Consultorio de Nutrición: Síndrome de fragilidad del anciano

Consultorio de Nutrición: Síndrome de fragilidad del anciano

Jimmy Barranco Ventura

P: ¿Qué es el síndrome de fragilidad del anciano y cuáles son sus factores de riesgo?

R: La fragilidad es un síndrome con múltiples causas, caracterizado por disminución de la fuerza y de la resistencia, con reducción en la reserva fisiológica para hacer enfrentar los diferentes acontecimientos estresantes, y mayor probabilidad de dependencia, e incluso muerte.

La prevalencia de fragilidad supera el 50% en las personas con edad superior a 75 años, en vista de que apenas una tercera parte de los envejecientes consume una dieta variada, debido a que las limitaciones físicas y propias de la edad favorecen la adopción de una dieta monótona y cómoda (Valcárcel PV y Campos-Leyva Y, CCM 2014;18).

Puede leer: Consultorio de Nutrición: ¿Es cierto que las frutas aumentan los triglicéridos en sangre?

La variedad de la dieta es un factor que sin dudas tiene una alta influencia en la salud, y a medida que pasan los años se hace más necesario el consumo de una dieta variada que pueda suplir al organismo todos los nutrientes necesarios para mantener un estado de salud más favorable y evitar la aparición de factores que puedan adelantar el proceso de fragilidad en los envejecientes.

Los ancianos frágiles tienen una ingesta alimentaria disminuida debido a una alteración del gusto y la olfación, junto a ciertos cambios hormonales fisiológicos como disminución en la eficacia de la masticación por pérdida de la dentadura, disminución de la salivación, retardo del vaciamiento gástrico de los alimentos, reflujo gastroesofágico y reducción en los niveles de testosterona.

Existe una correlación entre anorexia (pérdida del apetito), fragilidad y sarcopenia: pérdida de masa muscular, disminución de la fuerza y de capacidad de ejercicio. El objetivo en estos pacientes es optimizar la situación nutricional identificando de forma precoz la anorexia e interviniendo de forma multidisciplinar en mejorar la ingesta.

La prevención y el manejo de la fragilidad requiere de actividad física (ejercicios aeróbicos, de fuerza y resistencia), una alimentación variada y equilibrada, alta en proteínas (1.2-1.5 g/kg/día) y suplementada con vitaminas C y D, calcio, magnesio, zinc y selenio.