuales comienzan en la infancia y se manifiestan en la adultez o en la tercera edad.
La madre es responsable de controlar el horario, la calidad y la variedad de las comidas; y nunca debe obligar al niño a acabarse toda la comida, dejando que sea él quien determine la cantidad que debe ingerir en respuesta a las señales fisiológicas de hambre y saciedad. Detrás de un niño rebelde o mal comedor se esconde una madre o un cuidador autoritario. Los padres deben permitir que el niño desarrolle la autonomía en su alimentación, a través de elogios y razonamientos, y asegurando un entorno familiar saludable.
Los alimentos nuevos deben introducirse uno a uno; y ante el rechazo de algún alimento, el niño no debe ser engañado ocultando dicho alimento debajo de los alimentos preferidos, sino que el mismo debe ofrecerse de nuevo en varias ocasiones.
Los padres permisivos o indiferentes limitan la autonomía alimentaria del niño, aumentando el riesgo de obesidad, desnutrición y trastornos de la conducta alimentaria; siendo el niño más vulnerable a la publicidad alimentaria engañosa. Por otro lado, el pediatra es responsable de informar y educar a los niños, adolescentes, padres y educadores acerca de una dieta equilibrada; debe promover la realización de actividades saludables en familia: ejercicio físico habitual, ir de compras, cocinar, practicar actividades al aire libre, etc; y debe fortalecer la imagen corporal del niño y detectar tempranamente cualquier trastorno alimentario. ¡Los malos hábitos alimentarios reflejan el fracaso del binomio madre-pediatra!