R: La unidad familiar simboliza paz y armonía. El patriarca se ha marchado. Se estremecen los cimientos del núcleo básico de la sociedad.
Llega la Nochebuena, y la familia reunida anuncia con júbilo el nacimiento del Mesías: pollo, pavo o cerdo horneado, y una ensalada multicolor remeda preñada de antioxidantes; uvas, peras y manzanas; dos onzas de ponche Crema de Oro y un sorbito de moscatel Caballo Blanco; ciruelas pasas, nueces mixtas y variadas golosinas.
¡Delicioso y nutritivo manjar de Nochebuena! Día de regocijo infantil, envuelto entre guirnaldas y cascabeles, tamboriles y luces de bengala.
En la sala brilla el árbol de Navidad, y sus ojitos palpitan entre nubes de algodón; y en su falda, copos de pelos de ángel serpentean el nacimiento; y en su cima resplandece la estrella de David. ¡Risas pueriles, cánticos navideños y juegos infantiles! El cielo plateado anuncia que a medianoche, cargado de presentes, vendría el Niño Jesús; y desde el lejano Oriente, Melchor, Gaspar y Baltazar, galopan en sus camellos. Para Jesús, una cartita debajo de mi almohada; agua fresca y un penacho de yerba verde esperanza reposan debajo de mi lecho, esperando mitigar el hambre y la sed de los fatigados dromedarios. Mi padre invoca una plegaria; ignorando todos, que aquélla sería nuestra celebración postrera en coinonía; y un melodioso ¡noche de paz, noche de amor! armoniza la velada.
Y epilogando esta entrega, quisiera honrar la memoria de mi padre Rafael Antonio Barranco, maestro, juez de paz y ministro de la Palabra, compartiendo con mis benevolentes lectores, el soneto clásico melódico con estrambote
“Nochebuena”: /Enmudece sin luz la Nochebuena/ /La primera sin ti, mi padre amado;/ /en la mesa ya todo está arreglado,/ /solo falta tu miel en la colmena,/ /Desde Mingo hasta Liba, y también, Tena,/ /disfrutar no podremos ni un bocado;/ /hasta verte sentado a nuestro lado/ /bendiciendo con Cristo nuestra cena./ /Al comer del manjar en tu morada/ /brillará en cada gota del rocío/ /el hermoso arcoíris de tu amor./ /Y al rayar con tu luz cada alborada/ /vadearemos contigo el ancho río/ /por tus huellas, y unidos sin temor.//Ha sonado el tambor,/ /tu presencia se siente en nuestra mesa;/ /y es Jesús, Dios Jireh, quien la adereza./