P: ¿Cómo podemos cuidar el corazón?
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R: Ayer 14 de febrero se festejó el “Día del Amor y la Amistad”, y siendo el corazón el centro de los sentimientos y las emociones debemos mantenerlo sano para poder disfrutar de la vida que el Señor nos ha regalado. Debemos cambiar nuestro corazón natural de piedra: insensible e incapaz de amar y perdonar, lleno de odio, rencor y amargura, por un nuevo corazón de carne: sensible, amoroso y tierno, capaz de sufrir con los que sufren y llorar con quienes lloran. El cirujano (Dios) puede hacer ese trasplante cardíaco. Él ha creado una técnica quirúrgica especial (Evangelio) descrita en su manual (Biblia) para cambiar el corazón pecaminoso. El quirófano (Iglesia) está listo, el ayudante (Jesús) ha donado su sangre compatible y ha pagado el precio de la cirugía (salvación). El anestesiólogo (Espíritu Santo) nos asegura una cirugía sin dolor, y ofrece su cuidado para evitar cualquier infección o rechazo. Sólo tenemos que autorizar el trasplante con nuestra firma de aceptación (arrepentimiento) para que el cirujano proceda. El corazón (bomba) expulsa sangre oxigenada (60-100 latidos/minuto) hacia las arterias (tuberías) para nutrir todas las células (hogares) del cuerpo; y el cerebro (central eléctrica) controla su funcionamiento a través de los nervios (cables eléctricos). El pulmón y los riñones purifican la sangre y alivianan la carga del corazón. Medidas para cuidar el corazón:
1- Evitar el tabaco y controlar el azúcar, el colesterol y los triglicéridos porque espesan la sangre, endurecen las arterias, elevan la presión y sobrecargan el trabajo del corazón.
2- Limpiar las arterias con frutas, verduras, pescados, nueces, aceite de oliva y aguacate.
3- Evitar la obesidad porque aumenta la presión y el trabajo del corazón.
4- Realizar ejercicios físicos porque disminuyen la frecuencia cardíaca (menos de 60 latidos / minuto) y mejoran la circulación sanguínea.
5- Descansar y dormir bien (7 horas/día) para reducir el riesgo de obesidad, hipertensión arterial, ataque cardíaco, diabetes y depresión. Controlemos el estrés y vivamos en paz con Dios, con los demás y con nosotros mismos.